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Alí Rodríguez Araque, secretario general de la Unasur “Siempre entre el capital y la tierra ha habido un conflicto histórico”. Por Estela Aganchul

Suramérica busca su fortaleza, de cara a los países desarrollados, integrándose en organismos regionales, pero ¿en qué reside esta fortaleza? Para Alí Rodríguez Araque, el antiguo comandante Fausto como se lo conocía en la clandestinidad, abogado, estudioso de la realidad de su país, y desde hace más de un año Secretario General de Unasur, el denominador común de estos países reside en la defensa de sus recursos naturales.

La Cumbre Energética que se realizó en el mes de mayo en Caracas que, según Bernard Mommer , responde a una iniciativa suya con base en una preocupación de larga data, ¿qué importancia tiene para los países de la Unasur?

Alí Rodríguez Araque: Cuando a mí me designaron Secretario General de la Unasur, la primera pregunta que me hice fue ¿qué había ocurrido con experiencias anteriores de intentos de integración?, y a esa pregunta acompañé otra: ¿dónde está la real fortaleza de Unasur en el escenario mundial? Y además ¿cuál es el factor cohesivo de esos 12 países que la integran? En la medida en que uno lo piensa, muy rápidamente llega a una conclusión: no somos una potencia militar, no somos una potencia industrial, no somos una potencia tecnológica y, afortunadamente, tampoco somos una potencia nuclear. El peso específico de la región en el escenario mundial y el factor cohesivo se basa en el importante acervo de recursos naturales de que dispone esta región. Son 17.800.000 Km2 con una población de apenas 400 millones de personas y, al revisar cuál era ese reservorio de recursos naturales prácticamente son todos: agua, más que suficiente, con una ventaja enorme, no declina el reservorio de agua potable, porque tenemos a los grandes acuíferos tanto el Guaraní como el Amazonas. En general, en cada país, con muy raras excepciones, hay suficiente agua, los bosques, además que son una gran ventaja para la conservación del agua, tenemos la Amazonia además de otros bosques, que actúa como el pulmón vegetal del mundo. La diversidad, junto con la de Indonesia, es la más grande del mundo, y en cuanto a los minerales, se encuentran todos los minerales que se puedan requerir en energía, no solamente el agua, que es la principal fuente de energía en toda la región, sino también de otras fuentes primarias como el caso del petróleo, el gas, el carbón, la biomasa, energía eólica, energía fotovoltaica, la región contiene una masa de energía más que suficiente no solamente para satisfacer la demanda actual, tanto humana como industrial, sino toda la que se requiera en un futuro. Existen todas las condiciones en la región para un fuerte despegue.

Ahora ¿qué ha ocurrido, qué es lo que ha faltado? En mi opinión ha faltado visión común sobre las enormes posibilidades que encierra este gigantesco potencial. Eso requiere, entonces, y es mi propuesta, de una estrategia y de un plan común entre los 12 países. Es lo único que puede convertir a la Unasur en un proceso irreversible en contraste con lo que ha ocurrido con otros procesos que se han estancado o simplemente han fracasado.

Todas esas ventajas, todas esas enormes riquezas ¿no convierten a la región en un peligro para el apetito insaciable de las grandes potencias?

