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Apuntes de una conversación desde la provincia, con Nelson Schwenke. Por Tatiana Mayerovich

El arte en su indefinible concepto, alberga entre otras, la humana necesidad de búsqueda de la verdad. Lo que confiere al arte un rol destacado en la construcción de la historia y la cultura. Al artista se le atribuye, por su intuición y sensibilidad, el ejercicio fundamental de transformar la realidad en metáfora. Rescatando de la memoria colectiva y personal una voz acaso universal. Repensando los caminos, ampliando las miradas. Entregando propósito y sentido a la realidad histórica.

Galeano dijo una vez que "en tiempos de crisis, tiempo de definiciones, la ambigüedad suele parecerse a la mentira". En el pasado reciente de Chile, la búsqueda de la verdad adquirió tal relevancia que demandó de los artistas mayor compromiso. Tomar conciencia y asumir el riesgo, que en consecuencia podía significar la tortura, cárcel o relegación, la muerte o la desaparición, en uno de los pasajes más oscuros de nuestra historia colectiva. En este contexto, aparecen en la escena jóvenes artistas, cantautores. Sus letras y tonadas fueron capaces de sortear la censura con lucidez y belleza. Esas imágenes, las de su canto, quedaron registradas en la memoria de una generación como banda sonora de esperanza desde el inicio de la dictadura militar. Su música se instalaría a través del tiempo en la memoria colectiva y trascendería a los hijos y nietos de esa generación, siempre de manera subterránea, fuera del mercado y de los medios masivos, en profunda coherencia con su pensamiento.

Tratar de reconstruir una escena, "el veloz susurro en el éxtasis de los sentidos" (1) sea tal vez en apariencia un ejercicio imposible, pero ¿no es acaso de esta forma como se construye la memoria, la historia, personal y colectiva? Recuperar esa experiencia, la de los sentidos, la de la percepción y trasladarla a un cuerpo concreto, material: la palabra, es el propósito de estos apuntes de una conversación desde la provincia, una tarde de abril pasado, con Nelson Schwenke.

La última visita de Schwenke y Nilo a Copiapó fue guiada por el afecto. Dieron un concierto en forma gratuita para reunir fondos en favor de un joven escultor (2) , sin conocerlo personalmente. Sólo tenían unos datos: que estaba enfermo y debía pagar un costoso tratamiento, eso fue suficiente. Habían estado en Aysén, solidarizando con el Movimiento Social “Tu problema es mi problema". Lejos de la prensa, por pura convicción.

En Copiapó, su espectáculo no tuvo un dejo de cansancio. Revivió aromas, sonidos, emociones y recuerdos, destacando la incomparable calidez humana, el agudo sentido del humor del grupo, y la calidad incuestionable de su presentación.

Como si no fuera suficiente, Nelson hizo un espacio para conversar con los jóvenes del Diplomado Solidario (3) , donde habló de los tiempos en dictadura, de su caminar por la música y de los valores que el perseguía. Aquí la reproducción de algunos pasajes.

Para trabajar a largo plazo, uno tiene que buscar gente que tenga los mismos valores -dijo- no podría trabajar con Marcelo si a él le pareciera buena idea hacer eslóganes publicitarios. Nuestro camino musical, artístico, está lejos de eso. Aunque podríamos haberlo hecho cuando nos vimos viviendo con lo mínimo. Nuestra búsqueda siempre ha estado al costado de lo fácil. (…) Lo que pasó con los detenidos desaparecidos fue algo que nadie quería ver. Existían, pero los medios de comunicación no los mostraban. Hasta que no se pudo tapar más, lo que hicimos los músicos en ese tiempo fue expresar la realidad a través de la cultura. Fue expresar para informar.

(…) Era difícil la expresión cultural, el lenguaje de hoy es frontal y agresivo, lo que hicimos nosotros fue hallarlo en la poesía y llevarlo a través de la música.

(…) Cada frase significaba algo de lo que vivíamos en esos momentos. El sol significaba esperanza de volver a la democracia, la lluvia era la dictadura. La gente lo sabía, los militares no, porque no lo entendían. Dentro de la música, los silencios tenían mucho significado, porque la gente sentía ese silencio en sus vidas. Nosotros utilizamos la poesía como un medio de expresión, de los sentimientos de la gente.

(…) Cuando expulsaron a profesores y trabajadores de las universidades (1981), fue un hecho muy importante y lamentable porque muchos de ellos no eran militantes políticos y tuvieron que huir por pensar distinto. Existieron muchas formas de represión, miedo y terror que cambiaron nuestras vidas. Era una sociedad castrante. Al punto que hoy, uno recuerda anécdotas que parecen ridículas. Pueden imaginar que si un estudiante llevaba un morral, como esos que venden en las ferias, podían detenerlo, ¡un morral!. No conozco una mochila más barata, bueno, eso pasaba a diario, era ideológico.

