El 20 de marzo de 2016 se desarrollaron en Zanzíbar –archipiélago autónomo de la República Unida de Tanzania– unas controvertidas elecciones generales. Masivamente boicoteada por la población y muy vigilada por el ejército, esa consulta llevó a la reelección del presidente saliente, Ali Mohamed Shein, mientras que la oposición anunció que la participación de votantes fue inferior al 20%. Esos acontecimientos son el resultado de varios meses de tensión, con un aumento de las amenazas y de la persecución de los opositores, militantes y periodistas. Las elecciones revelan los límites del sistema político de Tanzania, construido desde hace cincuenta y dos años en torno del Chama cha Mapinduzi (Partido de la Revolución, CCM), que, a pesar de la instauración del multipartidismo, en 1992, funciona como un partido-Estado.
Todo comenzó el 28 de octubre de 2015, cuando parecía casi seguro que Seif Sharif Hamad, –candidato del Frente cívico unificado (Civic Union Front, CUF), el partido de oposición– lograría una victoria histórica en Zanzíbar. En una medida que causó sorpresa general, el presidente de la Comisión electoral, Jecha Salum Jecha, anunció la anulación de tres de los cinco escrutinios que se desarrollaban en el archipiélago. Cabe aclarar que los zanzibaríes votan en varios niveles: para la presidencia de Tanzania, para el Parlamento tanzano, para la presidencia de Zanzíbar, para la Cámara de Representantes de Zanzíbar (House of Representatives, ou Baraza la Wawakilishi) y para elegir a los consejeros locales (diwani). A pesar de que la totalidad de las misiones de observadores internacionales señalaron que todo se desarrolló de manera regular, los tres últimos escrutinios de ese día fueron anulados...
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