La rebelión de octubre

El persistente conflicto entre los estudiantes del Instituto Nacional con el Ministerio de Educación, la Municipalidad de Santiago y Carabineros, parecía encajonado y sin salida. Fue tema de conversación en el movimiento estudiantil y de a poco se fue elaborando una táctica que permitiera descomprimir ese conflicto y al mismo tiempo visibilizar acciones y demandas más globales. El viernes 4 de octubre, breves notas de prensa informan que el panel de expertos había decido “cambiar” las tarifas del Metro de Santiago y las de buses del transporte público de superficie. El alza comenzaría a regir dos días después, el domingo siguiente.

Los jóvenes estudiantes vieron en esta alza una oportunidad de movilización. “El encarecimiento del transporte afecta directamente a nuestras familias, como a toda la población. También a los estudiantes, que vemos a diario las dificultades económicas de nuestras familias” (1). Durante una semana representantes del Instituto Nacional y del Liceo Arturo Alessandri Palma conversaron sobre cómo resistir al encarecimiento de la vida, con las alzas del transporte, la luz eléctrica y otros servicios básicos. Alguien propuso hacer evasiones masivas en el Metro; la idea prendió enseguida y fue propuesta otros liceos. “Se definió una estrategia territorial por comunas, cada liceo o colegio se debía hacer cargo de la estación de Metro más cercana” (2).

La lunes 7 de octubre un centenar de jóvenes hizo la primera experiencia de una evasión masiva en el metro estación Universidad de Chile, que se repitió al final de la tarde; mientras otro grupo similar, también por la mañana y en la tarde hicieron lo mismo en la estación Salvador. Desde el lunes 14 se sumaron más y más liceos y escuelas, al mismo tiempo que aumentaban las estaciones afectadas por la evasión. Los estudiantes llegaron a invadir simultáneamente 80 de las 136 estaciones del tren subterráneo. La masividad llegó a un punto que ya no fue posible su contención con la fuerza (...)