(…) Nuestro objetivo junto a Marcelo era principalmente “penetrar el corazón y la mente de las personas” es decir, penetrar el sentimiento y a la vez la intelectualidad de los que se interesaban por nuestra música. Creando conciencia sobre las problemáticas sociales de una manera poética y metafórica. Ofreciéndola a la gente como un canto de esperanza en medio de tantas injusticias. Hubo quienes renunciaron por miedo, o porque sufrieron vejaciones, otros pocos persistimos. Gracias a la poesía.

(…) Hoy existe una gran expansión económica, pero una escasa participación social, cada vez somos más individualistas, y esto lo podemos cambiar a través de la música.

(…) Los procesos sociales deben ser apoyados por los artistas para refundar los valores, trasmitirlos, inculcarlos a las generaciones futuras.

(…) Porque hay mucho más de lo que muestran los medios de comunicación. En la televisión, la gente se hiere, se insulta, se pone en evidencia continuamente, no hay amor ahí, no hay cariño, pero eso no es la realidad de las personas en la calle, necesariamente.

(…) No hay un real desarrollo cultural en nuestro país, los intelectuales se están perdiendo, o más bien no hay espacio para ellos en los medios de comunicación, hemos formado una sociedad que sólo vela por los éxitos económicos.

(…) Los grupos musicales se dividen por dos razones, por las mujeres y por plata (risas). No por la amistad. Ser consciente y querer aportar a la cultura popular chilena, ese es nuestro objetivo. Cuando se tiene un objetivo en la música, ésta se transforma en un sentimiento, adquiere significado y eso te acerca a tu amigo, trasciende el momento, la coyuntura. Marcelo les contaría lo mismo. Podemos tener diferencias en cuanto a la exploración o introducción de un nuevo instrumento en nuestra música, pero compartimos un sueño. Y lo importante es que creemos que ese sueño es posible. La música es para tenerla toda la vida.

(…) La música tiene dos grandes áreas: la industrial y la cultural. Y la línea de la música popular es la base de la cultura chilena.

(…) El mercado y el arte son cosas distintas, eventualmente algo de tu arte puede ser reconocido, gustar y ser comprendido o no, eso es aleatorio, lo que no puede pasar es hacer arte pensando en vender o ser parte del mercado, porque eso te restringe, ahí no hay libertad.

Nelson señalaba que la música era una opción, un camino. ¿De qué vives entonces?, le preguntamos. De la ferretería, dijo y reímos. Nos contó que su familia tenía una ferretería en La Calera y él estaba a cargo de ella desde hace muchos años. Pensaba jubilarse. De eso hablamos después. Creía que ya era tiempo de dejarle a otro la responsabilidad del negocio familiar y seguir en la música, de eso, no se jubilaría nunca. La tarde había caído, el conversatorio había durado casi el doble de lo que habíamos planeado, él se sorprendió y me dijo: no te preocupes, me he entretenido mucho.

Pocas veces se tiene la alegría de conocer a quien hace del discurso y la práctica un camino lleno de certezas. Cuyo semblante sereno, no deja espacio a la intolerancia ni al recelo, ni siquiera a la sospecha del resentimiento, muy por el contrario abriga una gran sabiduría. La claridad en su discurso profundo despierta con rapidez el respeto. Genera calor humano.

Nelson se fue sin deber nada. Lo dio todo. Chile en cambio le dejó una deuda de reconocimiento a su larga trayectoria, a su calidad, a su calidez, reconocimientos que tal vez ahora se sucedan o no. Yo le quedé debiendo una foto, la de su exitosa jubilación: Allí él sonríe, vestido de overol azul, detrás del mostrador de una ferretería de pueblo. Esa foto existe, no puede ser revelada ni llevada a un soporte material, pero existe. Existe desde el momento en que se la propuse y el brillo en sus ojos y su sonrisa le agregaron una luz de ampolleta vieja. Existe ahora en la palabra y en la mente de ustedes, es sólo que la tan mentada tecnología del siglo veintiuno no puede materializarla pero tal vez mis hijos o los hijos de sus hijos puedan por cariño un día plasmarla y saldar mi deuda.

1) Teatro de la memoria.

2) Lorenzo Triviño, muralista y escultor de Huasco, región de Atacama.

3) Diplomado Solidario en Vulnerabilidad y Desarrollo Local, Copiapó. Iniciativa de educación popular autogestionada, VIII versión.

Apuntes del conversatorio para el Diplomado Solidario en Vulnerabilidad y Desarrollo Local, realizado en la ciudad de Copiapó, el viernes 20 de abril del 2012. Moderado por el Vicerrector Académico Renato Leal Soto. Levantado por los estudiantes: Alexandra Trincado, Francisco Nieto, Allison Martínez, Bernard Cazaudehore, Walter Tapia, Verardo Rojas, Sol Ortega, Itzel Bobadilla. Compilación: Tatiana Mayerovich y Renato Leal.

*Tatiana Mayerovich es artista visual, egresada del Diplomado Solidario en Vulnerabilidad y Desarrollo Local.

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