La naturaleza homogénea de sus poderes y sus poblaciones hace de Argelia, Marruecos y Túnez un polo de estabilidad en el mundo árabe. Pero con la excepción de Túnez, la apertura democrática que siguió a la primavera árabe se diluyó. Los regímenes del Magreb continúan empeñados en defender sus privilegios.
Todos saben que la “primavera árabe” despuntó en el Magreb a fines de 2010, cuando la caída de la dictadura tunecina dio inicio a un ciclo de levantamientos populares que atravesaron la región. En cambio, se suele olvidar que el precursor histórico de este movimiento también se encuentra en el Magreb: en Argelia, las formidables revueltas de octubre de 1988 llevaron a una promesa de apertura democrática antes de desembocar en una sangrienta guerra civil.
Para los observadores externos, Marruecos, Argelia y Túnez parecen ser muy distintos cuando se comparan sus regímenes, economía y política exterior. Sin embargo, en algún momento de su historia, cada uno de estos Estados se encontró en un punto de inflexión, entre una amenaza de conflicto y una posibilidad de democratización...
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