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I. TENDENCIAS EN LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA EL AMIGO BRASILERO por Angel Saldomando

La reciente elección a la presidencia de Ollanta Humala en Perú, tiene una significación particular, es el primer presidente de izquierda electo en ese país. Lo que ocurra a partir de ahora será en todo sentido inédito y trascendente para el Perú y es también a la vez, un capitulo más en la nueva historia de los gobiernos identificados con la izquierda en sus diversas versiones. La elección de Ollanta se inscribe en una nueva real politik en la evolución de la izquierda, lo que contextualiza la elección de Ollanta y delinea una situación nueva en la que la influencia del partido de los trabajadores de Brasil (PT) es un eje central.

La creciente influencia del PT

El PT es el partido más grande de la izquierda latinoamericana, en números y en sustancia. Además, dato no menor, está en su tercer mandato presidencial en el país más poderoso del continente y cuenta con un liderazgo reconocido tanto nacional como internacionalmente, particularmente en la figura de su ex presidente Lula.

La evolución del PT ha sido de crecimiento sostenido desde su creación hace 31 años, pero su influencia no vino sólo de la conquista sucesiva de posiciones políticas en el estado, hasta las tres últimas presidencias de Brasil. Su ascendiente político proviene de proyectar en la práctica un modelo de partido de izquierda exitoso. Un partido pluriclasista, pese al peso obrero en su origen, impulsor y apoyo de movimientos sociales, empujó la transición democrática y pese a su identidad de origen, anticapitalista y revolucionaria ha sido capaz de gobernar sin crisis mayor y estructurar un proyecto político que combina modernización capitalista e inclusión social.

Además ha logrado, relanzar la integración latinoamericana con el Mercosur y UNASUR, marginalizar al FMI y redefinir la relación con Estados Unidos en una nueva geopolítica regional.

Se trata de una combinación exitosa de movilización social propia a la izquierda con realismo de gobierno. Para la izquierda más radical, inconforme con esta evolución tanto dentro como fuera del PT, ha calificado esta evolución como la de la de “la mariposa petista que se transformó en gusano liberal”. La demostración critica se orienta a mostrar el papel jugado por el PT en descabezar los movimientos sociales, privatizar las pensiones, favorecer al sector privado al que el mismo PT se ha incorporado, las políticas ambientales negativas, la postergada reforma agraria y la creciente corrupción.

No cabe duda que el PT es una combinación, en diferentes dosis, de ambas trayectorias, mezcladas en el altar del realismo político, una mezcla que logró el apoyo de la población por la inversión en programas sociales, el consenso del empresariado por la estabilidad y el crecimiento y Lula la representó a fondo como liderazgo pragmático.

La manera de integrar las partes de esta trayectoria en una formulación política que le de una consistencia y la explique, no puede hacerse rígidamente, ni desde la supuesta conservación purista de la identidad originaria del PT ni de una simple adaptación a su situación actual, lo que implicaría simplificar en que el PT era de izquierda y se desvió o fue de izquierda y ahora es otra cosa. La formulación oficial es que la izquierda está en una época de reformas, con gobierno electos, que necesitan de apoyo político amplio para avanzar en democracia. De allí que entonces el PT sigue siendo de izquierda pero adaptado a las condiciones objetivas y subjetivas internacionales.

La sombra del PT se extiende

La permanencia del PT en el gobierno, con su particular síntesis de identidad de izquierda y de realismo y su compromiso con un proyecto de integración regional, proyectó al PT mas allá de sus fronteras. Esto le impuso nuevas exigencias. Representar y defender los intereses económicos de Brasil, como potencia en crecimiento, a través de sus multinacionales e inversiones externas pero también su proyecto político nacional de modernización capitalista con integración social.