ARA: El peligro no es de la región, el peligro lo representan precisamente las grandes potencias porque, ¿qué es lo que estamos presenciando hoy en el mundo? Un gran conflicto entre la tierra y el capital. La tierra, como alojamiento de los recursos naturales, y el capital que cada vez requiere más y más acceso a un conjunto de recursos naturales porque en los países llamados desarrollados ha habido un agotamiento de éstos. Estados Unidos, por ejemplo, venía confrontando cada vez mayores problemas con el petróleo, parece ser que con las nuevas tecnologías pueden aliviar los problemas de dependencia de las importaciones petroleras y de gas. En otras regiones igualmente hay reservas que, contando asimismo con las nuevas tecnologías, pueden aliviar también la dependencia del petróleo, un asunto a tomar en cuenta para países como Venezuela con vistas al futuro. Mientras tanto, cuando uno observa conflictos por ejemplo como el de Irak, la ocupación y la destrucción de Irak, Libia y la destrucción de Libia, lo que estamos presenciando actualmente en Siria y seguramente en otros conflictos que vendrán, al separar los aspectos superficiales del asunto uno se encuentra que lo que allí está planteando es el conflicto del acceso del capital, esta vez mundializado, a los recursos naturales, principalmente a los recursos naturales considerados estratégicos. Cuando uno ve el gráfico del grado de dependencia de Estados Unidos de ciertos productos naturales estratégicos se encuentra con que, en alto grado, dependen del aprovisionamiento desde Sudamérica o, en general, desde América Latina. Ciertamente, allí hay un peligro de que haya incluso el uso de la violencia y, mientras tanto, se utilizan otros mecanismos para asumir el control, como lo tuvieron en el pasado, de los recursos naturales y, particularmente, de los recursos energéticos.

Ante esto, ¿cómo se protege la soberanía regional sobre estos recursos naturales y cómo esto incide en las decisiones del Consejo de Seguridad Suramericano?

ARA: La única manera es la unión y el poder compartir políticas, decisiones en ese sentido porque, como diría Bernard Mommer, la tierra no es de derecha ni de izquierda, es un recurso natural y eso está en el interés nacional, sea cual sea el pensamiento o la ideología que tenga cada quien. Aquí, en Venezuela, por ejemplo, la experiencia histórica indica que desde Castro hacia acá ha habido un proceso, no rectilíneo, pero cuya tendencia general ha sido la defensa del recurso natural, en este caso el petróleo, del cual ha dependido, y sigue dependiendo todavía, el ingreso venezolano.

¿Esto sería el denominador común que une a los países de la Unasur?

ARA: La idea que estamos proponiendo es que la Unasur asuma como eje estratégico y dinámico, que su plan, a largo plazo, sea una estrategia política y económica común sobre los recursos naturales. Pongamos un ejemplo: Bolivia representa la más grande reserva de litio del mundo. El litio está sustituyendo todos los demás materiales para la producción de baterías debido a su larga duración, ya que conserva más energía que cualquier otro mineral. ¿No será factible, por ejemplo, que varios países de la región se unan y conformen una empresa, conjuntamente con Bolivia, para la extracción y el procesamiento del litio, y que eso a su vez pudiese combinarse con una política energética común en el sur del continente, con una política de integración energética? Yo creo que sí, pero hay que tener claridad sobre los objetivos porque, además, hay que superar la fase puramente extractiva, principalmente en las condiciones en que se venía haciendo, donde las grandes corporaciones vienen interesadas en las ganancias y, en consecuencia, en extraer en las condiciones que sea, no importa los efectos ecológicos, humanos, sociales, que produzcan. Hay que tener una política racional de extracción a la cual va unido, inseparablemente, el proceso de transformación, el desarrollo de la tecnología, también la unión en materia financiera para las inversiones que suelen ser muy elevadas, por ejemplo en el caso del petróleo.

¿Puede haber consenso en los doce países de Unasur respecto a este tema?

ARA: Yo creo que es perfectamente posible. Si uno toma en cuenta la experiencia de la Opep donde hay una gran disimilitud de ideologías, de posiciones políticas, de intereses, de idiomas, de cultura, etc., y la comparamos con los países de la Unasur, las ventajas de este lado son inmensas.

Teniendo en cuenta que no es un imposible pensar que las grandes potencias puedan poner el ojo en estos países, ¿el Consejo de Defensa Suramericano tiene alguna alguna política concreta de defensa planteada ante una posibilidad como esta?

ARA: Todavía el Consejo de Defensa está en un proceso de elaboración de una visión común en relación con Suramérica. A mí me ha asombrado, lo confieso, la primera vez que fui a la Escuela de Defensa en Argentina, las intervenciones que oí de los ministros de Defensa, con mucha claridad en ese momento de hacia dónde debe orientarse la política de defensa. Aquí, afortunadamente, tenemos una región de paz, hace muchos, muchos años que aquí no hay conflictos armados entre países, por lo que las hipótesis son de paz no de guerra. De manera que las políticas de Defensa están orientadas más al desarrollo de los países, a la previsión de catástrofes, pero en la medida en que ya se ha comenzado a discutir el asunto de los recursos naturales se va a entender cada vez más que debe haber una visión de la defensa en relación con este aspecto.

