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Convergencia(s): Arte, espacio público y vida cotidiana. Por Pedro Celedón

Ser-ciudad

La ciudad es tal vez el más grande y complejo invento de nuestros antepasados para producir inmediatez y humanidad. El crisol de mayor envergadura en cuyo interior se forja el alma individual y sus redes colectivas. Todo cuerpo social se ha generado en gran medida condicionado por el ADN que cada una de ellas impregna a quienes la habitan, diferenciándonos según sea la vocación-de-ser, de cada ciudad.

Mucho antes de que se materializara la actual situación - en la cual más del 50% de la población mundial vive en ciudades - su cultura ha sido el motor de la historia. Morfología, inscripción territorial, clima y sobretodo su propio espíritu construyen el relato metonímico que los habitantes se dan colectiva e individualmente en ellas.

A través del uso y las dimensiones simbólicas que posee su particular constructo, se establece la forma que cada comunidad tiene para relacionarse, propiciar caracteres, modos de entender y soñar al mundo, modelado desde ese microcosmo compuesto por complejas redes de circulación, acogimiento, distribución, espacios para lo sagrado, moradas para que descansen eternamente los antepasados, zonas privadas, públicas, reguladas, de castigo, prohibidas…

Lo expuesto no es sordo al argumento de que somos los seres quienes le damos carácter a las cosas, pero es claro que estas no son inocuas, y menos el espacio urbano, construido por acumulaciones de logros y fracasos que trascienden y desbordan a toda vida individual. Este adquiere con el aporte generacional sentido y fuerza para moldear el alma de quien lo habita, y esto es reconocido por sus pares como también por quienes viven en otras ciudades o territorios externos. Este principio de un ser- ciudad, lo podemos ver claramente a traves de la historia. Es fácil imaginar el sentimiento de seguridad que experimentaban los primeros asentamientos urbanos, cuando el Chaman se instalaba en el centro de la aldea, asegurando con ello la armonía del axe mundi. Seguridad que compartieron asentamientos complejos y sofisticados de la Mesopotamia de Nabucodonosor II, en ciudades como Babilonia, protegidas en puertas y muros por la figura de sus dioses, a la vez que albergaban en su interior la proximidad celestial gracias a sus Zigurat.

¿Cómo disociar la ferocidad y la arrogancia de los Mexicas que habitaban en Tenochtitlan, del hecho de que fuese construida sobre el poder de la voluntad y con el apoyo de dioses? Su propia ciudad de origen mítico les enseñaba a domesticar a la naturaleza y consecuentemente, a intentarlo con todos los hombres.

El concepto de que una ciudad es-en sí altamente poderosa, lo han compartido civilizaciones distantes y significativas como la Inca y Romana, manifestándose entre otras cosas en que cada vez que las personas se cruzaban en el camino, siempre tenían la preferencia quienes venían de salir de Cuzco o de Roma, ya que se le asignaba el estar en ese momento imbuidos de sus atributos sagrados.

Es importante remarcar que en cada una de estas ciudades fueron los artistas quienes, a traves de sus creaciones, dieron visualidad cotidiana a los grandes conceptos que las sostienen. Sus cantos, danzas, pinturas, esculturas, edificaciones, creaban urbanismos simbólicos en ciudades paradigmáticas del encuentro entre arte-espacio público y vida cotidiana, como es posible verlo todavía en Agra, Benarés, Bodh Gaya (India), Vaticano (Italia) , Jerusalén, Belén (Israel), Santiago de Compostela (España), La Meca, Medina (Arabia Saudí), Lhasa (Tíbet), todos espacios enriquecidos por creaciones de arte que acompañan el día a día de plegarias y ruegos, enfatizando así a la devoción y “consagrando la vivencia primigenia”, como bien desarrolla Félix Duque en Arte público y espacio político.

Pero no es este el modelo que predomina mundialmente, sino, las ruinas de una ciudad estructurada desde el sueño republicano que se inicia en el siglo XVII y el audaz proceso de una nueva ciudad que se le superpone: La Ciudad Marketing de fines del siglo XX, hija de la espectacularidad, de una cultura mercantilista que no da indicios de detenerse.

