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EL DINERO, EL NEOLIBERALISMO A LA FRIEDRICH VON HAYEK Y EL MERCADO LIBRE A LA MILTON FRIEDMAN, COMO LOS CLAVOS Y MADEROS, RESPECTIVAMENTE, EN QUE QUIERE SER SACRIFICADO EL GOBIERNO DE SEBASTIÁN PIÑERA por Oscar Orellana

INTRODUCCIÓN: Si el país está creciendo a tasas interesantes, si los índices macro-económicos están bien, si se han creado más de quinientos mil empleos en el último año y medio, si está controlada la inflación, si Chile va llegar a ser un país desarrollado dentro de la primera mitad del presente siglo, y suma y sigue: ¿por qué al gobierno de Sebastián Piñera en general, le está yendo tan mal en las encuestas, y a él en particular?, ¿a qué se debe tanto salto si el camino esta parejo?, ¿a qué se debe tanto descontento?

Una primera respuesta es que este país desde sus inicios es mayoritariamente un país de mercaderes y no de industriales. Si en este país se hubiese desarrollado principalmente la mentalidad industrial en lugar de la mentalidad mercantilista “otro gallo cantaría”, porque la mentalidad industrial es muy distinta y muy diferente de la del mercader, se trata de otro corazón y otra cabeza, que por estos días se asoma tímidamente en el horizonte de la convivencia nacional. Una segunda respuesta (de larga data), es que a nivel micro económico andamos mal, es decir: “está mal distribuida la riqueza”, “está mal pelado el chancho”.

Estándares internacionales de diferente naturaleza han mostrado en reiteradas ocasiones a lo largo del tiempo, que nuestra sociedad es indecente. Una tercera respuesta complementaria a las anteriores (de larga data también), consiste en darse cuenta de que las “clases medias y más desposeídas de esta país” han anhelado y anhelan legítimamente tener un mejor estándar y calidad de vida (teniendo presente que las expectativas y estándares de calidad cambian con el tiempo). Es decir, han querido y quieren tener acceso al “botín” para comprar o adquirir todo lo que les ofrece el mercado de bienes y servicios al igual que las clases pudientes, lo cual es justo y necesario. Una cuarta respuesta (complementaria a las anteriores y relacionada con la reciente rebelión protagonizada por los estudiantes y las “clases media y más desposeídas de este país”), es que estos grupos sociales se cansaron de tanto abuso, de tanta estafa, de tanta burla, de tanta corrupción, de tanta explotación, de tanta discriminación, de tanta desigualdad, y de tanta inseguridad social (en relación con esto último léase: ¿cuál va a ser mi pensión cuando deje de trabajar?, ¿cuál va a ser el servicio de salud que tendré cuando envejezca?, ¿cómo financiare la educación de mis hijos?, ¿cómo voy a pagar las cuentas de fin de mes?, ¿cuántos años estaré pagando el préstamo bancario con que estoy pagando mis estudios y que haré si no termino o me echan de la universidad?, etc.). Una quinta respuesta complementaria a todas las anteriores es que los grandes movimientos ciudadanos reivindicatorios de este país cuando no han sido reprimidos salvajemente por el aparato del estado (desde los tiempos de B. O’Higgins al día de hoy las fuerzas armadas y de orden han intervenido 23 veces contra los movimientos ciudadanos de diferente naturaleza y alcance, de acuerdo al historiador Gabriel Salazar, sin mencionar otro tipo de intervenciones), y han logrado un éxito relativo, se van para la casa dejando todo en manos de los políticos o poderes fácticos del momento, sin llegar a consolidar un mecanismo de participación ciudadana que garantice sus conquistas de manera efectiva, como pudieron haber sido en sus respectivos momentos: las asambleas constituyentes, los cabildos abiertos, las mutuales, las cooperativas, los plebiscitos, una constitución auténticamente democrática y participativa.

Otras respuestas.

