A 120 años del nacimiento de Pablo de Rokha

Recordando a Pablo de Rokha y Winétt
por Patricia Tagle de Rokha

Un 23 de marzo de 1894 nacía en Licantén, en el centro sur de Chile, un niño llamado Carlos Ignacio Díaz Loyola, y hubo de ser ese su tiempo, en ese pequeño pueblo, en esos extensos campos, cruzadas sus aldeas, por un caudaloso río que desemboca en el mar. Un escenario lleno de aromas y sonidos, de espantos, que desataron la imaginación, de este niño de cinco años, amarrado al caballo, trepando la cordillera con su padre, bajo la lluvia y el relámpago. “Ruge la muerte, galopa su sombrío caballo, por adentro de la memoria del mundo”.

Así las cosas para “el pequeño Job” en su niñez, “El amigo piedra” en el Seminario conciliar de san Pelayo en Talca, de donde extraería, una prosa profunda y dolorosa, de una experiencia cruel, que lo estremecería y donde se formaría el ateo...

De piojos y tigres
por Naín Nómez

“El tigre espantado del fogonazo vuelve de noche al lugar de la presa. Muere echando llamas por los ojos y con las zarpas al aire”. José Martí

En algún lugar de la historia, el poeta Martí debe haber hablado con el poeta Pablo de Rokha sobre “nuestra América” y los ojos les deben haber brillado de augurios. Y ese tigre mestizo reaparecería en muchos lugares y moriría de muchas maneras, como en Santiago de Chile el 10 de septiembre de 1968. Ese día el macho anciano Carlos Díaz Loyola, que batalló como Pablo de Rokha, había dejado de golpear.

La mitología vigente nos habla de un viejo cuento que se desgrana entre Ulises y Prometeo, de un bárbaro constructor de lenguajes barrocos, de una lírica social que se transforma en épica y otras historias. También nos entrega la encarnación de una figura primitiva que parece no haber pasado jamás por las debilidades de la infancia. Por último, nos endilga una creación oscurecida por la cólera oficialista desde su creación. Otras mitologías dicen que muchas veces deseó empuñar la espada y no la pluma y que la (...)