La vida Republicana, uno de los últimos paradigmas colectivos que implicarían cambios verdaderamente radicales (como es el paso del poder político desde la gracia divina, a la voluntad de los pueblos) reclamó el dialogo arte y ciudad. Para asentarse, en sus inicios invocó formas que contuvieran y multiplicaran una revolución que en muchos partes todavía no concluye: gobiernos democráticos, instituciones de bienestar colectivo, espacios en donde se glorificara y practicara lo público, lugares todos construidos por artistas para recordar y multiplicar las buenas nuevas de la igualdad, solidaridad y libertad que inspiraron el surgimiento de cientos de naciones. Allí el arte estaba presente, luchando por el ensanchamiento de estos ideales, dando forma a la libertad que guía al pueblo, a la casa de todos que sería la de la presidencia, a la biblioteca colectiva, a la memoria, al hogar de la justicia, todos anhelos contenidos en grandes espacios de líneas neoclásicas que traían al sueño del presente la fuerza citadina del periodo greco-romano.

Pero poco a poco se fue restringiendo la presencia del arte del corazón de la historia y se le fue asignando lugares y fechas específicas para participar en las celebraciones, conmemoraciones, fragmentos de algún evento, festival, rincón, rinconcitos de plazas y calles… desde donde participar con arte en forma intermitente en la vida de la ciudad.

¿Cómo no lamentar que desde hace más de un centenar de años los artistas y quienes contribuimos a la educación e investigación del arte hemos ido aceptando el No- tener una presencia continua, estable, próxima y masiva en los espacios públicos de la cotidianidad? Es claro que en esta jibarización dialogo arte –ciudad, quienes nos identificamos al interior del sistema del arte tenemos una gran cuota de responsabilidad. Fuimos dejando primero las calles, las plazas, los edificios públicos, los templos en manos de soluciones urbanísticas y de normativas municipales; luego del diseño publicitario, industrial y finalmente al lenguaje del marketing, quien es hoy en definitiva quien dialoga con los transeúntes y los conquista a diario.

El carácter que la ciencia del comercio impregna a la ciudad está lejos del espíritu político y civilizador del sueño republicano, lejos de propiciar una invocación de la calle como “la patria de todos los sin patria”, como ese lugar en donde el artista desposaría a la multitud y encontraría en lo cotidiano la trascendencia que proclamaba Baudelaire en un texto ineludible, El pintor de la vida moderna.

Consecuente con su sustento ideológico, el marketing urbano no es de desarrollo espontaneo sino que planifica y crea una demanda. En su planificación inciden factores muy amplios diferenciados en Funcionales y Culturales, con los cuales crea la imagen-ciudad a partir de una definición (agrícola, cultural, de recreación, tecnológica…). Luego diseña el modelo de centro urbano que lo propicie y acoja, situación que se estrenó en Europa gracias al Centro Estudios Urbanos del Ayuntamiento de la Ciudad de Barcelona, que a mediados de la década del 80 transforma su ciudad en el ideal “para la clase media mundial” y hoy tiene un epicentro de espectacularidad incomparable (pero seguible) en Masdar, Emirato de Abu Dabi (Emiratos Árabes), en donde dos grandes oficinas de arquitectos dirigido por Norman Foster, construyen en pleno desierto la ciudad más tecnológica y segregada del planeta (Cabe aquí recodar que Foster es uno de los arquitectos presentes desde los inicios en la reconversión urbana de Barcelona).

Es necesario comprender que estas operaciones no solo construyen ciudades puntuales como las señaladas, sino una lógica urbana que se extiende con ferocidad. La ciudad-marketing genera ámbitos en el que el ciudadano es acogido en una racionalidad mezquina, en un entorno pragmático, muchas veces a- estético con el cual la sociedad diseña lugares seudo-públicos en los que controla con facilidad su uso, restringe el desplazamiento e intenciona las relaciones, no hacia la conciencia de la inmediatez con la que se fundaron las ciudades y permanecieron en la historia, sino hacia la transformación del individuo en un consumidor segregado y ojalá impulsivo.

El modelo propicia el desplazamiento de multitudes solitarias y narcisistas a traves de espacios segmentados según edad, capacidad económica e incluso étnica. Ciudades que generan espacios- mercancía (en el sentido que señaló Guy Debord) y en la cual sus habitantes colectivamente van cambiando libertad por la seguridad. Todo en ellas alimenta a la soledad y la desconfianza en una cultura fundada sobre el miedo, para hacer más fácil su trabajo de control, lo que entre otras voces ha sido denunciado lucidamente por Noam Chomsky.

