En kioscos: Abril 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

ANTECEDENTES DE LOS ACUERDOS CUBA-EEUU Dos textos premonitorios de Le Monde Diplomatique publicados en junio y en noviembre de 2014. Ignacio Ramonet y Patrick Howlett-Martin

Artículo publicado en Le Monde Diplomatique en la edición de noviembre de 2014

Washington-La Habana ¿Deshielo en el trópico?

por Patrick Howlett-Martin

Debieron pasar dieciséis años para que Estados Unidos reconociera a la Unión Soviética; veinte para que reconociera a Vietnam; treinta a la República Popular China. Cincuenta y cuatro años transcurrieron desde el derrocamiento de Fulgencio Batista, y sin embargo Washington aún no mantiene relaciones diplomáticas con Cuba.

Para algunos, sin embargo, no existe duda alguna: el deshielo llega finalmente a las aguas turquesas que bordean la isla. Su convicción se basa en gran medida en un apretón de manos: el que se dieron el presidente estadounidense Barack Obama y su par cubano Raúl Castro durante el funeral de Nelson Mandela en Soweto, el 10 de diciembre de 2013. El momento fue unánimemente calificado como “histórico” por una prensa más bien obsesionada con una cuestión: ¿ese gesto había sido preparado? Imposible determinarlo a ciencia cierta; pero una serie de circunstancias sugiere que la hipótesis de una puesta en escena nada tiene de descabellada.

Una semana después de las exequias del dirigente sudafricano, un editorial del Financial Times consideraba que “los argumentos en favor de una flexibilización, y luego de un levantamiento del embargo” eran “convincentes”, antes de ordenar a la Casa Blanca que “modificara su política respecto de Cuba”. Por su parte, el periodista conservador John McLaughlin reunió a diferentes colegas para analizar el “caso”. Todos denunciaron las sanciones, incluyendo Patrick Buchanan, ex candidato a las elecciones presidenciales del ala ultraconservadora del sector republicano. Sin embargo, al igual que McLaughlin, Buchanan había apoyado en su momento a Ronald Reagan, para quien un acercamiento con el régimen castrista no figuraba entre sus prioridades (2)...

En febrero de 2013, Patrick Leahy, el más antiguo del grupo demócrata en el Senado, había encabezado una misión parlamentaria bipartidaria a La Habana. Un año más tarde, le envió al presidente Obama una carta abierta firmada conjuntamente con su colega republicano de Arizona, Jeff Flake. Ambos solicitaban el levantamiento del embargo y la normalización de las relaciones, deseada, según una encuesta del Atlantic Council de febrero de 2014, por el 56% de los ciudadanos estadounidenses (3). Mencionando los intercambios y las inversiones de la Unión Europea, Canadá y los principales países del subcontinente (México, Brasil, Colombia), constataban: “En lugar de aislar a Cuba, no hicimos más que aislar a nuestro país con políticas obsoletas” (4).

El 16 de mayo de 2014, la subsecretaria de Estado estadounidense, Roberta Jacobson, dialogaba en Washington con la directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano, Josefina Vidal Ferreiro. En el orden del día: la posibilidad de un intercambio inédito de detenidos. Días más tarde, el 19 de mayo, bajo el título “Support Cuban society”, cuarenta y cuatro personalidades (parlamentarios, ex altos funcionarios, oficiales de alto rango retirados, empresarios, responsables de fundaciones y de organizaciones no gubernamentales) le enviaban a su vez una carta abierta a Obama. Allí efectuaban dieciséis recomendaciones destinadas a desarrollar las relaciones con la sociedad cubana, así como los intercambios de carácter comercial y turístico, a pesar de la oposición del Congreso, el único autorizado para levantar el embargo. Entre los firmantes: John Negroponte, ex jefe de inteligencia estadounidense, impulsor a comienzos de los años 80, cuando era embajador en Honduras, de la política de guerra contra el régimen sandinista de Nicaragua, política condenada en 1986 por dos fallos de la Corte Internacional de Justicia. Sin embargo, en lo fundamental, el dispositivo legislativo de excepción contra la isla se mantiene. Ésta figura aún en la lista de “países terroristas”. El embargo se extendió a las empresas extranjeras (Cuban Democracy Act, 1992; Helms-Burton Act, 1996), lo que ahoga a la economía y exige a los demás países la aplicación de sanciones unilaterales contra Cuba. Disposiciones migratorias particulares recompensan a los emigrados que ingresaron clandestinamente al territorio estadounidense. El Congreso vota cada año una ayuda financiera a los proyectos anticastristas de “defensa de la democracia”. Un programa de incentivos apunta desde 2006 a captar a los médicos cubanos contratados en el marco de acuerdos de cooperación en el exterior (5). Finalmente, Washington impulsó, durante el mandato de George W. Bush (2001-2009), la elaboración de un proyecto de transición pos Castro que no ha sido cuestionado por Obama.

