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Falleció el dirigente peruano Javier Diez Canseco

Javier Diez Canseco Cisneros (1948-2013)

Por Oscar Ugarteche

ALAI AMLATINA, 5/05/2013.-

La inoportuna muerte de Javier Diez Canseco Cisneros tras un cáncer fulminante agarra a la izquierda latinoamericana y peruana fuera de base. Diagnosticado a inicios de febrero del 2013 de un cáncer al colon, este resultó un sarcoma agresivo que se hizo metástasis y lo mató en pocas semanas. Dirigente político y analista fino desde fines de los años 60, cuando era estudiante en la Pontifica Universidad Católica del Perú, JDC fue el decano del congreso peruano.

Salió electo para la Asamblea Constituyente de 1978 y se quedó en el Congreso de la República tres décadas con dos intermedios, cuando Fujimori cerró el congreso en 1992 y cuando corrió a la presidencia en el año 2006. Fue el último representante de la izquierda en el Congreso de la República en el Perú habiendo sobrevivido los colapsos generados por el violentismo de Sendero Luminoso y por la reacción del Fujimorismo de los años 80 y 90 respectivamente. Odiado por muchos y temido por bastantes fue implacable con todo lo que no le sonaba a justo, honesto y coherente. Percibido como el radical por la prensa de derecha, era el que buscaba guardar la coherencia de sus principios, la manera de llevar a cabo las alianzas. Por esto fue respetado por los políticos con experiencia de todas las tendencias. No corrió la misma suerte ni con los sinvergüenzas ni con los inexpertos.

Con su muerte la izquierda peruana se queda sin voz pública y sin articulador y la derecha sin adversario visible.

Su ingreso al congreso tuvo como rasgo saltante la búsqueda de la ley del voto para los analfabetos en la constitución de 1979. Este tema, que ahora suena obsoleto, era relevante en el Perú de 1979 porque una masa importante de la ciudadanía nacional peruana era analfabeta al final de la servidumbre tras la reforma agraria. Que dicha masa poblacional tuviera franquicia política era marcar la diferencia e introducir el concepto de ciudadanía a todos los peruanos. La izquierda liderada por él logró pasar esa ley en la constitución y de ese modo todos los y las peruanas tiene derecho a voto desde 1979. La ampliación anterior de franquicia política se dio en 1956 cuando las mujeres obtuvieron su derecho a voto, dicen que por insistencia de la Viuda de de la Piedra que era la mayor contribuyente y madre de un presidente del Senado.

Se hizo conocido en las tres décadas en el congreso como un buscador de crímenes de cuello blanco. En los años del primer gobierno de García, más torpe y menos corrupto que el segundo, se ganó la atención del público al estudiar cómo se habían entregado los dólares del mercado único de cambios a algunos empresarios amigos del régimen. En los años de Fujimori tuvo una actuación estelar denunciando las arbitrariedades y las relaciones del gobierno con el narcotráfico. Eso le ganó el odio de Fujimori y Montesinos que entre otras muchas cosas le pusieron algunas bombas en la puerta de su casa y más de una vez asaltaron su camioneta y su casa. La que recuerdo con más claridad fue una noche que una defensora de los derechos humanos de Argentina iba al aeropuerto y decidimos quedarnos todos en una casa y que ella se fuera con el guardaespaldas de Javier y el chofer. La camioneta fue asaltada camino a Jorge Chávez y en una balacera el chofer salió herido. La camioneta apareció a metros de la casa de los hijos incendiada. Montesinos advertía. Nada de derechos humanos.

A inicios de los años 80, comenzó el trabajo en derechos humanos con Francisco Soberón y crearon la Asociación Pro Derechos Humanos (Aprodeh). Un congresista comprometido en este tema en medio de una guerra sangrienta es importante porque permite a alguien con poder investigar abusos, castigar y tratar de prevenir. JDC ha muerto comprometido con esta causa.

JDC sobrevivió numerosos atentados contra su vida y llevó con prudencia y humor la intervención de sus comunicaciones por el servicio de inteligencia desde los años 70. Por eso destapó, con la ayuda de un periodista de La República, una central de interceptación telefónica de inteligencia de la Marina en los tempranos años 80. Desde entonces tuvo al servicio de inteligencia en la mira, menos por la labor correcta y más por los derechos ciudadanos que estos infringían.