El Comando Sur de EUA hace poco tuvo una reunión informal donde aconsejó a la Junta Interamericana de Defensa (de la OEA) involucrarse más en la defensa de la ecología, ¿este planteamiento tiene que ver con el desarrollo de Unasur y la fuerza que van tomando estos organismos regionales: Unasur, Celac, Mercosur, Alba?

ARA: No tengo ninguna duda, porque so pretexto del estudio ambiental, etc., en algunos países incluso han ingresado miles y miles de tropas norteamericanas. De manera que ellos están haciendo sus estudios en este orden frente a cualquier requerimiento bélico en el futuro.

El tema de la ecología, tan de moda en este momento, ¿habría que tomarlo con cuidado en nuestros países donde, como usted bien lo dijo, la fortaleza está en los recursos naturales?

ARA: Por supuesto que nadie podría discutir la necesidad de mantener un ambiente sano, un ambiente equilibrado, de evitar los daños ambientales en ese sentido. La ecología es un asunto positivo pero no es un asunto neutral. Con mucha frecuencia esto es utilizado por intereses que buscan bloquear, precisamente, desarrollos de cara a los países con vistas al aprovechamiento posterior por intereses muy poderosos, a escala global.

Hay un lema que se ve con frecuencia en la red: “Amazonas es patrimonio de la humanidad” o “Salvemos al Amazonas”. Al intentar darle la categoría de “patrimonio de la humanidad” a esta zona, ¿no se le resta soberanía a Brasil y los demás países que la comparten?

ARA: Obviamente, pero eso no es nada nuevo. Siempre entre el capital y la tierra ha habido un conflicto histórico, porque el capital considera que el control de la tierra, la imposición –por ejemplo– de regalías, es un obstáculo para el desarrollo libre del capital. En consecuencia, la Amazonia, que aloja gigantescas riquezas, plantea para el capital la necesidad de que se declare como un recurso de la humanidad y en consecuencia, de libre acceso. La pregunta que habría que hacerse es: ¿y por qué ellos no hablan de libre acceso al conocimiento, eliminan las patentes, por ejemplo? Es un problema bien llamativo.

El año pasado se hizo un foro en el Celarg sobre ecología y petróleo, donde el planteamiento llevó a atacar a la principal fuente de ingresos del país. ¿Nos hace falta más información sobre este tema?

ARA: Cuando veo una posición tan radical en esa materia, me despierta sospecha sobre qué es lo que está detrás de tal planteamiento. Porque si nos oponemos con ese extremismo al aprovechamiento de los recursos naturales, un país como Venezuela se muere de hambre, ¿qué hace Venezuela sin la explotación petrolera?, que me digan de qué viviría entonces Venezuela, en tanto que despeguen otras actividades y esfuerzos que hasta ahora no han tenido el éxito que, a lo largo de décadas, se han intentado. ¿De qué viviría Argentina, por ejemplo, que depende de las exportaciones agrícolas fundamentalmente? Y, ¿de qué dependería, en general, la industria? Porque toda industria está vinculada a un procesamiento del recurso natural. Habría, entonces, que eliminar toda actividad económica en el mundo. Lo que yo les preguntaría a quienes mantienen estas posiciones extremas es ¿de qué viviría la humanidad si no es de los aprovechamientos de los recursos naturales? ¿De qué ha vivido y de qué seguiría viviendo?

Usted ha definido a la defensa de los recursos naturales como el denominador común de los doce países de Unasur. Ahora, ¿qué los separa, qué los divide?, ¿por qué todavía no hay un Secretario General electo? ¿Qué impide que se llegue a un acuerdo? ARA: Bueno, yo sigo ejerciendo las funciones de Secretario General, aunque he debido entregar el cargo en junio, así que estoy sobregirado en esto. Los países están conversando, discutiendo, hasta encontrar un candidato que sea aceptado por todos. El por qué, específicamente, tendría que responderlo los respectivos países, no me corresponde a mí.