Antes del embargo, que data de enero de 1962, las dos terceras partes de los intercambios de la isla se hacían con Estados Unidos. Actualmente, los puertos cubanos están vedados para los barcos con bandera estadounidense, salvo excepciones, desde 2000, para productos agrícolas y medicamentos. El organismo encargado del control de activos extranjeros (Office of Foreign Assets Control, OFAC) en el seno del departamento del Tesoro estadounidense dedica gran parte de sus actividades a hacer que se respete este embargo unilateral. A veces recurre a medidas extremas: a lo largo del tiempo, prohibió la importación a Estados Unidos de equipos que contuvieran níquel proveniente de Cuba, chocolate suizo fabricado con cacao cubano, o incluso tabaco cubano, aun el adquirido en terceros países o en los duty free. En enero de 2011, hizo embargar el aporte destinado a Cuba del Fondo Mundial de Lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Global Fund), por un total de 4,2 millones de dólares.

Desde 2009, grandes bancos internacionales debieron pagar fuertes multas por operaciones financieras realizadas con Cuba. Abonaron más de 3.200 millones de dólares al Tesoro estadounidense. Y el monto de las multas va en aumento: 619 millones de dólares para ING en junio de 2012; 1.900 millones de dólares para HSBC en diciembre de 2012; 8.900 millones de dólares para BNP-Paribas en mayo de 2014 (este último monto incluye también infracciones a los embargos contra Irán y Sudán) (6). El propio embajador de Francia en Cuba no escapó a la OFAC: su cuenta personal en el Banque transatlantique (grupo CIC) fue embargada por la justicia estadounidense luego de que emitiera un cheque en dólares destinado a la compra, en La Habana, de un automóvil de marca francesa para su uso personal. Una cláusula prohíbe además a las empresas de terceros países alquilar o vender a Cuba bienes o servicios cuya tecnología tenga más del 10% de componentes estadounidenses; lo que sucede con la gran mayoría de las plataformas petroleras y gran parte del equipamiento de salud.

Desde luego, a partir de 2000, las leyes de excepción votadas durante la presidencia de John Fitzgerald Kennedy (1961-1963) no se respetan. La enmienda Nethercutt autoriza las exportaciones agrícolas estadounidenses. En 2012, Cuba ofrecía al sector agrícola estadounidense su cuadragésimo tercer (sobre doscientos veintinueve) mercado de exportación, por un valor de 457 millones de dólares (las compras cubanas deben pagarse al contado). Desde la organización en La Habana, en 2002, de una feria agrícola estadounidense inaugurada por el gobernador de Minnesota, se sucedieron allí los gobernadores de Estados cerealeros, a veces muy conservadores (Montana, North Dakota, Minnesota, Idaho...). Y ocasionalmente se realizan consultas bilaterales en materia de inmigración, meteorología, correo postal (interrumpido en 1963) y lucha contra el tráfico de estupefacientes.