En síntesis (sumando y restando): (1) tenemos un problema de mentalidad, que se refleja en una cultura de la “ramada” y el negocio fácil en lugar de trabajar duro y para el largo plazo, (2) el camino no está tan parejo a nivel microeconómico como parece estarlo a nivel macroeconómico, (3) las clases pudientes tienen una propensión a la ostentación y el consumo, que las clase medias y más desposeídas de este país también reclaman legítimamente para sí, (4) “tenemos un problema de valores sociales”, “tenemos un problema ético de proporciones”, “tenemos un problema mayúsculo de ethos comunitario y unidad nacional” (para ser enfáticamente redundante), que se refleja en la frecuencia y los niveles de los abusos cometidos y una tremenda falta de solidaridad, (5) no existe un mecanismo de participación ciudadana efectivo y eficiente, no tenemos una constitución democrática y participativa. Por el contrario, tenemos una constitución (que modulo algunas reformas hechas durante los últimos 20 años), fue elaborada durante la dictadura militar, y en consecuencia no es legítima. Sin contar la “lucha por el reconocimiento” de la nación mapuche y el hecho complementario de que aproximadamente el 90 % de la población de este país es mestiza. Sin contar que los “indignados” son incontables y están en todas partes del mundo comunicados instantáneamente en red y conversando acerca de sus insatisfacciones y frustraciones.

Otros sumandos.

Por lo tanto, al presidente Piñera y su gobierno, por una parte, se les vino el mundo encima, y por otra parte, se les vino encima la historia de Chile, en la cual no sólo tienen arte, sino que también parte, y así continuara siendo sean quienes sean los próximos presidentes y gobiernos de Chile, porque como dijo el aristocrático y liberal filósofo español José Ortega y Gasset: “el hombre es más historia que naturaleza”, y la historia es fundamentalmente memoria.

El presidente Piñera y sus ministros apelando a los resultados macroeconómicos no pierden oportunidad de hacer un llamado a la unidad nacional, pero siendo esto necesario, no es suficiente, porque como es sabido, en aquellas sociedades más antiguas que las nuestra y que han pasado por experiencias durísimas, la unidad nacional y el ethos comunitario se funda: (1) en una distribución justa y equitativa de la riqueza; (2) poniéndole atención a la microeconomía; (3) en una igualdad de oportunidades real, (4) en una constitución auténticamente democrática y participativa, y (5) en un sistema social demócrata. Todo lo cual se refleja, por ejemplo: en que el sueldo más alto es solo tres o cuatro veces el sueldo más bajo; en que existen servicios públicos de salud y educación de calidad e iguales para todos; no existe segregación social, ni clases malditas condenadas a la pobreza; más otras propiedades que hacen de aquellas sociedades estructuralmente muchísimo más decentes, cohesionadas e inclusivas que la nuestra. Esto es lo que parece no entender el actual gobierno y se aferra “con dientes y muelas” a su matriz ideológica derechista, a un sistema individualista y competitivo poco solidario (es decir, egoísta), a saber: el neoliberalismo y el mercado libre; sin moverse un ápice, sin realizar “cambio” estructural alguno al sistema económico-político existente, que ellos diseñaron e implementaron durante el gobierno del General Pinochet y la Concertación administró y perfeccionó durante las siguiente dos décadas.