Según el canciller Patiño el Secretario General debería tener más poder de decisión para que los proyectos no duerman en manos de los delegados. ¿Por qué sucede esto?

ARA: Hay un problema que viene desde la firma de Tratado Constitutivo de la Unasur y que luego se agudizó con la aprobación del Reglamento, porque prácticamente todos los asuntos importantes pasan por lo que se llama el Consejo de Delegados. Cada país, antes de materializarse la idea de Unasur, nombró un delegado, se aprobó el Tratado y después ese grupo quedó como una de las instancias institucionales de la Unasur a través del cual pasan asuntos tanto de orden ejecutivo como, incluso, de orden legislativo, y hay tal cantidad de condicionamientos para la Secretaría General que limita enormemente el trabajo de ésta así como el despliegue de todas las posibilidades de esta Institución. No es el mismo caso, por ejemplo, de la OEA o de cualquier otro organismo multilateral. Este es un asunto que se viene discutiendo y ya algunos jefes de Estado están planteando la necesidad de la reforma del Reglamento de la Unasur.

Unasur actuó de inmediato en el intento de golpe de Estado a Evo Morales, también en el caso de Ecuador, ante el intento de golpe contra Rafael Correa, ¿actuó con la misma rapidez en el caso del desconocimiento, por parte de la oposición venezolana, hacia el presidente Maduro, en abril de este año?

ARA: En el caso de Venezuela no hubo una crisis propiamente dicha, valdría más el ejemplo de Paraguay, en ese caso hubo un debate interno donde no todos los países estuvieron de acuerdo en aplicar sanciones tan fuertes como las que se aplicaron en el caso de Ecuador, por lo que la única sanción que se aplicó fue la de la suspensión, superado el problema y una vez que cambió la situación con las elecciones, Paraguay retorna a la normalidad y ya está nuevamente reincorporada a la Unasur.

Tenemos a Unasur, Mercosur, la Celac, Alba… Todos estos organismos (y los integrantes de estos organismos) ¿tienen una misma visión respecto a la integración latinoamericana? ARA: Como es natural, en organismos donde se agrupan países con distintas visiones, a veces distintas ideologías, es natural que haya desacuerdos, por eso lo que hay que buscar es el común denominador, aquello –como ya lo dije- que reúna el interés de cada uno de los países, la conveniencia de cada uno de los países, como es el caso que venimos planteando en relación con el aprovechamiento en conjunto de los recursos naturales, o por lo menos de algunos recursos naturales.

Algunas organizaciones que hacen vida en los países de Unasur como el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, consideran a estas organizaciones regionales como la antesala del socialismo del siglo XXI. ¿Cuál es su opinión ante este planteamiento?

ARA: Es muy atrevido dar respuestas categóricas en esta materia, porque es como si uno se preguntara si la OPEP es la antesala del socialismo en el mundo o en los países del Tercer Mundo. No lo ha sido pero ha servido como base para una política nacionalista de conveniencia para cada uno de los países que la integran. Cuando se plantean políticas como las que estamos comentando no está pensando en que esto es para lograr una revolución socialista en estos países, de ser así más de un país no acompañaría la propuesta. Es una política de carácter nacional lo que se está proponiendo y cuando hablamos de carácter nacional es porque conviene a cada uno de los sectores que integran la sociedad de cada uno de nuestros países.

En un artículo de Le Monde diplomatique sobre Brasil , se habla del sentimiento antinorteamericano que une a ciertos sectores, empresarios algunos, dentro de estos organismos ¿Es esto así?

