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Ayer solidarios, ahora rivales

Estudiantes y jóvenes precarios junto a los trabajadores se movilizan contra el contrato primer empleo (CPE) elaborado por el primer ministro francés. Aplicado en las pequeñas empresas desde agosto de 2004 el contrato nuevos empleos (CNE) que permite al empleador despedir a su antojo ya mostró sus efectos nocivos: a modo de prueba, las decenas de asalariados despedidos sin razón. La precariedad se extiende, pero la generación de empleos es débil según las estadísticas oficiales. Furioso con estos datos tan poco congruentes con su propaganda, el gobierno se la tomó con los que elaboran las estadísticas. En Francia y en Estados Unidos la extorsión al empleo hace estragos.

¿Quién no tuvo la experiencia de esos operadores telefónicos que llaman a casa, a menudo por la noche? Cuando hacen prospección buscando clientes nuevos, los teleoperadores –hombres o mujeres- llaman a las personas por su nombre y se presentan a sí mismos de una manera amistosa. Así, la conversación se entabla en forma personalizada y terminará con un “no dude en volver a llamarme, le contestaré personalmente porque soy yo quien se ocupa de su expediente”.

Pero no todo el mundo sabe que la empresa impone la consigna de presentarse con nombre y apellido falsos, el mismo para todos. El motivo no es sólo ocultar eventuales patronímicos que delatan un origen extranjero, sino además hacer creer al cliente que se beneficia con un seguimiento personalizado, cuando en realidad pasa indiferentemente de un operador a otro gracias a los datos que ingresaron en la computadora en cada interacción; esos datos de acceso inmediato permiten que cada teleoperador pretenda recordar a su interlocutor...

Artículo completo: 286 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de abril 2006
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Danièle Linhart

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