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El primer Premier: un liberal confeso por Juan G. Ayala

El acuerdo alcanzado entre RN y la DC es reencontrarse con los tres tercios tradicionales, es pensar con visión de Estado el futuro de la nación, es dejar atrás un sistema de gobernabilidad que diseñado para nuestra eterna transición, ya cumplió su ciclo. El enlace Larraín – Walker, al que se sumó la izquierda concertacionista, debiera obligar a la derecha aliancista a posicionarse en la agenda ciudadana. Desechar la oportunidad mediante la priorización de la llamada agenda social, sería tan errado como que la izquierda no se sumara al acuerdo.

Renovación y la Democracia Cristiana presentan un camino de solución a la disyuntiva nacional, no porque sus ideologías se hayan fundido, lo hacen por una necesidad estratégica: hay que anular los extremos políticos, concretamente hay que bloquear a “la zurda”, la no domesticada, y que se cierne como una amenaza al sistema político. Visto cuesta entender la negativa de la UDI.

Y aunque pudiere desecharse todo lo avanzado entre los líderes políticos, estando todavía en la mesa caben al menos dos especulaciones respecto del sistema semipresidencialista propuesto. El llamado parlamentarismo chileno de 1891 a 1925 no es referente, éste nunca fue tal, en atención a las atribuciones que mantuvo la Cámara y el Senado. Unido a ello cabe preguntarse si los burócratas y funcionarios, y todos los chilenos, podrían ejercer soberana ciudadanía en un sistema dirigido por un Jefe de Gobierno, toda vez atendida nuestra natural disciplina y tremendo apego a la autoridad. Este se encarna en la presencia de un padre jefe de familia, o en un Jefe al que todo se le pide y al que se le responsabiliza de los errores cometidos por el colectivo laboral, y también y a pesar de lo ocurrido, en la figura del obispo y del cura. En todo ello somos todavía muy “españoles”; el consejo pedido y la consulta efectuada se convierten en norma o dogma, no en sugerencia para obrar desde el fuero íntimo decidiendo personalmente mediante la recta conciencia.

En el nuevo escenario, ¿podríamos concebir a un Presidente Ricardo Lagos conviviendo con un Primer Ministro?. Claro está que éste ha privilegiado la nueva figura de gobierno, pero ya pasó su periodo, lo que mira ahora es una abstracción, no una realidad con la que tendrá que vivir. De los funcionarios administrativos desde los comunales hasta los de gobierno regional, puedo atestiguar el asombro y no menor reverencia que los acometía, cuando llegaba hasta sus dependencias la avanzada presidencial de la Presidenta Bachelet; el poder central y unipersonal en Chile tiene visos de monarquía. Y que decir del Presidente Piñera, ¿podría compartir escena con un Premier de fuerte carácter y mucho protagonismo?.

Finalmente una reflexión fundamental. Tanto a la DC como a RN, les es constitutiva una ideología religiosa, concretamente se supone que se vive una observancia cristiana católica romana de rito latino, lo cual de resultar en la práctica es muy bueno, pero… ¿dónde quedan los que no profesan, los que son laicos, agnósticos y de fuerte convicción democrática, y que no se identifican con la izquierda, y que ya no les seducen las filas concertacionistas?. Se extrañan posturas liberales, de convicción de centro y netamente republicanas. Quizás el primer Premier deba ser un liberal confeso.

Juan G. Ayala
Profesor, Departamento de Estudios Humanísticos Universidad Técnica Federico Santa María

2 de febrero de 2012

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