De allí que el PT viera con buenos ojos el avance y la llegada de nuevos gobiernos de izquierda que crean una correlación de fuerza favorable, pero considera negativo sin generan inestabilidad, precipitan crisis, abusan de la retorica revolucionaria y envenenan las relaciones entre países latino americanos y en particular con Estados Unidos. Este enfoque es solidario en lo general con la izquierda en su conjunto pero selectivo en el caso por caso.

Pero la izquierda latino americana es diversa y el discurso petista parece demasiado sofisticado para algunos sectores. La contrapartida de este esquema de política nacional e internacional ha sido el de Chávez y sus aliados en el Alba, que ha intentado estructurar su propio eje en torno a un proyecto de denominación más radical pero cuya retórica solo encubre métodos políticos distintos, que no tiene cuenta en algunos casos, de prácticas democráticas e institucionales, y vehiculiza además una gran confusión política, aunque nada alternativo en los hechos.

Experimentado en lidiar con esos sectores el liderazgo del PT estructuró una modalidad de relación que se ha ido extendiendo en América latina. No contradecirlos abiertamente, canalizar las contradicciones en vez de aislarlos, mas aun cuando están en el gobierno, sacarlos de apuro cuando se empantanan en sus propio errores, dejarle la puerta abierta a Cuba y ser el interlocutor principal con Estados Unidos. El PT busca afianzar su modelo como una referencia internacional. Aunque esto no está exento de fricciones cuando se rozan con intereses económicos de transnacionales o empresas brasileñas, que deben defender, como en Bolivia, Perú, Ecuador y Argentina.

La propuesta del PT ha sintonizado a la izquierda en latino América con las condiciones vigentes, le ha abierto una puerta a una modernización indolora. La candidatura de Ollanta en Perú es reveladora de esta influencia. Esta se alejó del esquema de polarización clásico, hasta distanciarse de su relación con Chávez, cierta o no, pero así estaba identificada.

Ollanta articuló entonces el discurso en torno al crecimiento y la redistribución de este y a la democracia, buscó bajar la radicalidad y ampliar la base política. No es casual que afirmara que el problema no es el cambio de modelo económico sino que el de la democracia. No lo logró completamente, los resultados electorales lo demuestran pero ganó y tiene posibilidades de alianza en el parlamento con otras fuerzas, que de haber mantenido el discurso anterior seria imposible. Dos asesores, del entorno de la campaña de Lula, jugaron un papel en este sentido. Luis Favre y Valdemir Ganeta. También Lula ayudó a Evo atrapado en conflictos internos, junto a Nestor Kirchner de Argentina, cuando este estaba en la presidencia. Le ha bajado el perfil a los roces de Chávez con Estados Unidos, medió en Honduras y lo hace en Cuba.

Puntos críticos

La estrategia del PT para promover una izquierda responsable coincidente con su propia visión y como parte de un escenario donde puede desplegar su modelo de país influyente tiene sin embargo sus puntos críticos, dos nos parecen los más importantes.

La relación partido PT-gobierno del PT, establece una simbiosis en que la real politik de país y de partido se vuelve una misma cosa, con consecuencias restrictivas sobre la innovación de las políticas públicas. Aunque parte de los objetivos del PT sean la inclusión social y la democracia, la modernización capitalista en la que se inserta nacional e internacionalmente, les impide respaldar una discusión sobre nuevas políticas que enfrente problemas del modelo económico, ambientales y de selectividad de las inversiones con criterios de sostenibilidad, que está planteando la fase capitalista actual.

Los que en sus propios países se oponen a la modernización capitalista, no encontraran respaldo fácil en el partido que debe defender a sus propias multinacionales como sinónimo de desarrollo nacional, que hacen lo mismo que cualquier multinacional. Los proyectos hidroeléctricos con sus represas, los proyectos extractivos de materias primas, la depredación del ambiente. Y tampoco deja mucho espacio para debatir de las economías locales, la selectividad de las inversiones o el papel de un nuevo sistema financiero con el Banco Sur.

