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Bolivia y el yacimiento de litio más grande del mundo

Un efímero sueño de soberanía

Si bien el gobierno de facto boliviano promete elecciones para el mes de marzo, el proyecto de Evo Morales de defender la soberanía sobre la riqueza de su suelo parece definitivamente enterrado. El ex presidente aspiraba a controlar toda la cadena de producción del litio, desde su extracción hasta su industrialización.

Por un lado, es un país pobre de América Latina. Por el otro, cuenta con una tecnología de vanguardia que no maneja casi ninguna otra nación del Sur. A priori, nada permitía suponer que un día Bolivia pretendería convertirse en uno de los actores clave del mercado del litio, un metal alcalino indispensable para la producción de baterías. El descubrimiento del yacimiento más grande del mundo de este “oro blanco” en el salar de Uyuni, el inmenso desierto de sal al suroeste del país, podría haber conducido a un fenómeno que el país conoce bien: la explotación por otros de la riqueza que yace oculta en su suelo. Pero el presidente Evo Morales, electo en 2006 y derrocado por un golpe de Estado en octubre de 2019 (1), había imaginado un escenario diferente: una explotación de litio que no beneficiara a las multinacionales del Norte sino a los bolivianos…

El fin del colonialismo
El día está llegando a su fin. Un viento glacial azota el salar de Uyuni. Estamos frente al complejo industrial de producción de litio y cloruro de potasio en Llipi, en una noche de invierno de 2019. Aquí se juega el futuro del país: a cargo del Estado, esta unidad pionera de explotación e industrialización del litio debe convertir a Bolivia en la “Arabia Saudita del litio”, como solía repetir el entonces vicepresidente Álvaro García Linera, ahora exiliado en Argentina.

Aunque el planeta no cuenta con muchos salares, lugares privilegiados para la extracción de litio, la demanda no deja de aumentar. Si para un simple smartphone se utilizan entre 2 y 3 gramos de este metal, un auto eléctrico requiere de unos 20 kilos. Hoy en día circulan solo 4 millones de vehículos “verdes”, pero se estima que para 2040 esta cifra ascenderá a 260 millones. En los próximos diez años, se espera que la demanda mundial de litio, que en 2018 fue de alrededor de 300.000 toneladas, alcance el millón de toneladas. Los precios, por su parte, ya se han cuadruplicado en los últimos tres años: en 2018, la tonelada se disparó a 20.000 dólares (antes de una ligera baja en 2019). Desde entonces, la pequeña localidad de Llipi atrae la atención del mundo entero. Al parecer, bajo sus 10.000 kilómetros cuadrados, el salar de Uyuni tiene unos 21 millones de toneladas de litio (2). Una promesa de abundancia. Pero, ¿para beneficio de quién?

Desde la colonización española -durante la que millones de indios murieron en las minas de plata- hasta el siglo XX -en el que las compañías extranjeras hicieron fortuna con las minas de oro, tungsteno y estaño-, las comunidades locales nunca se vieron beneficiadas por ninguna de las riquezas del subsuelo boliviano. “De ninguna manera dejaremos que nos saqueen de nuevo”, había declarado Evo al comienzo de su primer mandato. Desde su llegada al poder, en 2006, defiende la idea de una extracción “100% nacional” con una ambición concreta: exportar el litio, pero no en estado bruto, sino transformado en baterías de producción local, con mayor valor agregado. Si lo lograse, Bolivia pasaría a ser uno de los pocos países del Sur en hacerse cargo de la totalidad de una cadena industrial: exploración y extracción de la materia prima (tratamiento de salmueras), elaboración de los compuestos de base (carbonato de litio, pero también cloruro de potasio, subproducto del proceso de extracción del litio, que se utiliza como fertilizante y se exporta principalmente al mercado brasileño), fabricación de bienes intermedios (cátodos de litio y electrolito), así como bienes de consumo final (baterías de iones de litio).

En 2008, el gobierno ha impulsado un plan nacional de industrialización de recursos “evaporíticos” -el litio, sobre todo, pero también otros minerales presentes en la salmuera, como el potasio, el boro, etc.-, bajo la tutela de una empresa nacional: Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). “Nuestra política consiste en asegurarnos de que sean las empresas (...)

Artículo completo: 2 170 palabras.

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Maëlle Mariette

Periodista.

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