Durante el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) fue electo Vice Presidente del Congreso y asumió la comisión investigadora de delitos económicos, que tuve el privilegio de compartir como su jefe de equipo técnico. Lo que los 24 miembros del equipo técnico pudimos trabajar en un año a pesar de los obstáculos fue sin duda en merito a su experiencia y su manejo de los escasos recursos públicos a su disposición. Cuando era evidente que cerraban el financiamiento público, buscamos apoyo de la cooperación alemana y británica y se terminó el trabajo y se entablaron los juicios correspondientes. Nunca tan bien odiado. Le metió el dedo al ojo al Poder económico y quedó puesto en evidencia cómo funciona el poder privado dentro del Estado. Se investigaron delitos que sumaron 6,000 millones de dólares y al final se pudo meter a la cárcel, de manera inédita en América Latina, a varios ministros de economía, de defensa, y al entorno de Fujimori. También los juicios a Fujimori fueron alimentados por estas investigaciones. A ratos ha sido frustrante ver como se compraban jueces y tribunales para dejar libres sobre todo a los ricos, pero el ejercicio ciudadano se llevó a cabo y se desnudó la operación del poder.

La frustración con el trabajo parlamentario fue una constante. Por cada logro había innumerables ideas que no se podían concretar. De todas las iniciativas de ley antidiscriminatoria que contuvieran la no discriminación por orientación sexual, todas fracasaron. El oscurantismo peruano reforzado por el Opus Dei y la derecha de la iglesia católica fue su enemigo implacable. Con el decaimiento de la calidad de los congresistas en el Perú, síntoma de la desintegración del país, la calidad de los debates y de las propuestas de ley fue en bajada. Esto le molestaba mucho y le enojaba. El racismo en el hemiciclo podía desquiciarlo y darle unos dolores de cabeza proverbiales. A veces la ira era calmada con barras de chocolate.

El trabajo que hizo por los discapacitados fue loable. Logró pasar una ley para que se incorporen a los discapacitados al mercado de trabajo sin discriminación. El éxito con esta ley fue resistido por los empresarios hasta que debieron de ceder. Igualmente una ley para que los edificios tengan accesos para discapacitados. Siempre pensó que alguna vez le iba a tocar andar en silla de ruedas. Nosotros, sus amigos, nunca lo percibimos como discapacitado y cuando alguna vez dijo esto en voz alta, fue abucheado porque como se le podía ocurrir. El caso es que tenía un problema severo en una pierna por un polio infantil.

La muerte sorprende a Diez Canseco paradójicamente suspendido del congreso por corrupción. El perseguidor perseguido es la esencia de una farsa cuya otra actriz fue Susana Villarán por la misma razón. Eliminar a la izquierda del imaginario político es el intento fascista de la derecha fujimorista la que ahora se suman el ex alcalde de Lima Castañeda Lossio y Alan García y su combo. Malditos sean los que tramaron esto y los miserables que lo permitieron.

La derecha celebrará. Los encarcelados de los juicios que él abrió saltarán de alegría. Algunos intentarán que no le hagan un entierro de Estado como le corresponde, otros sacarán lo peor a relucir en la deplorable prensa peruana; pero sobre todo, Javier deja una estela de luz tanto por lo que hizo como por lo que dijo. Siempre al lado de los pobres y de los oprimidos, siempre del lado de la verdad y la justicia, siempre consecuente. Es de los muertos que nunca mueren. Nos vas a hacer mucha falta Javier. Le harás falta a Liliana, a Pancho, Javier y Lucia, a tu nieta que te verá en fotos de grande, le harás falta a los desposeídos de esta tierra y a los discriminados.

Publicado en: http://alainet.org


07.05.13 - Perú

Adiós a Javier Diez Canseco

Por Wilfredo Ardito Vega Catedrático universitario. Activista de derechos humanos. Master en Derecho Internacional de los DH y Doctor en Derecho.

Adital

Llego al Parque Universitario hacia las cinco de la tarde y ya hay una larga cola para ingresar a la Casona de San Marcos, donde se está velando el cuerpo de Javier Diez Canseco.

A varias de las personas que saludo las vi hace unos meses en el homenaje público a Diez Canseco en el auditorio del Colegio Médico. Recuerdo que ese día muchas personas quedaron fuera y esperaron durante horas, pensando que podría ver a Diez Canseco en algún momento. Sin embargo, él no pudo asistir al homenaje por lo avanzado de su enfermedad.