El presente trabajo se propone explorar una explicación más rebuscada (tal vez más psicológica), de lo que está ocurriendo (por estos días), con el gobierno de Sebastián Piñera, que viene a complementar las explicaciones resumidas en el primer párrafo y la explicación propuesta por el suscrito en el artículo titulado “SOBRE EL GOBIERNO QUE FUE ELEGIDO POR Y PARA EL CAMBIO, PERO QUE HA SIDO INCAPAZ DE CAMBIAR EL MISMO”, publicado en el “Le Monde diplomatique” del 26 de agosto de 2011 (entre las múltiples explicaciones que se pueden elaborar acerca de este fenómeno). En aquel artículo se postula que el gobierno actual entendió y entiende una cosa muy distinta y muy diferente de lo que el pueblo de Chile (en particular la Clase Media), entendió y entiende por “cambio”. Ponerse a hablar, prometer y promover un cambio no es “chacota”, porque el lenguaje tiene múltiples interpretaciones, despierta expectativas legítimas, y crea realidades, sino pregúntenle a Heráclito el Oscuro (filósofo pre-socrático que vivió entre los siglos VI y V antes de Cristo) o a Platón (discípulo de Sócrates, que nació el año 427 y murió el año 347 antes de cristo), quienes frente al “cambio” se asustaron, sintieron repugnancia y se vieron en la obligación de crear posturas político-filosóficas, que de acuerdo al filósofo vienes y nacionalizado británico Karl R. Popper (1902-1994) constituyen los antepasados y fundamentos históricos del “Historicismo”, y este último a su vez constituye la base ideológica de toda tiranía y dictadura, tanto de izquierda como de derecha (ver “La Sociedad Abierta y Sus Enemigos”, de K. R. Popper). Puesto que esta última alternativa (es decir, la tiranía y la dictadura), por ahora se encuentran vedadas, “cambio” solo pudo y puede significar para las clases medias y más desposeídas de este país un movimiento hacia la izquierda, es decir: un cambio político-económico estructural hacia la izquierda, para pasar de un sistema neoliberal y mercado libre (paraíso del “laissez feire e laissez passé”), a un estado de bienestar keynesiano. En consecuencia, para la gran mayoría de los chilenos y particularmente para quienes votaron por el actual presidente en la última elección presidencial considerando que “peor no podían estar” (contradiciendo la Ley de Murphy), el “cambio” prometido por el actual gobierno durante la correspondiente campaña solo pudo haber significado (desde un punto de vista optimista): “para mejor”, contradiciendo al pensador y senador romano Séneca (del 4 a.c. al 65 d.c.), quien recomendaba ser pesimista a todo evento, para así no ser sorprendido por la realidad.

La tesis (hipótesis y conclusión) del presente artículo que desarrollamos a continuación es que en vista de: (1) que ni el chorreo, ni la alegría llegaron, (2) que está mal distribuida la riqueza (es decir, “está mal pelado el chancho y sólo unas cerdas caen por aquí, mientras el puerco sigue estando completo al otro lado”), (3) que el anhelado estándar y calidad de vida no llega y teniendo presente que las expectativas cambian. Es decir, en vista de que no se tiene acceso al “botín”, para adquirir lo que ofrece el mercado de productos y servicios al igual que las clases pudientes, lo cual es justo y necesario, (4) que se está cansado de tanto abuso, burla, estafa, corrupción, y traición, y (5) que no tenemos una constitución auténticamente democrática y participativa .

Los estudiantes y las clases medias y más desposeídas de este país cambiaron de ánimo y comenzaron a sentir: (1) que el “cambio” tampoco llego, ni llegará, y (2) (formulación débil de la Ley de Murphy), que la situación solo puede empeorar. Entonces, los estudiantes y las clases medias y más desposeídas de este país pasaron de un optimismo esperanzador a un pesimismo combativo. En otras palabras, los movimientos y redes sociales han despertado para empoderase y exigirle derechos y reivindicaciones sociales al gobierno de Piñera, mientras este se debate entre su herencia de la dictadura, un dogmatismo ideológico y un sentimiento de culpa que los tiene al borde del sacrificio político-eleccionario y “morir con las botas puestas”, incapaz de cruzar la línea de derecha a izquierda y emular a sus colegas progresistas de centro izquierda, que en su momento y por miedo, incapacidad y/o “convergencia con la visión económica de la derecha”, fueron capaces de cruzar la línea de izquierda a derecha aceptando una situación de hecho y “renovarse”.