Por su parte, seiscientos mil estadounidenses de origen cubano viajaron a La Habana en 2013, es decir, aproximadamente dieciocho vuelos diarios. Mientras que los cien mil ciudadanos estadounidenses que viajan cada año con destino a Cuba deben obtener una autorización previa, los desplazamientos de los ciudadanos estadounidenses nacidos en la isla no sufren ninguna restricción. El levantamiento de la autorización de salida del territorio cubano, vigente a partir de diciembre de 2012, suscitó un aumento considerable de las partidas regulares: al 1º de septiembre de 2013, cuarenta y siete mil personas abandonaron el país, la gran mayoría con destino a Florida. La legislación cubana ya no se opone a su regreso, con la condición de que su estadía en el extranjero no supere los veinticuatro meses. Para los seis primeros meses del año 2013, la Sección de Intereses de Estados Unidos otorgó más de dieciséis mil setecientas visas; una cifra que aumentó un 79% con respecto a 2012.

Alrededor de las dos terceras partes de la población de la isla se beneficiarían con transferencias financieras provenientes de la comunidad cubana en Estados Unidos. Según una fuente gubernamental cubana, éstas ascenderían a unos 2.600 millones de dólares en 2012: un aumento de aproximadamente el 13% con respecto a 2011, a pesar de una reglamentación restrictiva (7). Enfrentado a una economía fosilizada (excepto algunos sectores competitivos como el turismo, la cooperación médica y las biotecnologías), y deseando movilizar a una población que no tiene más remedio que arreglárselas como puede, el presidente Castro puso en marcha medidas de apertura económica (8). Lo cual fomenta estas transferencias financieras, que se traducen en inversiones de carácter privado: pequeños comercios, sector inmobiliario, gastronomía, hotelería domiciliaria...

En Estados Unidos, los exiliados cubanos se concentran en Florida, donde constituyen entre el 5% y el 8% del electorado igualmente repartido entre demócratas y republicanos. Este Estado elige veinticinco de los cuatrocientos treinta y cinco representantes en el Congreso; desempeñó un papel decisivo en las elecciones presidenciales de 2000 y 2004.

Hasta hace poco tiempo, los candidatos a la Casa Blanca estaban convencidos de no poder pronunciarse en favor de una mejora de las relaciones con La Habana sin poner en riesgo su elección o la de los parlamentarios de su partido en Florida. Pero las cosas cambian. Mientras que su marido se había expresado claramente en favor del embargo durante sus dos mandatos, Hillary Clinton, quien desea llevar los colores demócratas a las presidenciales de 2016, escribió en su último libro: “Al finalizar mi mandato, le pedí al presidente Obama que reconsiderara nuestro embargo contra Cuba. No servía para nada y perjudicaba nuestros proyectos con el resto de América Latina” (9).

Los jóvenes toman distancia respecto de las decisiones políticas de sus mayores. Durante las elecciones presidenciales de 2012, el porcentaje de votos republicanos se redujo en el seno de la comunidad cubana. La Universidad de Miami acaba de publicar además los resultados de una encuesta que revela que, actualmente, la mayoría de los exiliados desea una mayor apertura hacia su patria de origen y se pronuncia en contra del embargo. En 1991, se trataba sólo del 13% de la población, contra el 22% en 1997, el 34% en 2004, el 46% en 2011 y el 52% en 2014 (The Miami Herald, 17 de junio de 2014).

En el Congreso, los representantes electos oriundos de Cuba militan sin embargo contra un acercamiento hacia la isla. Y ello, se trate de los demócratas Robert Menéndez, Albio Sires y José Antonio “Joe” García o de los republicanos Rafael Edward “Ted” Cruz, Marco Rubio (ambos potenciales candidatos a la Casa Blanca), Mario Rafael Díaz-Balart e Ileana Ros-Lehtinen. Cercanos a las organizaciones anticastristas US Cuba Democracy y Cuban American National Foundation, siguen influyendo de manera determinante. Presiden, o presidieron, las comisiones de relaciones exteriores del Senado (Menéndez) y de la Cámara de Representantes (Ros-Lehtinen).