En esta dinámica la ciudad terminará siendo un gran dispositivo contextual en el cual “el otro” es solo un eterno extraño con el que contactamos para transar servicios u objetos, desinteresándonos de su vida, de su historia, renegando de las convergencias que evidencian toda inmediatez, y desechándolas cuando ya no produzcan los suficientes beneficios, como vemos hoy que se hace con Ditroit (USA). Su ancestral rol de generadora de identidad se busca destruir con la misma fuerza que se instaló hace tan poco (pero con indiscutible efectividad) la semilla de la “identidad nómada” en almas individualistas que como desarrolla Zygmunt Bauman, en su texto En busca de la política, ya no recuerdan en que momento, “la amistad y la solidaridad, que eran antes los princípiales materiales de construcción comunitaria, se volvieron muy frágiles, muy ruinosos y muy débiles!” (Bauman p 23).

¿Cómo podrán en este contexto las ciudades conservar sus espacios de carácter político, social, relacional, humanista, si sus morfologías y sistemas van adhiriendo a una pragmática desde donde obtienen narraciones para desintegrar la trama social con el arma más efectiva del marketing: el descompromiso del uno para con el otro, y el descompromiso del ser entre las cosas.

Convergencia(s), un ejercicio contracorriente

Convergencia(s) es una investigación aplicada que propicia reflexionar sobre el cómo participar desde el arte, en el cotidiano de la vida de nuestras ciudades. Está direccionada a generar intervenciones que son producto de una exploración en un espacio, un locus – un sitio específico.

Sabemos que todo “lugar” da cuenta de distintos niveles de comunicación:

 Su morfología: Como está compuesta por materialidades, podemos interactuar y revitalizarla con una acción poética, ya que nos abre generosamente al ámbito de las texturas, colores, ángulos, escalas, olores y formas que son patrimonio tangible de esa localidad

 Su memoria: los lugares en condición de testigos y participes de la historia son portadores de la memoria del colectivo humano que los utiliza, por lo que tenemos que estar atentos a las fuerzas pregnantes de las costumbres locales, al patrimonio intangible de los pueblos en los cuales vamos a interactuar desde el arte. La personalidad/ identidad de cada región, de cada barrio, calle, plaza, se refleja en cuerpos que se comportan, se visten, desplazan, miran y sonríen de una forma determinada, generando núcleos de sentido a pesar de la globalización uniformizarte en que vivimos.

–El Habitante: a nuestro juicio piedra angular de la vida y sujeto de estas intervenciones, el individuo, ese fragmento silenciado por las generalidades del lenguaje preferido del marketing: las estadísticas, ciencia de la abstracción que mantiene ensombrecida y las más de las veces invisibilizada a la molécula que constituye y hace vivir al cuerpo social.

Así como Baudelaire convocaba en el inicio de la vida república al “Flâneur”, a ese “caminante lucido” que se involucra en la vida citadina, Martin Heidegger, en medio de las ruinas de las ciudades republicanas de la europea de posguerra escribe un texto fundamental, Construir, Habitar, pensar, en el cual enfoca la atención hacia el “Habitante”, un ser capaz de concretar “el gesto de cultivar y cuidar un lugar específico, estando satisfechos (en paz) por permanecer en él” (Heidegger. p 3)

Los habitantes según esta definición son los jardineros fieles del cotidiano, los alquimistas de los espacios, los verdaderamente capaces de transformar en poesía lo banal. Viven cada día la ciudad desde un lugar específico, siendo partes de los órganos de una historia que se escribe sin narrarlos. Pero sin ellos, el lugar sería otra cosa, perdería su riqueza, la luz que nos atrae y en la que reconocemos el perfume de la humanidad. Son una minoría en todas las urbes, pero son ellos/ellas los que invitan constantemente a fecundar un instante en que se abraza la profunda humanidad que en cada persona radica. Convergencia(s) está diseñada para contactarlos. Su metodología implica encarnar el concepto de invitar y no conquistar. Propicia la búsqueda, reconocimiento y luego una delicada aproximación al habitante heideriano. De los diferentes encuentros, se escribe una historia sintetizada en unidades temáticas que llamamos imágenes (de su familia, de lo esperanzador, del agotamiento…). Con estas vivencias atesoradas se construye un guion que finalmente se traduce en acciones desplegadas en los fragmentos de la ciudad que cada habitante ocupa cotidianamente. Estos, devienen una isla que se sabe parte de un archipiélago simbólico, de una geografía efímera y poética.