Pero, antes es conviene hacer una aclaración, a saber, cuando a la derecha chilena se le pide que realice las reformas estructurales necesarias, para que el sistema político-económico neoliberal y mercado libre existente en Chile “cambie” a un sistema más humano, más justo, más inclusivo, más solidario, más decente, más democrático, fundando: (1) por ejemplo, servicios estatales de educación y salud que sean la base de la unidad nacional y hagan realidad la igualdad de oportunidades de manera permanente, (2) instituciones nacionales que sean la base de una convivencia democrática justa, y (3) un Estado más fuerte y comprometido de manera permanente. No se le está pidiendo que dejen de creer o renuncien a sus legítimos principios ideológicos, sino que entiendan que el sistema político-económico diseñado e implementado por ellos mismos durante la dictadura militar, tiene un origen y un desarrollo ilegitimo, antidemocrático. Por lo tanto llego la hora, de blanquear el sistema, de rediseñar la “cancha” (lugar donde se va a practicar la democracia). Llego la hora de hacer las reformas necesarias para que todos los chilenos tengan igualdad de oportunidades tanto en lo económico, como en lo político y exista una justa distribución de la riqueza. En consecuencia, no se debe confundir la matriz ideología y sistema político-económico propios con el sistema económico-político nacional. Éste último debe ser construido con el concurso de todos los chilenos dentro del libre juego democrático, a no ser claro está, que se quieran mantener las ventajas y privilegios del pasado, manteniendo a la comunidad nacional cautiva en la actual institucionalidad como ocurrió durante el así llamado (por algunos), “régimen de excepción” o “gobierno autoritario”.

Soslayando la diversidad de modos de vida y pensamiento existente en el país. En este sentido, note que el hecho de que los socialistas, radicales, comunistas y demócrata cristianos de este país en los últimos 20 años no solo hayan administrado, sino que perfeccionado el sistema económico-político heredado del gobierno de Pinochet, no los hizo, ni los hace menos progresistas, ni significa necesariamente que hayan abandonado sus legítimos principios ideológicos, sino que fueron realistas-pragmáticos, que por miedo, incapacidad, y/o “convergencia con la visión económica de la derecha”, se sumergieron en la situación de hecho, que tenían a la mano, tratando de realizar una transición a la “democracia”, la cual por los motivos antes señalados ciertamente todavía no termina. En rigor se puede decir que ni siquiera ha comenzado. Pero, la derecha chilena tiene la gran oportunidad de terminarla. Modificando, reformando, introduciendo algunos “cambios” tendientes a perfeccionar el sistema de convivencia político-económico nacional. Quien mejor que la derecha para cerrar el círculo abierto hace cuarenta años atrás. Este es un momento histórico, que no se volverá a repetir de la misma manera y las reformas o las hace este gobierno, o el próximo, porque la conciencia de la ciudadanía esta clarita. La podrán acallar, engañar, o aplastar, pero volverá a renacer.

Teniendo presente, por una parte, que las últimas encuestas le dan un porcentaje mínimo de apoyo a la gestión del gobierno, y por otra parte, alrededor de un 80% de la ciudadanía rechaza su gestión, no es presentable, ni defendible, que un grupo de “políticos- empresarios” pretendan mantener en una camisa de fuerzas ilegitima al pueblo de Chile. El gobierno debe escuchar a quien se debe, al soberano y hacer los cambios estructurales necesarios para que todos los chilenos sintiéndose dueños, sean realmente dueños de este país. En consecuencia recomiendo lo que una señora dijo frente a las cámaras de televisión, en el medio de las últimas demostraciones y de cara a los vándalos y el gobierno: “la revolución se hace con amor”.

A esta altura de los tiempos no tiene sentido seguir pensando con una lógica bipolar. Si los líderes de la centro izquierda chilena fueron capaces de cruzar la línea de izquierda a derecha y converger al pensamiento económico extremo de la derecha y adaptarse a la constitución del 80. No se entiende por qué los líderes de la derecha no son capaces de transitar de derecha a izquierda y hacer las reformas que la Concertación prometía en su Programa de Gobierno y después olvido, recién recuperada la posibilidad de construir la democracia a fines de los ochenta y comienzo de los noventa del siglo pasado, porque obviamente no basta con la frivolidad de vestir parcas, corbatas y relojes rojos para, por una parte, arrebatarles todas las banderas al progresismo, y por otra parte, tampoco sirve para darle continuidad al conjunto de sistemas de convivencia político-económica que se puede dar una ciudadanía.

