Derechos y no privilegios: recuperar el agua también es nuestra lucha

¿Alguna vez ha abierto la llave del lavamanos o lavaplatos y no ha salido agua? ¿O ésta ha salido tan turbia que no es posible ni seguro de beber? Si usted está pensando que nunca le ha pasado o que nunca le pasará, es porque no vive en una zona de sacrificio.

Actualmente, en algunas zonas de Chile no hay agua para beber ni para operar servicios básicos como baños y cocinas, afectando a cientos de familias y al trabajo agrícola local que antes podían desarrollar en algunos de estos lugares. Frente a esto se ha instalado un mito: no hay agua porque hay sequía. No obstante, esta es una verdad solo a medias, ya que la sequía en gran parte de estos casos es sólo un agravante de una situación mucho más compleja, y del todo injusta, que son las políticas de privatización de nuestros recursos naturales –incluida el agua- que se han implementado en las últimas décadas en nuestro país.

La falta de agua y el negocio con esta, al punto de no existir para consumo cotidiano en algunas partes, como La Ligua, Cabildo, Petorca, Huasco, Caimanes y Alto Maipo, son una evidencia clara de cómo nos enfrentamos a un agotamiento del modelo. El despojo de derechos y las transacciones mercantiles indiscriminadas de nuestros recursos naturales, hoy abiertamente muestran la cara que siempre se ha querido por algunos ocultar.

Por muchos años nos hablaron del “milagro chileno”, justificando con índices macroeconómicos, los procesos de despojo de nuestros derechos básicos. Nos dijeron que aquello era el camino al desarrollo, y por años cientos de miles de familia esperaron esa alegría prometida. No obstante, las condiciones materiales comenzaron a mostrar que al contrario, cada vez más nos alejábamos de ese ideario, y la escases, la deuda, el agobio y carencias, se apoderaban de nuestras vidas. El malestar se acumuló, y miles comenzamos a organizarnos y salir a las calles.

Nosotros desde las universidades enfrentamos a una educación que hace crisis. Pero no somos ni fuimos los (...)