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4 de noviembre. Queremos otro Chile no el de sus dueños. Por Alex Ibarra Peña

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Sin duda estamos en un momento de crisis política. Como todos saben las crisis son provocadas por el exceso de las anomalías, es decir, cuando las explicaciones ya no satisfacen. Sin embargo, nos siguen llenando de explicaciones ridículas y dañinas, con la mala intención de confundir a una ciudadanía que no tiene asegurado el derecho a una educación de calidad. No estamos libres de los pervertidos ideológicos que están al servicio de los dueños de Chile, una figura paradigmática del cara dura ha sido varias representada por Axel Kaiser que sólo se le puede tomar en serio por el posible daño que causa en la opinión pública. La última de las falacias que ha presentado es aquella en que sentencia -no entiendo como no se le escapan las carcajadas a este títere del capital- que el socialismo es una filosofía fracasada. Claramente no nos dirá las causas de este fracaso, ya que tienen directa relación con el poder hegemónico que ejercen aquellos que le dan de comer. El socialismo no ha sido un fracaso, simplemente no se ha llegado a su instalación, porque sigue imperando la falsa creencia de que es justo que unos pocos gocen de los beneficios, esta es la herencia colonial más instalada en nuestra psiquis como fruto del disciplinamiento social y de las estrategias de control. En esto Kaiser oculta las causas de por qué los socialismos han fracasado. Pero, su corta inteligencia para el análisis político, nuevamente queda demostrada cuando asume que el gobierno de Bachelet y la Nueva Mayoría son parte de una opción socialista. En otras palabras, Kaiser no sólo defiende el neoliberalismo, sino que además no tiene interés en derivaciones de esta política económica abiertas a la solidaridad. Una postura como la de este ideólogo de poco calibre, pero con tribuna y bien pagado, es absolutamente conservadora. Defiende más al capitalista que al sistema neoliberal. Me viene la imagen de un buen perro adiestrado para caricaturizar la figura que ha decidido representar este nefasto agorista en el espacio público.

Hemos dicho que estamos en momento de crisis, que son una muestra de enfermedad, pero de las enfermedades nos reponemos, incluso algunos síntomas de enfermedad pueden ser bastante liberadores, ya que motivan transformaciones, siguiendo las ideas kuhnianas del inicio podríamos decir revoluciones. Las crisis puede ser parchadas con reformas, pero eso no es parte de la curación necesaria, vienen a ser sólo un paliativo. Las crisis sólo se superan, como decía Gramsci, con la instalación de un nuevo orden intelectual y moral, en otras palabras con una revolución de ideas o de paradigmas como aquellas que proponen algunos movimientos que algunos agoristas ya conceptualizan como “izquierda emergente” que son visibilizados con mayor claridad en los medios después de las elecciones municipales. Debo confesar que me parece irritante que los agoristas, sobre todos aquellos que jamás han estado en una marcha de los movimientos sociales, comiencen a darles tareas a estos movimientos. Creo que ese ánimo pontificador obedece a la tentación de mirarse el ombligo cuando se está frente a un teclado. Las lecciones de los movimientos sociales han sido varias y su eficiencia ha estado en las acciones prácticas más que en las teóricas, sabemos que la teoría política ayuda, pero sólo en aspectos formativos y no tanto en los realizativos. Sin embargo, hay dos cuestiones que quisiera destacar, ambas también se encuentran en el pensamiento de Gramsci: la importancia de la formación del político y la creación de un partido político que encarne las nuevas fuerzas de transformación.