La intervención exige descubrir el intersticio social que nos permita fecundar en la cotidianidad de un espacio, e instalar un acontecimiento en que las fuerzas latentes de ese lugar se desplieguen operando como umbrales hacia la vitalización del aliento de lo local. Se inscriben estas intervenciones en el concepto de obra espacial de relaciones, que como invita Nicolás Bourriaud en La estética relacional, esas que “no tienen como meta formar realidades imaginarias o utópicas, sino construir modos de existencia o modelos de acción dentro de lo real ya existente” (Bourriaud p.12) Cuando la intervención termina, decanta en cada espacio la memoria activada de sus "habitantes”.

El taller se ha realizado en tres oportunidades: Montevideo con actores/actrices, Morelia con bailarines y coreógrafos, Fortaleza (en Febrero 2014) con artistas visuales y de performance. Se realiza actualmente (Julio 2014) con artista de nuevos medios en Santiago de Chile. A continuación revisaremos algunos apuntes sobre sus dos primeras versiones.

Montevideo-Uruguay (febrero 2013)

El taller se realizó gracias a la gestión de Ismael Da Fonseca, quien nos acogió en el Teatro Victoria y a Lucia Puime, artista escénica multidisciplinar, uruguaya radicada en Chile desde 2003 y con investigación prolongada en teatro y espacios públicos.
Trabajamos sobre el principio de que cada actor/actriz debía señalar, relevar al habitante conque contactaba con los mínimos recursos y sin interrumpir la acción cotidiana del espacio. Este fue circunscrito a la calle Yi, entre 18 de Julio y Colonia, participando Elisabete Ferreira De Alcántara, Carlos Pereyra, Ismael Da Fonseca, Margarita Abin, Ivana Etiez, Melissa Dicandia, Verónica Vivas, Gabriela Vivas, Antonio Graziano, Valeria da Fonseca .

La calle elegida, Yi, en idioma Guaraní trae a la memoria uno de los pueblos masacrados sobre los cuales se construyó la modernidad y la vida republicana de América Latina. Yi es un rio situado entre las comunidades de Florida y Durazno y tiene en español varios significados asociados a duro, resistente. El que más nos gustó es el que lo define como, un “rio que no se corta”, huella de poesía que deja persistiendo a este vocablo Guaraní y a su cultura en pleno centro de la ciudad de Montevideo.

Además de su magnífico nombre, el flujo de gente y algunos locales históricos indicaban que era el lugar. Nos consagramos entonces a la exploración de las riberas de un rio urbano para recorrerlas delicadamente desde sus orígenes, que para nosotros fue la fuente de los candados, hasta su delta, el chiringuito Los girasoles, en donde encontramos a uno de los” habitantes”, su propietario Danilo De Almeida, soñador, amante de la música y de raíces brasileñas “que hacen que su bar suene en la noche como un instrumento en la ciudad”, según sus propias palabras...

Poco a poco se nos fue apareciendo un archipiélago humano, una red de “habitantes” que trabajan en locales y en plena calle. Cada uno nos permitió develar públicamente lo que confiaron en la intimidad y el susurro de las conversaciones a los actores y actrices que establecieron contacto con ellos para extraer la luz de sus vidas, sin ignorar que algunos son verdaderamente mal-tratados por la sociedad.

Allí estaban (y están) entre otros, Don Glauco Bulein, 79 años, 60 años de mozo, 28 en El Facal. Es el más joven de 11 hermanos (todavía viven 6). Se crió en la “gloriosa” Cuchilla de las Flores” un barrio de Melo. Comenzó en la confitería Cerro Largo, luego en la confitería Washington, las dos en Melo. Un día vino de paseo a Montevideo y se quedó 11 años en un restaurante del Cerro. El 21 de julio de 1984 a las 10 de la mañana llovía torrencialmente, y por primera vez entró a trabajar al Facal…