DESARROLLO: Las personas que hoy están gobernando este país son más o menos las mismas (sino discípulos, colaboradores o camaradas de aquellos), que instalaron el sistema político-económico vigente, a través de un proceso que tomó varios años en las décadas de los setenta y ochenta (bajo la dictadura del general Augusto Pinochet U.), lo cual básicamente consistió en privatizar los servicios públicos, las empresas y la riqueza nacional (comprándola ellos mismos, o empresas extranjeras, o asociándose entre ellos y aquellas empresas a precios bajos y con préstamos del Estado de Chile), y diseñar e implementar una nueva constitución (la constitución de 1980). Durante este proceso se desmantelaron el sistema educacional, el sistema de salud, el sistema previsional, el sistema sindical y laboral (entre otros sistemas), existentes en Chile a la sazón. Desmontando completamente el estado de bienestar, para abrirle paso (entre otras acciones): (1) a un sistema político neoliberal, enemigo declarado del socialismo y el keynesianismo, (2) a una economía de libre mercado con participación mínima del estado (o estado mínimo), contra la planificación centralizada, y (3) a un proceso de capitalización y obtención de adeptos por medio de la venta de acciones al público en general, de empresas estatales recién privatizadas. Junto con esto se les prometió a todos los chilenos que su estándar de vida iba a mejorar a través de la así eufemísticamente llamada “política del chorreo”. Palabras que describen metafóricamente el proceso a través del cual la riqueza llegaría a las clases medias y más desposeídas de este país, sin darse cuenta que las expectativas respecto de los estándares y calidad de vida cambian con el tiempo. Una manera fácil de representar este proceso consiste en imaginar que cada chileno se reduce a una copa de champagne y que se encuentran formando parte (de manera jerárquica y ordenada), de una pirámide. En la cúspide de la pirámide se encuentra una copa, cuya base esta adecuadamente apoyada en el nivel inmediatamente inferior, formado (dependiendo del diseño) por otras tres copas, cuyas bases (a su vez) están apoyadas adecuadamente en el tercer nivel de la pirámide (contando desde la cúspide a la base), el cual dependiendo del diseño está constituido por un número adecuados de copas, y así sucesivamente hasta llegar a la base de la pirámide que contiene obviamente el mayor número de copas (personas).

Ahora suponiendo que el champagne representa la riqueza, se procede a vaciar el líquido espumoso y burbujeante en la copa que hace de ápice de la pirámide, la cual eventualmente se rebalsa y comienza a “chorrear”(a través de su superficie) el líquido color oro que no puede retener, vaciándose en el interior de las tres copas que forman el nivel inmediatamente inferior. Una vez que estas tres copas se llenan, el rebalse del preciado líquido se comienza a vaciar (por medio del “chorreo” que se produce sobre sus superficies exteriores), en las copas que forman el tercer nivel de la pirámide (contando de arriba hacia abajo), y así sucesivamente hasta llegar a la base de la pirámide. Esta metáfora da para mucho, por ejemplo uno podría preguntarse: ¿quién diseño la pirámide?, ¿de dónde salió el champagne (es decir, la riqueza)?, ¿quién produjo la riqueza?, ¿de quién es la riqueza?, ¿quién reparte la riqueza?, ¿cómo se debe distribuir la riqueza?, ¿de quién es la botella?, ¿cómo aumenta su volumen la botella?, ¿cómo se agregan más copas?, ¿quién hace la bicicleta recogiendo el preciado líquido que rebalsa las copas del nivel más bajo?, ¿cuál es el contexto de la pirámide, donde se afirma la pirámide?, etc. También es fácil darse cuenta que el preciado líquido se demora muchísimo en llegar a los niveles inferiores de la pirámide, particularmente a la base, sobre todo si la pirámide tiene muchos niveles. De hecho, el “chorreo de la riqueza” prometido a los chilenos en aquellos años “nunca llegó”, porque dependiendo de cómo se diseña y construye la pirámide, perfectamente pueden quedar copas sin ninguna posibilidad de que les llegue algo del preciado líquido burbujeante. Además, las primeras copas de la pirámide, es decir las que se encontraban y encuentran (tal vez debiera decir “las que se colocaron o colocan”), en la cúspide de la pirámide, podrían no tener fondo (individualismo egoísta exacerbado, fuera de control) y sin embargo están apoyadas por una serie de niveles inferiores que solidarizan y forman parte de la organización y estructura piramidal.