ARA: Yo no diría que el rasgo principal de nuestra política sea el rasgo antinorteamericano. Yo digo que es una posición pro suramericana. Imaginemos por un momento a esta región con una explotación racional de esas riquezas que venimos mencionando, el procesamiento en la región de las mismas, la industrialización, la cantidad de puestos de trabajo permanentes y de calidad que se crearían. El efecto social que esto tendría: la expansión del mercado interno: la demanda directa de la población más la demanda industrial. Y que eso estuviese acompañado además del desarrollo de institutos tecnológicos para incrementar la productividad, provocar menor impacto ambiental, mayores rendimientos y, en consecuencia, mayor ingreso y no sólo mayor ingreso sino menos esfuerzo para el productor, para el trabajador, y que nuestros países crearan fuentes de financiamiento, porque Suramérica tiene enormes reservas internacionales, que un porcentaje –como lo proponía el presidente Chávez-, de esas grandes reservas se dedicaran a la constitución de fuentes de financiamiento y que al mismo tiempo hubiese acuerdo para, cuando se requiera financiamiento externo, hacerlo conjuntamente y no por separado. Con esto ¿cómo cambiaría el rostro de la región? Me atrevo a decir que incluso los países del Norte saldrían favorecidos, porque un desarrollo de estas magnitudes en Suramérica implicaría mayor demanda de bienes y servicios del Norte y, al mismo tiempo, mayor oferta de bienes y servicios necesarios para el Norte, tanto para Estados Unidos como para Europa, para poner ejemplos específicos. Esta es una estrategia que no tiene sino virtudes,

De todas estas organizaciones regionales, ¿cuál cree usted que reemplazará a la OEA? Porque a la sombra de todo esto, la OEA parece ser un organismo obsoleto.

ARA: La OEA o se transforma radicalmente o desaparece. Yo no creo que el planteamiento sea reemplazar a la OEA, depende de lo que ocurra con la OEA. Porque el objetivo, a fin de cuentas, como venimos diciéndolo, es el planteamiento bolivariano, Bolívar hablaba de Liga o Confederación de Repúblicas, para mejorar la calidad de vida de sus poblaciones, para tener mayor presencia en el escenario mundial, para contribuir incluso en el equilibrio mundial. Es decir, para que no seamos ese grupo disperso de países que no tienen ningún peso específico en el escenario mundial, salvo el caso de Brasil por las características de esta gran nación, pero el resto de los países el peso específico que tienen es muy bajo y eso es una gran desventaja para cada uno de nosotros. Entonces, no se trata de ir contra la OEA, se trata más bien, yo veo las cosas en positivo, de aprovechar las gigantescas posibilidades que en el orden económico, político, social tiene esta región uniéndose.

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El partido del que usted proviene, el PRV (Partido de la Revolución Venezolana) así como su brazo político Ruptura, siempre se diferenciaron en la visión que han tenido sobre la tierra, los recursos naturales y el derecho del Estado en la apropiación de la renta generada por éstos. ¿A qué se debe esta diferencia tan grande con otros partidos de izquierda, incluso el Comunista?

ARA: En el PRV tuvimos la fortuna de, primero, entre otras muchas virtudes, tener conciencia de la necesidad del estudio y de la investigación y, particularmente, del estudio y de la investigación sobre nuestra realidad, fue así como, en ese proceso, nos encontramos con el tema de la renta, que aquí nadie había abordado anteriormente -y en eso jugó un rol fundamental Bernard Mommer-, porque cualquiera que quiera comprender a la sociedad venezolana tiene que entender antes que nada el rol del petróleo. Y hablar de petróleo es hablar de la renta petrolera y de su distribución en la sociedad venezolana, del impacto que produjo no solamente en la economía sino incluso en la formación social en el siglo XX en un aspecto sumamente importante como es la cultura, si entendemos que la cultura es el sistema de valores, en última instancia, de la sociedad, cuya cúspide es la ética. Todo eso fue objeto de un intenso debate y de estudio en el seno del PRV y de allí vienen muchas de las ideas que hoy estamos defendiendo.

Algunas de las ideas plasmadas en el El Imperialismo Petrolero y la revolución venezolana , ¿se están se están aplicando en el diseño y puesta en práctica de la política petrolera actual? ARA: Cuando yo ingresé al gobierno en el año 1999, mi planteamiento fue que debía definirse la política petrolera desde el ministerio de Energía y Minas porque es el órgano del Estado para llevar adelante las definiciones estratégicas, los planes, dado que PDVSA no es más que la empresa operadora y debe ejecutar las líneas trazadas por el gobierno a través del ministerio de Energía y Minas, en realidad de Energía y Petróleo para que sea más apropiado el término.

