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Encuentros y desencuentros: Expoliación y magnicidio en territorio ancestral Mapuche. Por: Cristian Cayupan

I El encuentro como fenómeno social

Qué nombre puede recibir una masacre, un extermino y un saqueo de culturas, sino descubrimiento? Al parecer, el lenguaje occidental tiende a adoptar cierta flexibilidad al punto que logra adquirir un desdoblamiento o mutación para decir algo que prácticamente no lo es.

El denominado “descubrimiento de América”, fue un fenómeno social que vinculó a diversos grupos humanos en diferentes estadios de organización. Al sanear la historiografía nos permite develar algo aún más interesante, ya que la España ocupada, recibió influencia musulmana en Alandaluz, extremo sur de la península, a través del comercio, el arte, la cultura con las florecientes universidades que aportaron en el campo del conocimiento con las ciencias y humanidades; y por otro lado, el lenguaje hace su aporte con la transfusión lingüística. Son éstos injertos que van dando formato al engranaje del nuevo ordenamiento y estructura social en los componentes de la vida civil, religiosa y militar.

De ese asentamiento se extrae que la parte sur de Ibérica tenía un nexo con Oriente. Las personas pertenecientes a este colectivo humano que lograron llegar a “las indias”, eran moros conversos sometidos al cristianismo. O sea, hablamos de tres continentes para un evento socio cultural que cambió el rumbo de la historia en el primer encuentro; entonces, es muy precario y agotado seguir reproduciendo que fue un encuentro de dos culturas para dicho acontecimiento.

Lo cierto es que tampoco fue un descubrimiento como nos han hecho creer, ya que América se encontraba poblada a lo menos, hace unos dieciocho mil años, aproximadamente por diversas colectividades, que conservaban sus propias forma de organización socio política y/o estamental; grupos humanos que complejizaron el sentido de las cosas y adquirieron sabiduría al convivir con los elementos de la vida realizando rituales mágicos para cada fenómeno natural, proporcionando además una explicación a cada uno de ellos.

El arribo de mercenarios extranjeros en este macro mundo multi cósmicos, significó una cristalización y ruptura del ordenamiento sociopolítico y un quebrantamiento de normas sacerdotales. Este quebrantamiento en las pautas de comportamientos, provocó por un lado, el mayor conflicto racial y por otro, una disputa del continente a modo de trofeo junto con el saqueo de las riquezas naturales de todo el territorio.

Estamos entonces, ante una globalización embrionaria con una ideología expansionista, nociva, obtusa, de corte monárquico y absolutamente religioso, con un método de desarrollo canalizado en la extracción de materias primas, desmantelando de manera considerable la biodiversidad. Bien lo supo la meseta mexicana, Potosí en Bolivia, los lavaderos de oro en la patria Mapuche, entre otros.

II De la guerra a los tratados

Después de la invasión y expulsión de los Inca hubo una paz momentánea hasta la llegada del ejército imperial en 1535, fecha que marca el comienzo de las hostilidades y el choque más significativo y recordado, porque su arribo en territorio Mapuche, significó un cambio considerable en todo orden social, cultural y geográfico. Cambios que van desde un grupo de recolectores a una propuesta militar; de la adopción y adaptación de nuevas fronteras naturales.

El curso de la historia empieza, entonces, a dar señales de cambio con las excursiones militares realizada primero por Almagro y luego por Valdivia. Este último es quien cristaliza las relaciones sociales, llevando al agotamiento bélico de ambos ejércitos (españoles y Mapuche). “No obstante la relativamente fácil campaña de las huestes españolas en sus inicios, éstos estaban preparando un gran levantamiento: se estaba inaugurando la denominada Guerra de Arauco, la que con diferentes matices, intensidad e interpretaciones, será el escenario en el que se desarrollarán los futuros encuentros.[1]”

Este acontecimiento comprende desde la primera arribada de los españoles hasta la mayor parte del periodo colonial, donde los mapuche activaron un dispositivo de defensa basado en el hostigamiento de la línea enemiga, a través de las emboscadas. Por lo mismo, empiezan a sucederse una seguidilla de capitanes en la guarnición real. Surgen de esta manera, argumentos despectivos hacia los Mapuche, como “los bárbaros en oposición a los civilizados: son pueblos, personas, tribus, que no tienen organización ni leyes, ni se someten a autoridades, dominando en ellos el estado guerra. La civilización consistiría precisamente en la superación, por medio de la razón, de ese estado bárbaro semihumano.”[2]

Por otro lado, la forma de saqueo del territorio emprendida por los invasores peninsulares, es de la manera más arcaica y tradicional que se conoce, la extracción de minerales preciosos como el oro, la plata, entre otros, por medio de empresas conquistadoras, que es el principal argumento del ejército castellano para invadir la zona y expropiar las riquezas a fin de enviarlas a Europa.