Recuperada la “democracia” en Chile (después de los plebiscitos de 1988 y 1989), tuvimos un gobierno de transición (de Marzo 1990 a Marzo 1994), encabezado por el Demócrata Cristiano Señor Patricio Aylwin (Don Pato), en representación de la coalición de partidos de centro izquierda llamada Concertación, cuyo eslogan de campaña fue “la alegría ya viene”, “alegría” que tampoco nunca llegó. Por cierto, durante ese tiempo hubieron “boinazos” y “servilletazos” de parte de los militares y además todo tipo de amenazas o promesas implícitas y explícitas por parte del empresariado chileno, entre las cuales podemos mencionar la “fuga de capitales” (sin mencionar el consejo de defensa del estado y la inamovilidad de los comandantes y jefes de las fuerzas armadas y de orden), que hacían que aquel gobierno anduviera con “pie de plomo”, o “pisando huevos”, todo lo cual aparentemente lo obligó no sólo a administrar, sino que a perfeccionar el sistema político-económico diseñado e implementado durante el gobierno de Pinochet, cumpliéndose la profecía hecha por R. Lagos, a saber: “no vaya a ser cosa Don Pato, que nuestro gobierno se limite a administrar el sistema heredado de Pinochet”, o algo así.

Después vino el gobierno concertacionista del Demócrata Cristiano Señor Eduardo Frei Ruiz Tagle (de Marzo 1994 a Marzo 2000), en el cual se procedió a continuar con la administración y perfeccionamiento del sistema heredado, las privatizaciones y “la alegría” tampoco llegó. Posteriormente, vinieron los gobiernos concertacionistas del Señor Ricardo Lagos E. (de Marzo 2000 a Marzo 2006) y la Señora Michelle Bachelet (de Marzo 2006 a Marzo 2010), en los cuales se continuó privatizando y “la alegría” tampoco llegó. Estos gobiernos fueron interesantes, porque desde el punto de vista de un simple mortal “vinieron a exorcizar el fantasma socialista”, demostrando que se habían renovado completamente y eran capaces no solo de administrar, sino que de perfeccionar el sistema neoliberal y mercado libre heredado de los tiempos de Pinochet (aún que R. Lagos ya había dado “la prueba de la blancura” cuando fue ministro de obras públicas de Eduardo Frei Ruiz Tagle, sin mencionar que antes había sido ministro de educación de Don Pato). Recordemos a modo anecdótico y complementario, que de vuelta en Chile desde EEUU, el ex ministro de Salvador Allende Señor Fernando Flores declaró “que no conocía o no había conocido nada más revolucionario que el capitalismo”, o algo así. Todo lo cual deja en evidencia “la convergencia entre el pensamiento económico de la derecha y el liderazgo concertacionista”. “A confesión de parte, relevo de pruebas”, dándole la razón al poeta cuando dice: “la izquierda y derecha unidas, jamás serán vencidas”, o algo así.

