En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

A refundar el país desde abajo por Manuel Hidalgo

Las movilizaciones populares en Chile en el último año han ido generando una nueva conciencia: hemos llegado a un punto en que la solución efectiva a los problemas que tenemos no pasa ya por unos pesos más o una pequeña reforma legal que siga “parchando” un sistema que definitivamente sigue concentrando la riqueza y los beneficios del crecimiento en unos pocos y postergando a la inmensa mayoría.

Este sistema no da para más. Tenemos que cambiarlo, de raíz y por completo. Y no vamos a delegar esa responsabilidad en otros u otras. Queremos que el pueblo mande. Que él sea el protagonista del cambio.

Hemos llegado a esta convicción porque hemos vivido hasta el cansancio la experiencia de que las autoridades ejercen sus atribuciones y toman decisiones sin basarse en mandatos recibidos del pueblo –no se consultan, precisamente, como debieran las cuestiones más importantes que nos afectan- ni persiguen con ellas el bien común, el bienestar de la mayoría social. Por el contrario, sus decisiones se basan en sus particulares apreciaciones de la realidad y buscan satisfacer prioritariamente sus intereses particulares a nivel personal y de grupos y camarillas de que se rodean o a cuyo servicio están.

Estamos frente al desafío de construir una capacidad comunitaria, social, de influir decisivamente, en nuestra suerte como país, de asumir un protagonismo histórico. De construir un poder ciudadano, popular, comunitario, desde abajo.

Esto requiere, en primer lugar, de que recuperemos la vida en comunidad como horizonte real de vida de las personas. No es fácil, ya que por más de 30 años hemos sido empujados violentamente –por la fuerza de la ley, de las instituciones y aún de la violencia contra los espacios de asociatividad popular- a vivir unos a espaldas de los otros. Y muchas personas ya se han acostumbrado a eso. Ya interiorizaron como sentido común el vivir así, “cada una pa’ su santo”, “cada quien mata su toro”.

Y así nos tienen, jodidos. Sólo reaccionamos buscando a los demás cuando la tragedia y el dolor nos rebasan y obligan a tener que encontrarnos para juntar fuerzas que nos permitan enfrentarlos. Sea las amenazas de los desalojos o la fuerza destructora de un terremoto-maremoto. Pero, menos mal, ya nos hemos ido encontrando y reconociendo como iguales, más allá de nuestra individualidad. Como los niños y jóvenes, que han puesto de pie al movimiento estudiantil de estos años y que han empezado a reaccionar contra el sistema discriminador, segregador y explotador a favor de la banca que opera en la Educación que se les viene dando. Y que hasta acá habíamos permitido…Y como ellos, es hora de decir: NO MÁS. Es hora de construir otro país.

Este sistema de dominación, que nos ha destruido como personas, como familias, como pueblo, también está destruyendo la naturaleza, el medio ambiente en que vivimos. Es hora de romper con esta forma de vida, desde nuestra propia vida cotidiana; no sometiéndonos ni a su ritmo ni a sus exigencias. Es hora de cuestionarse qué sentido tiene seguir viviendo esclavizado del crédito, en largas jornadas de trabajo, sin gozar siquiera un momento de la compañía de las personas que amamos y que nos rodean.

En segundo lugar, es necesario avanzar en la refundación de nuestra vida como país, partiendo desde abajo. Eso es lo que nos proponemos quienes estamos por una Vía Popular y de los Pueblos hacia la Constituyente.

Se trata de que construyamos los espacios y procesos de deliberación, de lucha y autonomía, desde las comunidades territoriales, locales, así como de otra comunidades de carácter temático o sectorial, que se articulan ya sean como movimientos o redes sociales, algunas de las cuales incluso funcionan por Internet. Se trata que en la dinámica de estas comunidades vayamos combinando la lucha contra el sistema de dominación actual, con la prefiguración en nuestra práctica y en nuestra reflexión de un sistema de vida distinto. Eso es lo que entendemos como el proceso de construcción de un poder ciudadano, popular, comunitario, alternativo al que actualmente impera en Chile.

Hay que abrir un ancho cauce para que en cada localidad, en cada espacio de vida en que nos desenvolvemos, entremos a participar como vecinos, como compañeros de estudio, de trabajo, de convicciones y motivaciones ciudadanas, para construir entre todos y todas los espacios y experiencias que hagan a la refundación del país, desde abajo.

El mayor desafío teórico y práctico es que seamos capaces de inventar y redefinamos en los hechos la relación entre el espacio y las atribuciones del mercado, las del estado y las de la sociedad civil organizada comunitariamente. A nivel del país, de cada región, de cada localidad. Es un largo camino, pero ya nos hemos puesto a andar con este horizonte. Perseverar en él, sin abandonarlo por los atajos o alternativas de quienes dominan o no confían en el pueblo, es esencial. Como también sumar a esta perspectiva a los más amplios sectores organizados.

Octubre de 2011

www.lemondediplomatique.cl

Compartir este artículo