Desde su creación PDVSA fue adquiriendo cada vez más poder, que a la luz de la legislación vigente era un poder que no le correspondía, hasta culminar con el proceso de privatización (la “Apertura”) que usted explica tan bien en su libro . Bernard Mommer considera que el primer golpe de Estado que dio Pdvsa fue contra Carlos Andrés Pérez. ¿Usted comparte esta opinión?

ARA: Eso lo hemos discutido bastante Mommer y yo. Él me pregunta si yo comparto esa posición. Si uno hace una deducción lógica él tendría razón, porque hasta prácticamente su destitución [de Carlos Andrés Pérez] no se pudo firmar los contratos, etc., aunque ya se había comenzado con los convenios operativos, que eran la punta de lanza. Pero lo que sí es evidente es que después de la salida de Carlos Andrés Pérez y de la entrada de Ramón J. Velásquez al gobierno se aprobaron cantidad de contratos que le dieron puerta ancha a los procesos de la apertura que, en cierta forma, era la privatización de la actividad petrolera en Venezuela.

Durante las discusiones de todo este proceso en el Congreso, recuerdo que usted dijo en ese momento y ahora lo volví a leer en su libro , que los diputados habían firmado sin leer.

ARA: Eso es cierto. Y está en relación con el funcionamiento vertical de los partidos políticos en Venezuela. Allí se impartió una orden de firmar a favor de esos contratos, primero de los marcos de condiciones y luego los contratos propiamente dichos y algunos parlamentarios, sobre todo de Acción Democrática que tenían cierta tradición de política petrolera me decían que yo tenía razón pero que la orden del partido era votar a favor de la apertura. Sí, obedeció básicamente a una orden partidista y lamentablemente no hubo ni siquiera una excepción que salvase la honra de alguno de ellos.

Y en estos catorce años del proceso bolivariano ¿también se han votado leyes de manera vertical y sin leer?

ARA: No sabría decirlo porque no estoy en la Asamblea, pero no me extrañaría.

En la política de hidrocarburos de la primera época de este proceso ¿se pueden haber colado cosas que no fueron muy discutidas? ARA: Al comienzo hubo bastante análisis, debate. Lo preocupante para mí es que el debate nacional sobre la política petrolera se ha extinguido, no hay debate, la gente en general está de espaldas al problema petrolero que es un problema, como ya lo comenté, fundamental para la elaboración de políticas en Venezuela.

La relación del ciudadano común con el petróleo ¿es una relación de amor-odio?

ARA: Durante mucho tiempo existió lo que se llamó “la leyenda negra de petróleo”, donde se consideraba que eran más los males que había producido que los beneficios que habría traído. Esas son visiones, primero, a-históricas sin asidero en la realidad, son como el novio o la novia que aspira la perfección de su pareja tanto en el campo físico como espiritual. En el caso del petróleo, por supuesto que Venezuela sería otra cosa si no hubiese contado con la renta petrolera: un ingreso enorme, independientemente de los esquemas de distribución que se hayan aplicado, significó la modernización en términos relativos de la sociedad venezolana. Trajo efectos negativos por ese tipo de distribución, la exportación masiva de capitales, un proceso demasiado violento de urbanización, el despoblamiento del campo sin que el campo estuviese impulsado por factores de productividad, lo cual generó desde ese momento un creciente problema en la producción de alimentos y en consecuencia en la anulación del campo como un factor de expansión de mercado interno para el desarrollo industrial, lo cual fue acompañado con la revaluación del bolívar en 1924 que se ha venido arrastrando durante todas las décadas hasta el momento presente, lo cual hoy estamos observando en la tasa de cambio. El proceso venezolano, muy vinculado, diría que decisivamente vinculado al poder de la renta y su distribución tiene los dos aspectos, creo que fundamentalmente aspectos positivos pero tiene también por supuesto, consecuencias negativas, entre ellas la cultura rentista, la cultura del reparto, donde todo el mundo quiere obtener altos ingresos sin el esfuerzo productivo. Y esto afectó la producción y básicamente la productividad que, en mi opinión, es el gran reto que tiene por delante la economía nacional, porque en tanto que tengamos los bajísimos niveles de productividad, la enorme brecha que existe entre la productividad nacional y, por ejemplo, la productividad de los países industrializados por supuesto que siempre se tendrá una cuesta bien empinada.