Valentina Mellón de 20 años, que si bien es la más joven de las chicas que trabajan en la peluquería Rosita Renán, tiene mucha experiencia. Viene de una familia de peluqueros y a los 14 años decidió dedicarse a esto. Cuando era chica su abuelo tenía una peluquería de caballeros y almacén en el cruce de las calles San Salvador y Eduardo Acevedo (Montevideo). Ella vivía a cuatro cuadras y se pasaba jugando ahí. También el novio de la hermana de su papá, su tío, tiene una peluquería. Siente que cortar el pelo es un arte que se complementa con otros oficios, que siempre está creando… “como cuando pintas o dibujás”…

Rodolfo Reyes, cuarenta años vendiendo flores en la esquina de Yi con 18, construyendo paisajes que tiene que armar y desarmar a diario puesto que no tiene local… Washington, cuidador de coches en la misma calle durante quince años y que todavía se enciende cuando sueña que reabrirán El Mincho, espacio mítico de la bohemia local. Morelia –México (Julio 2013)

El taller se realizó al interior del XVI Festival internacional de danza contemporánea, invitando a bailarines y coreógrafos de diferentes compañías. La danza es celebración en esencia y en esta ocasión el llamado fue a celebrar la vida en los dominios de las “malas muertes”. Los participantes fueron Teresa de la Luz Chavira, Israel Chavira, Circe León, Adrián García, Emma Hernández, Luis Bracamontes, Rubén A. Chávez, Carmen Guzmán, Fernando Martínez.

Morelia es capital del Estado de Michoacán y desde el año 2008 existe una guerra abierta contra el narcotráfico. Esta se inició con el lanzamiento de dos granadas de racimo el 15 de septiembre a las 12 de la noche, cuando en la plaza Melchor Ocampo el pueblo se reunía para compartir el grito de VIVA MEXICO con el que se conmemora el inicio de la guerra por la independencia. En el instante mismo que el Intendente toca la campaña, el pueblo grita y se lanzan fuegos artificiales. Esta vez se sumaron dos sicarios lanzando gradas de guerra en los extremos opuestos de la plaza, al mismo tiempo que otras dos se lanzaron a pocos metros de allí en la plaza central: más de cien muertos y un número de heridos indeterminados. La Plaza Melchor Ocampo fue para nosotros el eje central de las intervenciones que contemplaron tambien calles y plazas aledañas.

Lamentablemente nuestra acción de arte no establecía solo una relación de diálogo con la memoria. Durante los 15 días que duró esta residencia 20 narcos murieron en un enfrentamiento con la policía (la cual tuvo dos bajas) a las afueras de la ciudad. A los pocos días los narcos ametrallaron el Casino de juegos asesinando a 7 personas y dejando 11 heridos graves, y a la semana siguiente, el jefe máximo de la policía de Michoacán fue asesinado junto a su chofer y su esposa camino al trabajo. No es casual que José Miguel Insulza, Secretario general de la OEA, advirtiera hace unos meses que el peligro actual de las democracias latinoamericanas ya no son sus ejércitos, sino el narcotráfico.

El equipo de este proyecto estaba compuesto por los bailarines y coreógrafos Teresa de la Luz e Israel Chavira y los documentalistas Erik Legaría y Giovanni Ocampo. Trabajamos con la técnica “Pasando a través” desarrollada por David Zambrano, siguiendo un principio coincidente con Convergencia(s): entender profundamente que invitar es intervenir sin imponer, y crear dinámicas donde el grupo se puede mover constantemente (desde figuras curvas como el ADN), transformando el espacio y modificándolo en su hacer desde el cuerpo, que en alerta y rapidez física mantiene un estado interior de calma.

Algunos de los habitantes que danzamos fueron: Don Chava, que cumplió 57 años el 5 de agosto pasado. Lleva 22 años en el Conservatorio de Las Rosas. Es supervisor de espacios como los prefectos de las secundarias, pero es más que eso, es un amigo de todos, un orientador cuando se le requiere.