En estas condiciones, el cambio esperado podría demorarse. Desde luego, bajo el impulso de gobiernos cercanos a La Habana, América Latina se dotó de organizaciones de integración regional que excluyen a Estados Unidos (10). Desde luego, los países del subcontinente amenazaron con boicotear la próxima Cumbre de las Américas, prevista para 2015, si Cuba no participaba de ella. Desde luego, veintidós votaciones sucesivas en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) exigieron el levantamiento del embargo (ciento ochenta y ocho votos a favor y dos en contra en la 68ª sesión en 2013). Pero todo esto no prosperará mientras las consideraciones de política interior prevalezcan en Estados Unidos sobre el interés de una mejora de la relación bilateral.

Hecho novedoso, sin embargo: la patronal estadounidense se muestra actualmente favorable a ello. En mayo de 2014, su mascarón de proa, Thomas Donohue, viajó a La Habana, acompañado por una delegación de empresarios, con el fin de evaluar la política de apertura económica del presidente Castro. A su regreso, exhortó a Obama a “tomar nuevas medidas de flexibilización” de manera de “abrir un nuevo capítulo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba” (11). En efecto, ¿por qué mantenerse al margen de un mercado en el que se encuentran estrechamente asociados Brasil y Venezuela, y que próximamente podría ser objeto de un nuevo acuerdo marco, más flexible, con la Unión Europea? Sin olvidar que Rusia manifestó su interés: en febrero de 2013, su primer ministro, Dimitri Medvedev, viajó a La Habana junto con una importante delegación de empresarios. En cuanto a China, es el tercer socio comercial de Cuba, detrás de la Unión Europea...

1. “Time for US policy change on Cuba”, Financial Times, Londres, 22-2-13.

2. “The McLaughlin Group: The Ryan-Murray budget deal, president Obama’s handshake with Raul Castro and US-Cuba relations”, Bernard Center, Potomac (Maryland), 17-12-13, www.bernardcenter.org

3. “Majority of Americans favor ties with Cuba, poll finds”, The New York Times, 10-2-14.

4. “Rather than isolate Cuba with outdated policies, we have isolated ourselves”, The Miami Herald, 11-2-14.

5. Léase Hernando Calvo Ospina, “Une internationale… de la santé”, Le Monde diplomatique, edición chilena, agosto de 2006.

6. Léase Ibrahim Warde, “Volvieron los reguladores a Estados Unidos”, Le Monde diplomatique, edición chilena,agosto de 2014.

7. Cifra proporcionada por el estudio del Havana Consulting Group “Remittances to Cuba: the most powerful engine of the Cuban economy”, citado en Miami Herald, 6-12-13.

8. Léase Renaud Lambert, “Cuba, los frijoles y la reforma”, Le Monde diplomatique, edición chilena, abril de 2011.

9. Hillary Clinton, Hard Choices, Simon & Schuster, Nueva York, 2014. Citado por Ignacio Ramonet, “Algo se está moviendo”, Le Monde diplomatique, edición chilena, julio de 2014.

10. Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), Comunidad del Caribe (CARICOM).

11 . Hector Lemieux, “Cuba submergée par l’afflux de dollars américains”, Le Figaro, París, 4-6-14.

*Periodista. Autor de La Politique étrangère du Brésil (2003-2013). Une émergence contestée, L’Harmattan, París, 2014.

Traducción: Gustavo Recalde


Artículo publicado en la edición chilena de Le Monde Diplomatique en julio de 2014

Cuba, Estados Unidos Algo se está moviendo

por Ignacio Ramonet

En el libro que acaba de publicar sobre sus experiencias como Secretaria de Estado durante el primer mandato (2008 – 2012) del presidente estadounidense Barack Obama, titulado “Decisiones difíciles”, Hillary Clinton escribe, a propósito de Cuba, algo fundamental: «Al terminar mi mandato, le pedí al presidente Obama que reconsiderase nuestro embargo contra Cuba. No cumplía ninguna función y obstaculizaba nuestros proyectos con toda América Latina».

