El poder de los dueños y de los periodistas

En Chile, como en muchos otros países, la libertad de expresión se entiende fundamentalmente como el derecho de quienes tienen dinero a poseer medios de comunicación y a hacer lo que estimen con ellos. Casi no se habla del derecho de la ciudadanía a estar correcta y pluralmente informada ni de la responsabilidad social de la prensa. Tampoco se conocen las las sociedades de redactores, donde los periodistas son un contrapeso al poder de los dueños de los medios, una experiencia interesante que en Francia ya tiene casi cuatro décadas de existencia.

Hace cuarenta años, los periodistas elaboraron una propuesta que consistía en imponer a las empresas de prensa un estatuto de sociedad sin fines de lucro con el fin de sustraer la información a la esfera de la rentabilidad. Esta propuesta inspiró muy poco a los candidatos a la primera vuelta de la elección presidencial francesa. Sin embargo, la mayoría de ellos mencionaron en su programa la cuestión de los medios de comunicación. Y la "crisis de la prensa" que afecta a los diarios recuerda en muchos aspectos la de los años ‘60, un período que a los editorialistas les gustaría circunscribir al conflicto de una radiotelevisión pública bajo tutela gubernamental. Soslayando así otro combate, el de los periodistas contra el dinero-rey.

En efecto, desde los inicios de la V República la concentración de diarios amenazaba la diversidad editorial surgida de la Liberación. De los 203 periódicos informativos publicados en Francia en 1946, en 1968 subsistían menos de cien. Algunos profetizaban (¡ya!) la agonía de una información impresa derrotada por la pantalla chica. Los imperios de papel construidos por Jean Prouvost, Robert Hersant, Daniel Filipacchi, inspiraron esta observación a Hubert Beuve-Méry, fundador de Le Monde: "Hace algunos años, el hombre clave de un diario era el jefe de redacción; hoy el hombre clave es el que se ocupa principalmente del aspecto comercial de su funcionamiento".