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El abandonado pueblo: la falta de gobierno frente a la crisis política. Por Alex Ibarra Peña

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Todo el año hemos insistiendo en la crisis política de los partidos del duopolio que han venido legitimando la institucionalidad instalada desde la Constitución de la dictadura.

¿Cuántos recursos gastó el Gobierno en la campaña publicitaria del cambio de Constitución? ¿Cuántos ciudadanos fueron engañados haciéndolos parte de los cabildos? Los chilenos seguimos sin soberanía y sus dueños siguen usufructuando de este hecho, por lo menos ilegítimo. Claramente toda esta campaña vacía de contenido en la lógica del simulacro apacigüó el grave problema de la corrupción transversal de la clase política. Sabemos que este gobierno ya no gobierna, si tomáramos por cierta la evidencia que se puede observar, relacionada a la falta de gobierno, la presidenta tendría que dimitir de su cargo, pero no sólo ella, varios miembros del gabinete tendría que haberse ido hace rato, no sólo por falta a su labor sino que también por las distintas traiciones al pueblo en la desvergonzada defensa de los intereses del capital de mercado. Esta idea no es tan mala, parece que España no estuvo peor en los largos meses sin presidente.

La televisión y los medios hegemónicos, incluso instituciones de investigación educativas, sólo nos muestran cuadros estadísticos sobre la próxima elección. Parece que la programación del aburrimiento y de la tontera será más larga que la que le prestaron a Trump. La mayoría de los chilenos seguirá trabajando, preocupado fundamentalmente en el regalo navideño, pero también preocupado de la pobreza futura que le asegura el sistema de AFP que sigue vigente y que seguro recibirá en sus directorios a varios de los políticos que se van quedando sin sus cargos. El gobierno y sus principales defensores -entre ellos hoy el más atrevido creo que es el ministro Díaz- seguirán con su discurso falacioso de la estigmatización, principalmente con el objetivo de criminalizar a los dirigentes de los movimientos sociales que se siguen multiplicando en el reclamo por una vida más digna.

De las observaciones que he podido hacer esta semana, más callejeras que de la prensa, veo dos signos de crisis. Con cierta dosis de humor he pensado que hay dos graves venganzas. La venganza de Bachelet y la venganza de Tohá, por cierto esto es más bien una caricatura. Así es este ejercicio, ambas perdieron y representan con ello una de las frustraciones más graves que algún analista radical podría denominar como el "fracaso de la vía electoral”. La ex alcaldesa con su conocida soberbia debe estar gozando que los habitantes de la comuna de Santiago estemos llenos de basura en las calles padeciendo la contaminación correspondiente. No he visto mucha prensa, pero parece que aquellos políticos de la concertación que en ocasiones mostraron un “discurso verde” por estos días han estado calladitos. Algún activista radicalizado podría convocar a los vecinos de Santiago a juntarse por las noches a quemar la basura haciendo barricadas, seguramente las Fuerzas Especiales llegarían a apagarlas con sus gigantes carros lanza aguas y de paso aprovecharían de exhibir algunos ejercicios represivos. Hasta aquí la venganza de Tohá como castigo ante su fracaso político. La segunda figura vengativa es la presidenta que tiene a su haber variadas fisuras que podrían representar su fracaso. La venganza de la presidenta es aquella que hoy tiene activa una prolongada paralización de los trabajadores de las instituciones públicas, esto es un daño a varios ciudadanos que hoy se encuentran afectados por esta paralización. Las caricaturas a veces tienen pretensión de fábulas y deberíamos tomar lecciones de ellas. La memoria histórica debe resguardar este año como el que se hizo evidente la traición de la clase política, que cuenta con un gobierno que ha cumplido ninguna promesa de campaña.

No es mi ánimo desmotivar la acción política, soy un optimista en que el mayor reclamo de los chilenos -siendo éste un pueblo que aguanta mucho- traerá consigo transformaciones políticas. De ahí que la derecha se encuentre en un periodo de aggiornamiento asumiendo un análisis estructural de los costos de la debacle. Pero, lo que de aquí salga no será por ningún motivo un producto que vaya en beneficio de los ciudadanos, pero tampoco de la clase trabajadora.

Por otro lado, la izquierda emergente se encuentra haciendo grandes esfuerzos en formar un frente único que permita instalar un candidato presidencial, con esto en parte se responde a algunas de las críticas que emplazaban a los líderes del movimiento estudiantil de hace un tiempo atrás y que se han convertido en referentes políticos. Creo que un bonito ejercicio democrático sería llamar a primarias abiertas, donde los mismos ciudadanos elijan a qué candidato quieren, como se hizo en Valparaíso. Aquí se pueden presentar candidatos algunas de las personas vinculadas a la izquierda emergente, incluso el partido comunista podría recapacitar su errada alianza, pero también otras personas, por ejemplo Mesina, incluso Guillier podría apartarse del conglomerado del que participa, algún sindicalista, alguna activista feminista, homosexual o transgénera. Seguramente podríamos hacer un listado largo de candidatos. No deberíamos renunciar a la posibilidad de llevar un candidato presidencial, y a las otras instancias electivas de candidatos elegidos por nosotros y por los partidos políticos o por las estadísticas que le gustan a la prensa.

Alex Ibarra Peña
Colectivo de Pensamiento Crítico palabra encapuchada

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