Por primera vez, una personalidad que aspira a la presidencia de Estados Unidos afirma públicamente que el bloqueo impuesto por Washington -desde hace ¡más de cincuenta años!- a la mayor isla del Caribe no cumple «ninguna función». O sea, no ha permitido doblegar a ese pequeño país a pesar del mucho sufrimiento injusto que le ha causado a su población. Lo fundamental, en la constatación de Hillary Clinton, son dos aspectos: primero, rompe un tabú diciendo en voz alta lo que desde hace tiempo todos saben en Washington: que el bloqueo no sirve para nada. Y segundo, más importante, declara esto en el momento en que arranca su trayectoria hacia la candidatura demócrata a la Casa Blanca; es decir, no teme que esa afirmación -a contracorriente de toda la política de Washington hacia Cuba en el último medio siglo- constituya un handicap para ella en la larga batalla electoral que tiene por delante hasta las elecciones del 8 de noviembre de 2016.

Si Hillary Clinton sostiene una postura tan poco convencional es, en primer lugar, porque asume el desafío de responder sin temor a las duras críticas que no dejarán de formularle sus adversarios republicanos, ferozmente hostiles a todo cambio de Washington con respecto a Cuba. Y en segundo lugar, y sobre todo, porque no ignora que la opinión pública estadounidense ha evolucionado sobre ese tema y es hoy mayoritariamente favorable al fin del bloqueo.

También empresarios Al igual que Hillary Clinton, un grupo de unos cincuenta importantes empresarios (2), ex altos cargos estadounidenses de distintas tendencias políticas, e intelectuales, sabiendo que el Presidente de Estados Unidos no posee la facultad de levantar el embargo, que no depende del Gobierno sino de una mayoría cualificada de demócratas y republicanos en el Congreso, acaban de pedirle a Obama, en una carta abierta (3), que utilice las prerrogativas del poder ejecutivo para introducir «cambios más inteligentes» en su relación con Cuba y se acerque más a La Habana en un momento en el que, señalan, la opinión pública es favorable a ello. En efecto, una encuesta realizada en febrero pasado por el Centro de investigación Atlantic Council afirma que el 56% de los estadounidenses quiere un cambio en la política de Washington con La Habana. Y, más significativo, en Florida, el Estado con mayor sensibilidad a este tema, el 63% de los ciudadanos (y el 62% de los latinos) también desea el fin del bloqueo (4). Otro sondeo más reciente, realizado por el Instituto de Investigación Cubano de la Universidad Internacional de Florida, demuestra que la mayoría de la propia comunidad cubana de Miami (5) pide que se levante el bloqueo a la isla (un 71% de los consultados considera que el embargo “no ha funcionado”; y un 81% votaría por un candidato político que sustituyese el bloqueo por una estrategia que promoviera el restablecimiento diplomático entre ambos países) (6).

Y es que, contrariamente a las esperanzas que surgieron después de la elección de Barack Obama en noviembre de 2008, Washington ha mantenido una suerte de inmovilismo en sus relaciones con Cuba. Justo después de asumir su cargo de presidente, Obama anunció -en la ‘Cumbre de las Américas’, celebrada en Trinidad-Tobago, en abril de 2009- que le daría a las relaciones con La Habana, un «nuevo rumbo». Pero se limitó a gestos poco más que simbólicos: autorizó que los estadounidenses de origen cubano viajasen a la isla y enviasen cantidades acotadas de dinero a sus familias. Luego, en 2011, adoptó nuevas medidas, pero también de escaso alcance : permitió que grupos religiosos y estudiantes viajaran a Cuba, consintió que los aeropuertos estadounidenses acogieran vuelos charters a la isla, y amplió el limite de las remesas que los cubano-americanos podían transferir a sus parientes. Poca cosa en relación con el formidable contencioso que separa a los dos países.

