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En memoria de José Carrasco Tapia. Por Ernesto Carmona

A 26 años del asesinato del periodista José Carrasco Tapia sus colegas, amigos y familiares rindieron tributo a la memoria del dirigente gremial y político ultimado por la dictadura de Pinochet el 8 de septiembre de 1986.

La periodista Patricia Collyer, co-autora de “José Carrasco Tapia, Asesinato De Un Periodista” y compañera de trabajo en revista “Análisis” del dirigente político del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y activista gremial, recordó que en 2009 la Corte Suprema “rebajó las condenas de primera y segunda instancia de los asesinos, de modo que casi la totalidad de los 15 ex agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) que integraron los comandos que acribillaron a Carrasco y a otros cuatro militantes de la izquierda durante las madrugadas del 8 y 9 de septiembre de 1986 quedaron en condición de cumplir sus condenas en libertad remitida”.

En el acto, conducido por Marcel Garcés, Presidente del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas y realizado en la misma locación en que le dieron muerte al periodista, hablaron además Ernesto Carmona, dirigente del Círculo de Periodistas; José Luis Córdova, del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas; Raúl Carrasco Tapia, hermano residente en el exterior; Marcelo Castillo, presidente de la orden; y Gladys Díaz Armijo, periodista, compañera de militancia y amiga entrañable de la víctima.

Raúl Carrasco, más de 10 años menor que Pepe, expresó el agradecimiento de la familia por recordarlo, recordó la infancia de ambos en la zona norte de Santiago y describió una que otra reprimenda del hermano mayor, a quien amaba y admiraba profundamente. Tras vivir largo tiempo en Canadá, Raúl reside ahora en La Coruña, España.

También asistieron su viuda, la también periodista Olivia Mora Campos, y numerosos colegas y amigos personales, entre muchos otros el escritor Osvaldo Torres, las (los) periodistas Ethel Pliscoff, Oriana Zorrilla, Doris Jiménez, Mónica Rodríguez, Rose Marie Graepp, Maura Brescia, Leonardo Cáceres, Iván Gutiérrez, Hugo Guzmán, Luis Schwaner, Patricio Martínez, la socióloga Margarita Leblanc, la productora de cine Tatiana Lorca Campos y muchas otras personas que recordaron al camarada, colega y amigo castigado con la muerte por su lucha por la libertad desafiando a la dictadura y por su permanente combate en favor del derecho a la libre expresión, no como la entienden El Mercurio, La Tercera y demás grandes medios de radio y televisión que ignoraron una vez más esta noticia.

Collyer, también ex consejera nacional del Colegio, relató que incluso se topó en la cola de un banco con Jorge Vargas Bories, uno de los principales inculpados del asesinato. Las demás víctimas asesinadas junto con Carrasco fueron Felipe Rivera Gajardo, electricista; Gastón Vidaurrázaga Manríquez, profesor; y Abraham Muskatblit Eidelstein, publicista. Sus muertes fueron ordenadas por el dictador Pinochet en venganza por un frustrado atentado realizado el 7 de septiembre. Collyer recordó que los asesinos confesaron sólo para atenuar sus condenas, después de negar su autoría por 14 años.

Vargas Bories sacó de su dormitorio a Carrasco junto al jefe operativo Iván Quiroz. “La Corte Suprema también ha sido reiterativa en aducir como atenuante la ‘irreprochable conducta anterior”, dijo Patricia. “Es fácil tenerla cuando se actúa en la impunidad; por ejemplo, Vargas Bories, aunque fue citado por la muerte en torturas del profesor Federico Álvarez Santibáñez, a inicios de los años 80, nunca fue procesado. O la “obediencia debida”, la atenuante del Código de Justicia Militar; o la “media prescripción”, a pesar de tratarse de crímenes imprescriptibles”.

“Nos sigue doliendo tanta injusticia”, dijo Patricia Collyer. “Más aún si se sabe plenamente la verdad: que la orden de asesinar a José Carrasco fue dada en La Moneda, donde se instruyó ‘cobrar 2 x 1’. Duele más aún al leer confesiones como la de Álvaro Corbalán, jefe de los operativos del 8 y 9 de septiembre de 1986, y el único agente hoy preso, quien declaró: ‘El General Gordon [jefe de la CNI] nos ordenó perentoriamente al brigadier Manuel Provis y a mí que por cada escolta asesinado debía, esa misma noche, eliminarse y vengar a lo menos el doble de nuestros caídos con sujetos de los que tuviéramos antecedentes de su participación en actividades terroristas”.

La investigadora Collyer relató que Corbalán confesó: “…Dispuse que el capitán Asenjo diera cumplimiento a lo ordenado por el director nacional (…) y repetí lo dispuesto por el general Gordon: que la orden superior era eliminarlos”.

Gladys Díaz evocó la estrecha hermandad que la unió con Pepe Carrasco antes, durante y después del golpe militar de 1973. Recordó cómo bajo el gobierno de Allende los periodistas de distinta filiación política sembraron sindicatos de periodistas en diferentes medios, ganaron las elecciones de El Mercurio y se organizaron para fundar una Federación de Periodistas y Trabajadores de Prensa que no alcanzó a concretarse.

Destacó que una Federación que agrupe a todos quienes laboran en los medios de comunicación todavía es una tarea pendiente y más necesaria que nunca ante la crisis de representatividad que atraviesa el Colegio de Periodistas de Chile, la existencia real de sindicatos en numerosos grandes medios y la proliferación de medios populares alternativos animados por jóvenes que jamás estudiaron periodismo, pero existen, sostienen periódicos, radios y estaciones de TV populares, independientes o comunitarias, y cumplen un relevante rol social y político en la difusión de información fidedigna y de noticias ocultadas por los grandes medios, apoyando los objetivos del vasto movimiento social hoy en pleno desarrollo horizontal, cuya explosión rebalsa la conducción que quisiera imprimirle una clase política impopular al frente de partidos sin credibilidad en la ciudadanía, según todas las encuestas de opinión.

Después del homenaje al amigo y compañero caído hace más de un cuarto de siglo, algunos de los asistentes se trasladaron a hacer recuerdos de Pepe al bar “El Quita Penas”, en la esquina clásica del Cementerio General de Santiago, un boliche de 101 años tapizado de retratos de Salvador Allende, Fidel Castro, Víctor Jara, Miguel Enríquez y abundante iconografía de aquella época en que los periodistas verdaderamente lucharon junto al pueblo por un Chile mejor para todos los pobres.

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