Si eso no se soluciona ¿será mucho más difícil estabilizar la moneda y la economía?

ARA: Sí, claro, entre otros efectos.

¿Usted cree que en este momento PDVSA está cumpliendo el rol para la cual fue creada o todavía quedan resabios del pasado?

ARA: La ruptura con el pasado no es acostarse hoy con una conducta y un pensamiento y al otro día se amanece con otra conducta y otro pensamiento. Quedan rezagos, porque es que además el pensamiento no proviene de las nubes, está generado por las realidades, como decía Marx: “Son las condiciones materiales de existencia las que determinan la conciencia social y no a la inversa”. Creo que PDVSA ha tenido un cambio gigantesco en relación a lo que fue.

Y esos cambios ¿están arraigados o hay algún peligro de retroceso?

ARA: Siempre hay un peligro de retroceso, siempre. El que piense que esto es coser y cantar y lo que viene es simplemente avanzar sin ninguna resistencia, está incurriendo en un gravísimo error. Siempre existe el peligro de retroceder.

¿Sigue con la idea de escribir el libro sobre el Partido de la Revolución Venezolana?

ARA: Mi idea es escribir, así como idea primaria diría que está uno sobre el Estado al que le quiero dedicar más atención, porque en el campo de la elaboración veo un enorme vacío para el proceso revolucionario. He estado buscando literatura y no encuentro nada que caracterice al Estado venezolano, particularmente en el proceso del siglo XX, que es cuando surge el Estado que tenemos, porque además el Estado que tenemos es el mismo de la IV República, han cambiado los rostros, pero la estructura, la fisiología, si vale decir la anatomía y la fisiología, del Estado que tenemos sigue siendo el de la IV República. Yo que viví la experiencia en varios ministerios me encontré siempre con el fenómeno de la burocracia, la vieja cultura administrativa, eso en lo esencial no ha cambiado y convierte al Estado en un gigantesco obstáculo para llevar adelante las transformaciones, por eso sostengo que la suerte del proceso en Venezuela descansa en el éxito o fracaso de las comunas, es decir del ejercicio real del poder por parte de los ciudadanos de manera que eso implica, por un lado, el desarrollo de la conciencia de la gente, del común de la gente, y del grado de organización de la misma para ejercer de manera creciente la función del Estado.

¿Sería importante en estas elecciones tener en cuenta a representantes propuestos por las comunidades para puestos tan cercanos a la gente como son los alcaldes?

ARA: Eso siempre es importante, y para un revolucionario creo que es imperativo la consulta a la gente, porque si se trata de gobiernos del pueblo y para el pueblo, sin la participación del pueblo ¿qué estamos haciendo? Yo no puedo decir que no se haya hecho o que se haya hecho porque, por los compromisos con la Unasur y por problemas de salud que he confrontado en el último año, he perdido mucho el pulso del proceso cotidiano en lo social, en lo político, en Venezuela. Apenas lo que me dicen los compañeros y lo que leo, pero no tengo, como en el pasado, el contacto directo con la gente.

En una entrevista publicada en Últimas Noticias , usted dijo, textualmente: “Algunas cosas se te olvidan, y no las recuerdas. Otras, sencillamente, así uno las recuerde, no debe decirlas todavía o, tal vez, nunca”. ¿Cree que llegó el momento de decir algunas de esas cosas que aún no debían decirse?

ARA: Bueno, algunas las he dicho. Pero otras, por razones obvias, no las voy a decir porque… además… se me olvidan… ya tengo 76 años…

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