En su momento hubo varios lavaderos dispersos en puntos estratégicos del territorio como en Tucapel, Purén, Angol, Imperial, Villarrica, Valdivia, Osorno, donde fueron sometidos a trabajar y morir de manera forzada o esclaviza los naturales capturados en incursiones militares. Estos puntos estratégicos o ciudades, fueron varias veces diezmados, y reducidos a cenizas, sobre la misma, Santiago de la Nueva Extremadura, La Concepción Inmaculada de la Madre de Dios Señora Nuestra, (actualmente es capital de la VIII región del Bio Bio), Curalaba, entre otras, fueron totalmente destruidas, esta última marca un revés para la expedición imperial y una nueva era de relaciones diplomáticas. Este clima inestable se mantiene hasta el primer tratado internacional realizado en América por la corona española y Mapuche.

a) Primer parlamento Mapuche El parlamento de Quilín inaugura el comienzo de un periodo de entendimientos entre ibéricos y “araucanos”, entre el escapulario y el Toki Cura. Este acontecimiento tuvo lugar en el río del mismo nombre, el 6 de enero de 1641 casi cien años después de la invasión, donde los naturales aceptaron los términos del rey y, éste, por su parte, reconoce su derrota y la autonomía de los Mapuche en un territorio libre comprendido desde el río Bio Bio hasta las riveras del Toltén, vale decir, el primer pueblo que logra su independencia en América ocupada por la cruz de los católicos y fe romana. Entre otros términos, los españoles juraron despoblar la ciudad de Angol, el único bastión que les quedaba y; por su parte, los Mapuche se comprometían a dejar entrar la sotana a predicar. Aunque el tratado fue vulnerado en reiteradas ocasiones, las escaramuzas continuaron pero en menor grado. La vigencia de éste continúa hasta el segundo acuerdo logrado entre uno y otro sector.[3]

b) Segundo parlamento Este segundo encuentro es conocido como el Parlamento de Negrete, celebrado el 13 de febrero de 1726, en la rivera del río de ese nombre, geográficamente ubicado en el norte de Angol de los Confines, después de 85 años del primer tratado, en pleno auge del mercantilismo colonial. Este parlamento es más complejo que el anterior ya que constaba de 12 férreos términos: se mantenía la autonomía del territorio comprendido hídricamente entre el Bio Bio y Toltén como líneas fronterizas; los misioneros pueden continuar con su cruzada religiosa en la zona libertaria; los naturales debían deponer las armas; aceptar la reconstrucción de fuertes en sus propias tierras; reconocerse súbitos y enemigos de los enemigos de la corona de España (entre otro acuerdos) en resumidas palabras, ser vasallos del rey reconociéndolo como soberano. En lo económico se prohibió todo tipo de comercio informal y/o negocios clandestinos, el dinero debía predominar por sobre el sistema de trueques ancestrales; se prohibió el robo de naturales en incursiones al interior del territorio jurídicamente autónomo.

A este segundo encuentro le sucedió el parlamento de Tapihue. A pesar de estas juntas los Mapuche presentaban reiteradas quejas, relativas a los puntos acordados, ya que grupos de militares realistas burlaban y vulneraban los tratados, organizando incursiones en la patria independiente Mapuche, en épocas estivales con el objeto de buscar supuestos sublevados y darles un escarmiento y venderlos como esclavos para las encomiendas.

Uno de los acuerdos señalados en el segundo parlamento exige que los Mapuche deben estar al lado del rey en caso que se le presentaran enemigos. Es por esta razón, que en el proceso de independencia de los criollos chilenos, los Mapuches debieron acatar las cláusulas fijadas con anterioridad y sumarse a las filas de los realistas; otro sector se enroló en el bando de los patriotas quedando parcialmente divididos en una guerra totalmente ajena pero dentro del territorio comprendido ancestralmente como WallMapu.