«Los Cinco» Entre los diferendos, está el caso «de los Cinco» (7) que ha conmovido a la opinión pública internacional (8). Esos agentes de inteligencia cubanos, detenidos en Florida por el FBI en septiembre de 1998 cuando realizaban misiones de prevención contra el terrorismo anticubano, fueron condenados en un juicio político típico de la guerra fría (auténtico linchamiento jurídico) a altas penas de prisión. Condenas tanto más injustas cuanto que «los Cinco» no cometieron ningún acto de violencia, ni procuraron información sobre la seguridad de los Estados Unidos. Lo único que hicieron, corriendo riesgos mortales, fue prevenir atentados y salvar vidas humanas.

Washington no es coherente cuando dice combatir el «terrorismo internacional» y sigue auspiciando en su propio territorio a grupos terroristas anticubanos (9). Sin ir más lejos, en abril pasado, las autoridades de la isla detuvieron a un nuevo grupo de cuatro individuos, vinculados a Luis Posada Carriles (10), venidos una vez más de la Florida con la intención de cometer atentados.

Tampoco hay coherencia cuando acusan a «los Cinco» de actividades antiamericanas que jamás existieron, mientras Washington sigue empeñado en inmiscuirse en los asuntos internos de Cuba y en fomentar un cambio de sistema político. Lo acaban de volver a demostrar las recientes revelaciones sobre el asunto «ZunZuneo» (11), esa falsa red social que una agencia del Departamento de Estado (12) creó y financió ocultamente entre 2010 y 2012 con la intención de provocar en la isla protestas semejantes a las de las «revoluciones de colores», o de la «primavera árabe», o de las «guarimbas» venezolanas, para exigir luego, desde la Casa Blanca o el Capitolio, un cambio político.

Todo esto demuestra que Washington sigue teniendo hacia Cuba una actitud retrógrada, típicamente de guerra fría, etapa que terminó hace un cuarto de siglo... Semejante arcaísmo choca con la postura de otras potencias. Por ejemplo, todos los Estados de América Latina y del Caribe, cualesquiera que sean sus orientaciones políticas, han estrechado últimamente sus lazos con Cuba y denuncian el bloqueo. Lo cual se pudo comprobar, en enero pasado, en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) reunida precisamente en La Habana. Washington sufrió un nuevo desaire el mes pasado, en Cochabamba (Bolivia), durante la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuando los países latinoamericanos -en una nueva muestra de solidaridad con La Habana- amenazaron con no acudir a la próxima Cumbre de las Américas, que tendrá lugar en 2015 en Panamá, si Cuba no es invitada a participar.

Europa cambia postura Por su parte, la Unión Europea (UE) decidió, en febrero pasado, abandonar la llamada «posición común» en relación a la isla, impuesta en 1996 por José María Aznar, entonces Presidente del gobierno de España, para «castigar» a Cuba rechazando todo diálogo con las autoridades de la isla. Pero resultó estéril y fracasó. Bruselas lo ha reconocido y ha dado inicio ahora a una negociación con La Habana para alcanzar un acuerdo de cooperación política y económica. La UE es el primer inversor extranjero en Cuba y su segundo socio comercial. En este nuevo espíritu, varios ministros europeos ya han visitado la isla. Entre ellos, en abril pasado, Laurent Fabius -primer canciller francés que realiza una visita a la nación caribeña en más de treinta años- quien declaró que buscaba “promover las alianzas entre las empresas de nuestros dos países y apoyar a las sociedades francesas que deseen desarrollar proyectos o establecerse en Cuba” (13).

Y es que, contrastando con el inmovilismo de Washington, muchas cancillerías europeas observan con interés los cambios que se están produciendo en Cuba impulsados por el Presidente Raúl Castro, en el marco de la «actualización del modelo económico» y en la línea definida en 2011 en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que significan transformaciones muy importantes en la economía y en la sociedad. En particular, la creación reciente de la Zona especial de desarrollo en torno al puerto de Mariel y la aprobación, en marzo pasado, de una nueva Ley de inversión extranjera suscitan un gran interés internacional.