Sobre la primera quisiera decir que hay una necesidad urgente de la formación política de los líderes emergentes, los años de las posdictadura han sido brutales en su ataque a la cultura política democrática. A los líderes políticos jóvenes en los partidos institucionalizados se les ha enseñado como beneficiarse del sistema más que acompañarlos en la formación ideológica, hay toda generación de líderes políticos que fueron conquistados en la universidad de la década del noventa y que terminaron siendo malos políticos, un caso representativo es el ex ministro Peñailillo. Otros de una generación mayor que tuvieron mejor formación ideológica se asimilaron rápidamente al modelo del lucro, aquí tenemos varios de los políticos de nuestra escena televisiva y que ya han comenzado a perder en las elecciones. A los nuevos militantes de esta “izquierda emergente” sólo decirles que no abandonen el aspecto formativo en el ámbito de la ideología, ustedes saben y sabrán cómo hacerlo, lo importante es que no lo abandonen ni lo confundan.

La segunda cuestión es más compleja. Creo que no se requiere de un partido único, la idea de frente amplio ha sido fértil. Sin duda aquí ha estado la deuda de la “izquierda emergente”, cuando hay varios liderazgos buenos esto es aún más complicado, pero debe imperar la generosidad y la no renuncia a lo popular. Es un momento propicio de consolidar el apoyo a la fuerza política que representan y esto como bien saben no sólo tiene que ver con los cálculos electores, no se debe renunciar a la militancia cotidiana.

Este viernes 4 de noviembre estamos frente a un nuevo desafío político. La convocatoria no es realizada por partidos políticos, de hecho creo que poco de los “representantes” deberían atreverse a salir a la calle ese día, cuesta lavarse las manos cuando están bien sucias. La movilización convocada es desde dos movimientos sociales que están reclamando por asuntos bastante importantes en favor del pueblo y en contra de los capitalistas abusivos. Uno de los convocantes es el movimiento social que no ha cesado en denunciar el robo de las AFP y en realizar algunas propuestas en favor de un sistema solidario único ajeno al lucro de inversionistas inescrupulosos. El otro movimiento, también muy importante, pero menos difundido es el rechazo al peligro que representa la eventual firma del TTP que este gobierno quiere dejar sellado. En torno a esto sólo diré que dicha firma viene a ser un daño más para el pueblo, ya que es una propuesta que sólo favorece a los capitales.

Estos dos motivos son suficientes para adherir la protesta social. No podemos ser irresponsables en esto. Por los mismos movimientos convocantes se han difundido varias formas de apoyo a la protesta. La protesta y el apoyo a esta forma de acción política son una vía de acción legítima en defensa de los afectados a un sistema fracasado y que no es el de la izquierda, como algunos mentirosos quieren que creamos. Aprovecho de recordar una frase -con hermoso contenido utópico- proveniente de un líder del movimiento político español Podemos: “si no nos dejan soñar no los dejaremos dormir”. No olvidemos que el operar del gobierno ante estas manifestaciones es la represión, podríamos sospechar que esta será dura. Varias marchas de los estudiantes eran dispersadas antes de que comenzarán, esas fueron las que tuvieron resultados más violentos. Seguramente el hostigamiento de las Fuerzas Especiales también será parte de la estrategia. Creo que una forma simple de autodefensa frente a una detención ilegal es gritar fuertemente tu nombre y apellido para que algún compañero solidario se preocupe de informar a los colaboradores de los movimientos convocantes y a los observadores de derechos humanos. Un gesto de responsabilidad también es denunciar cualquier abuso o tortura que realicen los efectivos policiales. Esta marcha no es liderada por partidos políticos, es sólo la convocatoria a protestar en favor de un pueblo abusado. Si es que ésta marcha logra convocar a la ciudadanía veremos un nuevo rechazo al proyecto de la dictadura que han seguido defendiendo la mayoría de los políticos. La participación en la marcha es un acto político ciudadano comprometido y militante. El apoyo al paro aunque sea evitando el comentario crítico infundado, que favorece al sistema, proveniente desde la insensata apatía establecida en la conciencia de alguien que también es víctima, viene a ser parte de la emergencia política en la que estamos. Este paro viene a ser una apuesta en favor de un pueblo que busca su soberanía y que no abandona su dignidad.

Alex Ibarra Peña
Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada

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