III Independencia chilena y la instauración de la república

No es de extrañar que en el proceso de independencia impulsada por criollos sublevados, una importante fracción del ejército Mapuche se haya enrolado en el bando realista. “Los mapuches adhirieron mayoritariamente al bando español y lucharon contra los fundadores de la nacionalidad, al estilo de las luchas de la frontera, en que la caballerosidad no era el signo más característico.” (Bengoa, J; 200). Aunque los patriotas veían en los “araucanos” un aliado por tener un enemigo en común y, haber derrotado heroicamente el ejército de Castilla en el pasado, los criollos ignoraron los parlamentos Mapuche sostenidos con la corona. La lucha se vio reflejada al emigrar hacia el sur, por lo mismo, no fue un asunto aislado a los Mapuche.

A pesar de la presencia Mapuche en la escuadra colonial, triunfó el bando nacionalista. Finalmente “Chile proclamaba en 1818 su independencia; cosa curiosa, los araucanos se aliaron con los españoles”[4]. Esta alianza obedece a los parlamentos realizados entre la corana y el ejército Mapuche, parlamentos analizado con anterioridad.

Este acontecimiento marcará el comienzo de las hostilidades modernas; una nueva especie de enemigo, con otros caracteres, se ha hecho con el poder tras la expulsión definitiva de los antiguos expedicionarios peninsulares. Son éstos tal vez, (chilenos) los más indecorosos y facinerosos con que el pueblo Mapuche debe lidiar, los nuevos vecinos son propulsores de la naciente república, por consiguiente, los instauradores de la nueva institución.

No es sino, a mediado del siglo XIX, que la arrogancia de los periódicos de la burguesía chilena realizan una campaña informativa bombardeando con una serie de opiniones y artículos infundados, relativo al vasto y fértil territorio del sur comprendido desde el río Bio-bio al Toltén. Es así como Urrutia y Saavedra dan marcha a las primeras incursiones del ejército regular, refundando fuertes y ciudades que habían sido arrasados en todo el manto geográfico conocido como tierra hostil.

En contra posición, la prensa pro mapuche a mediados del siglo XIX también hizo su aporte a los acontecimientos de aquellos tiempos. Ruiz Aldea escribe acerca de las ciudades de la frontera: “Las poblaciones cristianas se han compuesto de todos los vagos fascinerosos salidos de diferentes puntos de la república, que han enseñado al indio a ser vicioso y corrompido. Los capitanes de amigos y las autoridades fronterizas no siempre les han administrado justicia; y finalmente los negociantes, en su trato con ellos, no han procurado más que saquearles sus propiedades, Al ver este vandalaje el indio se pregunta con razón: ’¿es ésta la civilización que quieren imponer?’ [Diario el Meteoro de los Ángeles, 8 de diciembre de 1866].

Por otro lado, el ejército constitucional chileno venía pletórico de victoria de la toma de Lima, situación que la infantería cobra al Estado las promesas realizadas, instancia en que el ejecutivo de la época, los envía al sur donde recibirán tierras para hacer soberanía si estos se ponen al mando del coronel Urrutia, petición que no fue ignorada por los veteranos.

Después de varias arremetidas y agresiones, tiñendo de sangre la zona con las carabinas del Estado, bendecidas por la santa iglesia católica, el ejército logra tomar posesión del mismo anexando y controlando la alta frontera que había sido reconocida por la realeza como un territorio autónomo y soberano con su propia forma de gobierno.

“La historia de conflicto Estado chileno-pueblo mapuche se materializa con la invasión del ejército chileno, los grupos de poder y la burguesía agraria del siglo XIX, que con su proyecto militar incorporó, por la vía violenta, el territorio ancestral mapuche al sistema de producción capitalista y que permitió, a su vez, culminar con el proceso de formación del Estado chileno (Millamán, Rosamel; 2008). El último alzamiento general del pueblo Mapuche es sofocado en un cruento, obsceno y aberrante exterminio, es en el fondo, un magnicidio institucional bautizado como “La Pacificación de la Araucanía”.

Con posterioridad a este acontecimiento “fueron masacrados por millares los guerreros araucanos. (…) Después de que las tribus indígenas, aisladas unas de otras para impedir nuevas sublevaciones, fueron acorraladas en los terrenos limitados llamados ’reducciones’, quedaba a disposición del gobierno más de dos millones de hectáreas de terreno extremadamente útil.”[5] La usurpación general del territorio es evidente junto al genocidio agravado perpetrado por la institucionalidad chilena, el saqueo y el robo de tierras, se hizo patente con la reubicación de grupos indígenas en lugares periféricos de mala productividad, este fue el resultado de la nueva conquista militar, enajenando a los nativos de su territorio ancestral.