A esta altura del texto es pertinente preguntarse: ¿cómo es posible que los gobiernos concertacionistas durante todos esos años (20 años es más que 17 años), no hayan hecho reformas profundas, tal cual lo planteaban en su Programa de Gobierno: al sistema de salud, al sistema de educación, al sistema sindical y laboral, al sistema de previsión, etc., heredados del gobierno de la derecha y Pinochet?, ¿fue temor y miedo, incapacidad, o “una convergencia entre el pensamiento económico de la derecha y del liderazgo concertacionista, que políticamente la Concertación no estaba en condiciones de reconocer (según se dice en el libro: “Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad” de Edgardo Boeninger)? Para responder esta pregunta léase: “Chile Una Democracia Tutelada”, de Felipe Portales, Editorial Sudamericana, o en su defecto “La Concertación Debe Explicaciones”, del mismo autor, en Google, o en www.elclarin.cl.

Durante aproximadamente los 20 años que gobernó la Concertación de partidos de centro izquierda, la derecha chilena desarrolló progresivamente una estrategia que se expresó a nivel propagandístico y publicitario por medio del eslogan “una alternativa por el cambio” (con acento en el cambio), para alcanzar la presidencia de Chile por medio del voto popular. Después de todos estos años, en el año 2009 la derecha política y económica de este país logra su objetivo y el Señor Sebastián Piñera E. fue elegido presidente de Chile (para el periodo Marzo 2010 a Marzo 2014), “por y para el cambio”. Pero, a la fecha el cambio no ha llegado.

Por otro lado, desde el gobierno de R. Lagos hasta el gobierno de S. Piñera se viene hablando de que Chile llegará a ser un país desarrollado algún año de la primera mitad del presente siglo. Tomando en serio esta promesa o amenaza y teniendo presente que el chorreo no llegó, la alegría tampoco llegó, y el cambio no ha llegado, ni llegará, los estudiantes y las clases medias y más desposeídas de este país cambiaron de ánimo y temen lo peor, a saber: que el desarrollo tampoco llegará, y si lo lograra es muy posible que Chile llegue a ser el único país desarrollado del planeta con una distribución de la riqueza detestable, con contradicciones sociales notables, sin igualdad de oportunidades real, con una constitución diseñada e implementada en tiempos de dictadura y por lo mismo con una democracia francamente deficiente. Por ello que estos grupos sociales ya no están dispuestos a “comulgar con ruedas de carreta” y piensan que “el cambio” es ahora o nunca, y a costas de los que impusieron este sistema político-económico abusivo, exagerado y excesivo. Porque, a la Concertación en el papel de víctima del sistema (primero) y capataz del sistema (posteriormente), a lo sumo se le podrán pedir explicaciones por sus inconsecuencias, inconsistencias, “vueltas de carnero” y “gato pardismo” (cuestiones no menores), pero la Derecha tiene pecados más oprobiosos que purgar, que no viene al caso mencionar aquí ya que son de todos conocidos y están debidamente documentados. Por lo mismo, de vuelta a la “democracia”, la Derecha Chilena ha estado atrapada entre su herencia política dictatorial, dogmatismo ideológico y el correspondiente sentimiento de culpa (horquilla que sus opositores usan y abusan), quedando inmovilizada, con escaza o ninguna cintura política. Sin embargo, ella (la derecha) sin hacer ningún cambio estructural al sistema político-económico vigente, trata de zafarse ofreciendo más dinero, estrategia que con los más viejos les funciona hasta por ahí, pero con los estudiantes no le ha funcionado.

“Subiéndome por el chorro” audazmente, me atrevería a conjeturar que este gobierno fue elegido por el subconsciente histórico de la gente de este país (si es que existe algo así) incluida la gente de derecha, para ser sacrificado. Pero, éste se resiste y “se aferra con dientes y muelas” al dinero, al neoliberalismo (a la Fiedrich von Hayek) y el mercado libre (a la Milton Friedman), que vienen a ser los clavos y maderos, respectivamente, de la cruz en que están dispuestos a ser sacrificados y “morir con las botas puestas”.

VALPARAISO, 14 DE SEPTIEMBRE DE 2011

OFOE

Oscar Orellana

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