En kioscos: Marzo 2024
Suscripción Comprar
es | fr | en | +
Accéder au menu

El rugido de la Patagonia

Nuestro movimiento fue creciendo y estalló como un volcán. Las demandas de los patagones son tantas y tan antiguas que iban por abajo, como el volcán que está tapado arriba pero va creciendo en el interior, al igual que en todo Chile las peticiones iban creciendo y solo faltaba un detonante.

Durante años votamos por un candidato y por otro, les decíamos nuestras necesidades y no pasaba nada, volvíamos a creer en otro candidato que nos decía que nos iba a cambiar la vida, y al final nada. Las señoras de las poblaciones se llenaban de papeles, hacían cartas a las autoridades, pero nunca había respuesta.

Por eso en el discurso que hicimos en Mahuen dijimos ¡basta! porque no teníamos salud, no teníamos educación, todo era carísimo. Con el corazón humilde, con la verdad en las manos, rugió la Patagonia. La unidad puede más que muchas cosas, que el poder, que los balines, que las fuerzas especiales de Carabineros.

Dijimos ¡basta! a las promesas incumplidas, a la falta de educación, a la falta de perspectivas. Basta dijo la Patagonia, pero es un basta de Chile entero ya que en todas partes sentían lo mismo que nosotros, por eso nos apoyaron tanto en Santiago y otras ciudades; cuando estuvimos allá tocaban bocinas en solidaridad y la gente nos abrazaba. Conseguimos buenos resultados, pero tuvimos que luchar por ellos, y muy duramente pero siempre con dignidad.

La violencia

Cuando hablan de violencia olvidan que hay una violencia silenciosa. Existe la violencia cuando se enciende el neumático, pero esa gente no es violenta, es gente pacífica, que nunca había protestado que nunca había tenido un sí ni un no con la autoridad. Son campesinos, pescadores artesanales, mujeres dueñas de casa, que encienden el primer neumático porque están hartos de la violencia silenciosa, de la miseria, de las promesas incumplidas, de las cartas sin respuesta, de las esperanzas frustradas. La violencia silenciosa es mucho más grave que la violencia del neumático encendido.

La paz social se rompe cuando la gente deja de creer en los acuerdos. El campesino dice “cuando te doy la mano es porque te voy a vender la vaca”. Y si dice te la vendo en diez mil pesos cumple su promesa y la vende en las diez lucas, aunque alguien después le ofrezca cuarenta mil. Pero se han hecho escritos, se ha llegado a acuerdos teniendo como garantes a diputados, senadores, hasta el curita del pueblo y no los cumplen, les cambian cosas en el camino, sinónimos y antónimos y salimos perdiendo otra vez. Por eso la gente sale a la calle y dice “que venga el presidente y se pare aquí en el puente y recién nos vamos”, porque ¿a quién le creemos?

Si no recuperamos las confianzas ¿qué es lo que va a pasar? La paz social se va resquebrajando y solo se afianza si se van cumpliendo las expectativas. Este padre de todos los chilenos que es el Estado debe comenzar a saber repartir y a cumplir, el Estado debe ser protector y no represor. Decir y hacer, no como hasta ahora: dicen, luego te dan la espalda y no cumplen. Es un cambio profundo lo que necesitamos y como no vamos a vivir doscientos años, no podemos esperar.

La unidad

El nuestro fue un movimiento muy unido, pero no fue fácil ponernos de acuerdo, Cada uno tenemos nuestras propias ideas, propias fórmulas y métodos. Hasta en la casa hay divergencias y es difícil entenderse, cómo no va a haber diferencias en un movimiento tan amplio con todos nosotros, de distintos sectores de trabajo, sociales, sindicales, etc. Unos quieren la Patagonia con represas y otros sin ellas, fue difícil, pero se logró con el trabajo de mucha gente, de muchas voluntades. Nos reuníamos, nos equivocábamos, discutíamos, pero salíamos de los encuentros como un cuerpo unido y eso lo sintió la Patagonia entera. Nos atacaron señalando que estábamos divididos, como si fuera el acabo del mundo, cuando es lógico tener diferencias, somos seres humanos, todos están divididos, hasta el presidente debe discutir con su señora, no nacimos iguales, ni los gemelos son iguales.

Nosotros buscamos la unidad, desde el campo hasta el mar. Apenas hicimos el llamado empieza a aparecer la gente. La verdad es que nos pegamos un carril, dijimos van a bajar de la montaña sin que los llamemos, y lo dijimos con tanta seguridad que bajaron de la montaña y simbólicamente nos trajeron un caballo y se produce la unidad del campo hasta el mar, y los sectores intermedios, de los pueblos y ciudades también se compenetraron. Todos llegaron. Nos acusaron de estar políticamente manejados y demostramos que no era así, que no estábamos manejados por control remoto, que teníamos vida propia.

La gente está cansada de la odiosidad. Mi vecino, a pasos míos, vota por un partido, cualquiera sea, y pone su bandera de un color y yo pongo otra bandera, de otro color. Termina la campaña política y me vecino sigue allí, igual no tenemos plata para irnos. La campaña nos puso odiosos y nos peleamos, pero nuestros problemas son los mismos y no tenemos que dividirnos con banderas. Los diputados se pelean públicamente entre ellos, pero después se arreglan y nosotros, los humildes, nos tomamos la cosas en serio y quedamos divididos. Por eso con nuestro movimiento tenemos claro que se puede pensar diferente y que se puede ser potente, pero no insolente. Tenemos que dejar las pequeñas (...)

Artículo completo: 2 990 palabras.

Texto completo en la edición impresa del mes de mayo 2012
en venta en quioscos y en versión digital
E-mail: edicion.chile@lemondediplomatique.cl

Adquiera los periódicos y libros digitales en:
www.editorialauncreemos.cl

Iván Fuentes Castillo

Pescador artesanal, vocero del Movimiento Social por Aysén.

Compartir este artículo