Después del magnicidio de 1881 en Gulu Mapu, se instaló en Angol una Inspección General de Colonización con ingenieros y topógrafos para medir y asignar predios a colonos procedentes principalmente de Europa a través de la Agencia General de Inmigración.

Todo el paño geográfico “pacificado”, es considerado como tierra fiscal, por lo mismo, el Estado es el principal propietario. Con el ánimo de hacer productivas las tierras y con el concepto de progreso, civilización, reparte grandes extensiones de terrenos a nuevos inquilinos procedentes del viejo mundo. “Como resultado de esta incursión militar, el Estado impuso las reservas, desplazó a la población de sus espacios originales y remató la mayor parte del territorio indígena beneficiando a colonos criollos y extranjeros que se apropiaron fácilmente de las tierras indígenas.” (Millamán, R.; 2008).

Verniory, un ingeniero de la época nos narra que el proceso fue de la siguiente manera: “Cada inmigrante, además del viaje gratuito, recibe 40 hectáreas de terreno, más 20 hectáreas por hijo de más de 16 años, un par de bueyes con sus aparejos, un arado, diversos útiles, 300 tablas y clavos para construir el primer cobertizo; el primer año recibe ciertas mensualidades para cubrir sus necesidades. Después de cincos años de residencia y del reembolso sin intereses de los adelantos que se le han hecho, es propietario de sus tierras”. (Verniory, G. 2001).

Este periodo es clave para entender el actual proceso político de la protesta social Mapuche, ya que, es parte de la historia tardía de fines del siglo XIX y a comienzo del XX. Incluso, aún se escucha de manera oral los relatos del salvajismo con que actuó el ejército constitucional ya que sucedió a tres o cuatro generaciones atrás. Hay que tener en consideración, el pillaje e irregularidad con que procedieron los colonos forajidos en las denominadas corridas de cercos, desplazando a los naturales en terrenos de mala productividad.

Una vez cometida la “pacificación” en los confines e instaurada la institucionalidad con el afán de civilización, el remate y entrega de Títulos de Merced continuó hasta 1919 aprox. trámites engorrosos, lo cual se debieron habilitar “juzgados de Indio” donde se cursaban los reclamos jurídicos relativos a tierras, a consecuencia de la constante vulneración con que recurría el colono. Desde entonces el “territorio se redujo de 10 millones a 500.000 hectáreas”. (Devalpo; Alain, 2006).

Es principalmente esta transgresión institucional la que se busca sanear en la actualidad, aunque existieron periodos que se creía que habría una restitución masiva de los predios usurpados. No fue sino a mediados del siglo pasado, después de la segunda guerra mundial que se empieza a impulsar la denominada “Reforma Agraria”[6] promovida por Frei padre y un minúsculo sector de la iglesia, reforma que fue profundizada durante el gobierno de Allende, “en el gobierno de la Unidad Popular fueron restituidas a las comunidades mapuche un total de 197.761, 88 hectáreas.”[7]

Pero nuevamente una incursión militar reprime totalmente el proyecto de reforma ya mencionado, inmediatamente después del golpe de Estado de 1973 con la llamada Contra Reforma Agraria, fueron devueltas el 65% de las tierras recuperadas por los Mapuche al latifundio de la época.

El gobierno de la junta militar comandada por Augusto Pinochet (1973-1990) no emprendió solamente una persecución contra los sectores de la izquierda tradicional chilena de aquella época, sino que se ensañó nuevamente con un importante sector del movimiento social Mapuche, quienes, por la vía institucional, busca la restitución de sus tierras. Muchos dirigentes de reducciones y cooperativas fueron perseguidos y neutralizados, otros pasaron a engrosar la lista de detenidos desaparecidos y asesinados por la Fuerzas Armadas y el aparato policial.

Es así, como una vez instaurada la dictadura militar, los terrenos fueron ofrendados a la Corporación Nacional Forestal (CONAF) dicha Corporación fue enrrobustecida por el Estado y se le entrega grandes porciones de Arauco, Malleco, Cautín, entre otras. La expansión de las plantaciones forestales industriales surgió directamente asociada a la promulgación de Decreto Ley 701 en 1974 que estableció un sistema de subsidios a las plantaciones, además de exenciones tributarias y garantías de inexpropiabilidad. (…) La inversión privada en el sector forestal supera ampliamente los presupuestos que maneja el gobierno en materia indígena y social en el territorio. (Yáñez, Nancy; Aylwin, José; 2007).