Las autoridades consideran que no existe contradicción entre el socialismo y la iniciativa privada (14). Y algunos responsables estiman que esta última (que incluiría las inversiones extranjeras) podría abarcar hasta el 40% de la economía del país, mientras el Estado y el sector público conservarían el 60%. El objetivo es que la economía cubana sea cada vez más compatible con la de sus principales socios en la región (Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia) donde coexisten sector público y sector privado, Estado y mercado. Todos estos cambios subrayan, por contraste, el empecinamiento de la Administración estadounidense, autobloqueada en una posición ideológica de otra época. Aunque, como hemos visto, cada día son más numerosos aquellos que, en Washington, admiten que esa postura es errónea y que, en la política hacia Cuba, es urgente salir del aislamiento internacional ¿Los escuchará el Presidente Obama?

Notas:

1. Hillary Rodham Clinton, «Hard Choices», Simon & Schuster, New York, 2014.

2. Entre los empresarios que figuran: Ricky J. Arriola, presidente del poderoso consorcio Inktel; los magnates del azúcar y del sector inmobiliario Andrés Fanjul y Jorge Pérez; el empresario Carlos Saladrigas, y el petrolero Enrique Sosa, además de otros emprendedores multimillonarios

3. Léase El Nuevo Herald, Miami, 20 de mayo de 2014.

4. Léase Abraham Zembrano, « ¿Se acerca el fin del embargo a Cuba ? », BBC Mundo, Londres, 20 de febrero 2014. http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/02/140211_cuba_eeuu_embargo_az.shtml

5. En Miami, principal ciudad de Florida, viven unos 650 000 expatriados cubanos.

6. El País, Madrid, 17 de junio de 2014. http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/17/actualidad/1403022248_144582.html

7. Los Cinco son: Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Gerardo Hernández, René González y Fernando González. Estos dos últimos han sido liberados y se hallan en Cuba.

8. En Washington, del 4 al 10 de junio pasado, tuvo lugar el Tercer Encuentro «Cinco días por los Cinco» que reunió a participantes venidos de decenas de países del mundo, los cuales manifestaron delante de la Casa Blanca y del Capitolio exigiendo la liberación de los «Cinco». http://www.answercoalition.org/national/news/5-days-for-the-Cuban-5.html

9. Cuba es uno de los países del mundo que más ha padecido la lacra del terrorismo ; (3500 personas asesinadas y más de 2000 discapacitados de por vida).

10. Jefe de diversos grupos terroristas anticubanos, Posada Carriles es en particular el responsable del atentado contra el avión de pasajeros de Cubana de Aviación cuya explosión en vuelo provocó, en 1976, 73 muertos. Reside en la Florida donde goza de la protección de las autoridades estadounidenses.

11. Las revelaciones fueron hechas por la agencia de prensa AP (Associated Press). http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/04/140403_zunzuneo_cuba_eeuu_msd.shtml

12. La Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid, por sus siglas en inglés), un organismo que opera bajo la dirección del Departamento de Estado.

13. Alrededor de 60 grandes empresas francesas están presentes en Cuba. Entre las principales destacan el grupo Pernod-Ricard que comercializa en ron ‘Havana Club’ en el mundo, los grupos Accor, Nouvelles frontières, Fram-voyages en el sector del turismo, Bouygues en obras públicas, Alcatel-Lucent en telecomunicaciones, Total y Alstom en energía, y Air France en transporte, entre otros.

14. Se estima que ya hay unos 450 000 «cuentapropistas» (trabajadores por cuenta propia, comerciantes y pequeños empresarios) en Cuba.

*Director de la edición española de Le Monde Diplomatique.

Le Monde Diplmatique a la venta en la librería de Le Monde Diplomatique San Antonio 434, local 14, Santiago

Adquiéralo por internet en: www.editorialauncreemos.cl

Compartir este artículo