Salvador Cisneros López, de 47 años, estudió arquitectura pero no pudo terminar la carrera y se hizo vendedor de periódicos y revistas. Desde hace 25 años tiene un Kiosco en la céntrica esquina de Ignacio Zaragoza con Av. Madero. Siente que revolucionó el oficio cuando ordenó la presentación de las revistas clasificándolas para hombres, mujeres, política…en su espacio se pueden leer gratuitamente los periódicos…discutir las noticias…ampliar la conciencia ciudadana. Julio Cesar Barriga López, llamado también "El bueno", con algo más de 40 años trabaja en el medio transportista desde hace 17 años. Actualmente es chocador de la Ruta Gris dos, en la parada de San Francisco y chofer los fines de semana en la Ruta 1. Antes de ser transportista trabajó de futbolista en el medio campo del Apatzingán, que está en segunda división. Después fue músico, toca guitarra y la lira…

Don Luis, tiene 74 años y lleva ejerciendo su oficio de lustrabotas hace 50. Cumplió 10 años trabajando en la Plaza de Armas de Morelia. No sabe leer ni escribir. No tuvo educación y dice que se dedica a esto ya que no aprendió a hacer nada más…es un referente para sus compañeros de oficio, coordina y apoya actividades…acoge, escucha, cultiva la paz. Tomás Elías Olivo, 60 años (ex –albañil) y Sara Calvillo Bautista, 58 años. Ambos son globeros desde hace 17 años en la Plaza Melchor Ocampo. Están casados hace 46 años y fueron testigos presenciales del atentado del 15 de septiembre. A pesar de estar en la aglomeración, este matrimonio y sus hijos que también vendían ese día no sufrieron ningún daño físico, el mental intentan sanarlo en su lucha diaria contra el miedo.

A modo de conclusión

Convergencia(s) es una instancia de reflexión sobre arte, espacio público y vida cotidiana, su metodología está enfocada a señalar la riqueza de la ciudad, de sus calles como material y soporte, pero, sin atender el patrimonio tangible, las morfologías sugerentes, las memorias insertas en la arquitectura, sino a los individuos que las habitan. Con ellos construye preguntas, genera vivencias para que luego se desarrollen obras, intervenciones, acontecimientos, pliegues, repliegues…

Es un proyecto en proceso que obedece al deseo de vivir un arte inserto en el flujo diario de la vida citadina, de generar en forma permanente un dialogo estrecho que invoque a las fuerzas capaces de fecundar en la inmediatez del ciudadano. Como ejercicio académico estamos conscientes de que es algo que buscaron y encontraron grupos de vanguardias como los situacioncitas y el tercer teatro, a ellos va nuestro reconocimiento.

Existe en nosotros el deseo de inscribirse en la deriva de esas rutas, de trabajar en las profundidades del cotidiano, escarbar allí las capas de la comunicación generando túneles rizomáticos en medio de los signos visible, para extraer desde su fondo el brillo de la humanidad, relevando vidas, amplificándolas y multiplicándolas como sabe hacerlo la extensa familia de las prácticas de arte.

Creemos que es urgente que los artistas se involucren nuevamente en la cotidianidad de las ciudades ya que la calidad de vida decae a pesar del progreso material que logran muchas de ellas. Sabemos que las cámaras de vigilancia, la segregación espacial, la proliferación de espacios protegidos, centros comerciales, fraccionamientos/condominios, parques temáticos, el universo mediático y una cadena de guardias urbanos públicos y privados, son los encargados de expulsar de la ciudad a todo germen que apele a instancias de libertad cultural, simbólica y poética, ya que ellos saben que podrían levantar las barreras hacia lo imposible.

Pero tambien sabemos que toda vigilancia y control tiene su lado frágil y que a pesar de las inversiones gigantescas del modelo, los espacios públicos continúan ofreciendo un potencial enorme para trabajar en contra de las dinámicas de desintegración de los valores sociales y recrear lenguajes, técnicas, materiales, estrategias para adherir una segunda piel al espacio público, una piel poética que tienda a la re-composición de la densidad de los nexos sociales y a la reconversión de espacios mercancías, en territorios existenciales.

Bibliografía:
Bourriaud, Nicolás, Estética relacional, Ed. Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2006
Bauman Zygmunt, En busca de la política, Ed. Fondo de cultura económica, Buenos Aires, 2001
Debord Guy, Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, Ed. Anagrama, Barcelona, 2003 (Tercera edición)
Duque Félix, Arte público y espacio político, Ediciones Akal, Madrid, 2001
Heidegger, Martin, Construir, habitar, pensar. http://www.farq.edu.uy/estetica-diseno-ii/files/2013/05/Heidegger

Dr. Pedro Celedón.
Profesor Titular. Escuela Arte. Pontificia Universidad Católica de Chile

Texto escrito en noviembre 2013. Re editado en julio 2014

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