Fuentes consultadas

 Bengoa, José; (2000); Historia del pueblo mapuche; 6° edición; LOM Ediciones.

 Correa, Martín / Mella, Eduardo; (2010); Las razones del illkun/ enojo; Memoria, despojo y criminalización en el territorio mapuche de Malleco; LOM Ediciones.

 Mella, Eduardo; (2007); Los mapuche ante la justicia; La criminalización de la protesta indígena en Chile; LOM Ediciones.

 Millamán, Rosamel; et al; (2008); Historia y luchas del pueblo Mapuche; Editorial Aún creemos en los sueños.

 Verniory, Gustave; (2001); Diez años en la Araucanía 1889 – 1899; Pehuén Editores.

 Yáñez, Nancy; Aylwin, José; 2007; El Gobierno de Lagos, los pueblos indígenas y el “nuevo trato”, Las paradojas de la democracia chilena; LOM Ediciones; Chile.

Otros artículos

 Devalpo; Alain, 2006; Pacífica oposición de los mapuche chilenos; Le Monde Diplomatique; Artículo publicado en el número 61 de la edición chilena.

 Diario el Meteoro de los Ángeles, 8 de diciembre de 1866.

* Cristian Cayupan (Pto. Saavedra 1985). Es director de la revista literaria Comarca. Fue miembro del Círculo de Escritores “Juvencio Valle” de Nueva Imperial, donde dirigió la revista “Letras del Sur”. Participó en La Mesa Regional de Escritores “Juan Pablo Ampuero”. Asistió a los talleres de la fundación Neruda en Temuco. Colabora con la revista cultural: “Mapu Ñuke”. Ha publicado los siguientes libros: Poemas Prohibidos (2007) Editorial Rodarte. Katrü Rüpü, Romancero Mapuche, poesía (2008). Reprimida Ausencia (2009) Comarca Ediciones. Usuarios del silencio (2012) Comarca Ediciones. Tratado de piedra (2014) Editorial Conunhueno. Terruño (2015) Ediciones Mapu Ñuke. Antologías en los que ha participado: Por la senda de Juvencio (2010) antología poética del Círculo de Escritores “Juvencio Valle” de Nueva Imperial. Camino al sur (2011) antología Internacional de poesía, Apostrophes ediciones. Ha editado: De huellas en la lluvia (2011) poesía de Jaime Medina. Hojas al viento (2012) poesía de Jaime Medina. Entre lunas neónicas (2012) poesía, de Marta Trecaman. Barrio Esperanza (2013) poesía, de Rubén Cifuentes. Premio: (2010) Obtiene Mención Especial en el premio internacional de poesía Nosside, Italia.

NOTAS:

[1] Correa, Martín / Mella, Eduardo; (2010); Las razones del illkun/ enojo; Memoria, despojo y criminalización en el territorio mapuche de Malleco; LOM Ediciones.

[2] Bengoa, José; (2000); Historia del pueblo mapuche; 6° edición; LOM Ediciones.

[3] Bengoa, José; (2000); Historia del pueblo mapuche; 6° edición; LOM Ediciones.

[4] Verniory, Gustave; Diez años en la Araucanía 1889 – 1899; Pehuen Editores; 2001.

[5] Verniory, Gustave; Diez años en la Araucanía 1889 – 1899; Pehuen Editores; 2001.

[6] La Reforma Agraria es un proceso que se da en toda América Latina y su objetivo principal es la modificación de la añeja estructura agraria hacendal heredada de la colonia, y que se caracteriza por la concentración de tierras en manos de grandes latifundistas, y por esta resolver las ineficiencias productivas del sector agrario y la situación de postergación en que se encontraba el campesinado. (…) Algunos autores han tratado la relación entre la Reforma Agraria (1965-1973) y las tierras mapuche, puesto que a diferencia del resto del campesinado chileno, las comunidades mapuche vieron con muchas expectativas la posibilidad de recuperar su territorio ancestral, por lo que se convirtieron en activos protagonistas de este proceso. (Mella, Eduardo; 2007).

[7] Mella, Eduardo; 2007; Los mapuche ante la justicia; La criminalización de la protesta indígena en Chile; Lom Ediciones.

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