Mientras hago la fila, no puedo evitar pensar que, para algunas personas en esta época, trabajar en derechos humanos quiere decir organizar eventos en hoteles caros, asegurar que los mozos tengan listo el refrigero y tomarse una foto con la banderola. Para Javier Diez Canseco se trataba de actuar de vida o muerte: el gobierno de Morales Bermúdez lo deportó a la Argentina de Videla y en los años siguientes sufrió atentados en su casa e inclusive pretendieron secuestrar a sus hijos para amedrentarlo.

En los años ochenta, durante la época más cruenta de nuestra historia, Diez Canseco defendía a los campesinos ayacuchanos cuya vida valía muy poco. Como congresista, llegó a acompañar a las mujeres violadas por los policías al Ministerio del Interior, conociendo directamente el cinismo del régimen belaundista. (Véase: http://www.larepublica.pe/27-08-2003/sinchi-o-sincha). Para impulsar la labor de la sociedad civil, Diez Canseco estuvo entre los fundadores de APRODEH, una de las más importantes ONGs de derechos humanos.

Diez Canseco intervino ante los crímenes más sangrientos del régimen de García, como la masacre de Accomarca y la matanza de los penales. Enfrentó luego los crímenes y la corrupción del gobierno de Fujimori. El año pasado, ante los crímenes que el gobierno de Humala cometió contra los campesinos de Cajamarca y Espinar, Diez Canseco junto con Rosa Mavila, Verónika Mendoza y otros congresistas, se retiró de la bancada nacionalista y eso algunos no se lo perdonaron.

Muchas personas que no eran de izquierda también admiraban a Diez Canseco por su firmeza y valentía, especialmente en comparación con otros políticos. Eso sí, a mí me parece injusta la generalización de que todos los políticos son corruptos y creo que Diez Canseco ayudaba mas bien a pensar que se podía ser coherente desde la política.

Diez Canseco impulsaba la defensa de los derechos humanos de manera integral, promoviendo causas que otros olvidaban como las demandas de las personas con discapacidad. Él mismo, que vivía las consecuencias de la polio, era un ejemplo de tenacidad y valentía para superar la adversidad. Gracias a él, ahora se cuenta con normas que pueden mejorar la vida de muchas personas.

Sus enemigos emplearon con frecuencia la calumnia y la difamación. Recuerdo que durante el segundo gobierno de García tuve que ir a visitarlo a la comisaría de San Isidro, donde varios profesores habían sido detenidos arbitrariamente y golpeados por la policía. Al protestar frente a los maltratos terminó detenido también él, porque el comisario lo acusó de haberlo golpeado hasta dejarlo en el hospital.

Sin embargo, las peores calumnias ocurrieron el año pasado, cuando los congresistas fujimoristas lograron fraguar contra él una acusación de corrupción. Aunque no había mayor fundamento, lograron sancionarlo que el pleno del Congreso lo sancionara gracias al apoyo de varios congresistas nacionalistas, incluyendo la Vicepresidenta Marisol Espinoza, la Ministra de la Mujer, Ana Jara y el defensor de los consumidores, Jaime Delgado. Sin embargo, al pretender manchar la imagen de Diez Canseco terminaron enlodando la imagen del Congreso de la República, pues sancionaron a uno de los mejores parlamentarios de la historia del Perú y ni siquiera cumplieron la sentencia judicial que hace algunas semanas anuló la sanción.

Aún sancionado y enfermo, Diez Canseco siguió haciendo lo posible para interpelar a la opinión pública. Su último artículo, publicado en La República la semana pasada, denunciaba la explotación que sufren millones de trabajadores peruanos debido a las leyes fujimoristas que todavía se mantienen vigentes. Sobre el mismo tema versaba el último artículo de su blog, denunciando los abusos contra los obreros textiles en Topitop y San Sebastián, con el abierto respaldo del Ministro de Comercio.

Por fin podemos ingresar, tras dos horas de espera. Recorremos los sucesivos claustros de la casona, en todos los cuales se acumulan arreglos florales enviados por sindicatos, municipalidades y por decenas de personas, desde Antauro Humala hasta Lourdes Flores. Llegamos por fin a la antigua capilla donde se encuentra el ataúd, que se encuentra flanqueado por los integrantes del Movimiento Homosexual de Lima, cuya causa Diez Canseco apoyó incondicionalmente. En el centro de la sala bailan varios danzantes de tijeras. Pienso que personas muy diferentes encontraban en Diez Canseco un referente humano y cercano para luchar por sus derechos. No me puedo quedar mucho tiempo. Afuera hay miles esperando.

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