La relación en que los intereses de partido y de gobierno se calcan el uno sobre el otro obliga a una diplomacia común y a un realismo político donde se enfatiza más la relación de gobierno a gobierno. El PT no puede tomar distancia ni hacerse eco de debates contradictorios, se termina de ese modo solo dialogando con “las expresiones oficiales” de la izquierda gubernamental en cada país.

Ello deja de tomar en cuenta las trayectorias políticas reales, los contextos nacionales y las opiniones de diversos actores. De esta manera aunque la trayectoria política de la “izquierda oficial” sea discutible en muchos países, se terminará asumiendo que el único interlocutor real es el oficial.

Se llega asi a situaciones bastante paradójicas. Se lamenta la pérdida de las elecciones por la concertación en Chile, a causa de la “división” de la izquierda, sin considerar la evolución de ese conglomerado. Se saluda a Daniel Ortega en Nicaragua como estadista y candidato de la izquierda en el foro de Sao Paulo, sin tener en cuenta que este violó la constitución y que su trayectoria política no tiene mucho que ver con una modernización democrática. Con ello cierra espacio para un debate franco sobre la calidad de las fuerzas de izquierda. Y algo no menor, esto no contribuye a mejorar la confianza de las sociedades en una izquierda abierta, capaz de discutir sus errores, corregir su políticas, incorporar las diversas voces ciudadanas en vez de cerrarse detrás del muro de la unanimidad sinónimo de sectarismo. Y si bien las derechas siempre pueden recurrir a infundadas campañas del terror, no es necesario contribuir a cubrir los propios defectos que aumentan las preocupaciones esta vez no en la derecha sino que en diversos sectores democráticos y de izquierda que no coinciden con las derivas autoritarias.

Su táctica de acercamiento envolvente “pragmático y oficial” para nombrarlo de alguna manera, para domesticar a los partidos de la izquierda prisioneros aun del modelo estatista autoritario y la tentación de partido y liderazgo único, deja sin interlocución a todos aquellos que en esos mismos países tratan de abrir un espacio a la renovación política, incluido Cuba. Esto también tiene consecuencias contradictorias con las posibilidades de renovación de la izquierda y en cierta medida también con la propia modernización propuesta por el PT.

Esta se desdibuja en un sentido conservador y esto no quiere decir solamente por la derecha, cuando se limita al enfoque de modernización capitalista con redistribución. Algo por cierto más que discutible en términos de modelo de desarrollo, con la evidencia acumulada por la experiencia mundial. También es conservador por la izquierda, cundo le da oxigeno o un calculado respaldo diplomático, a los sectores retrógrados que no se les debería facilitar, si el objetivo es dejar atrás 50 años de guerra fría y un bagaje político obsoleto.

La declaración del último foro de Sao Paulo realizado en Managua en mayo de este año refleja todos estos puntos críticos. No aparecen en la declaración ideas de fondo sobre nada, sólo respaldos políticos de circunstancias a diferentes personajes de la izquierda oficial, algunos con acentos lisonjeros, más que complacientes y frases generales varias de ellas muy desacertadas.

Puede reconocerse aquí la real politik, pero el asunto se excede cuando se demanda por ejemplo, el “cese de la agresión contra el pueblo libio” seguramente sugerida por los anfitriones, sin ninguna mención del régimen dictatorial de Gadafi y nada sobre el movimiento democrático en el mundo árabe. Sin hablar de la letanía contra el imperialismo, sin ninguna mención o análisis de las nuevas correlaciones de fuerza en el mundo y en la región por decir lo más cercano. Sin duda que toda la responsabilidad de ese evento, no se le puede achacar al PT, pero por su fuerza de gravedad tiene más responsabilidad que otros en la evolución de la izquierda latinoamericana.

El amigo brasilero con la mejor de las intenciones ha hecho sus aportes qué duda cabe, pero también se enreda los pies en el baile de potencia nacional que está creciendo rápidamente y de una evolución política que comienza a acumular muchas contradicciones.

Angel Saldomando, junio 2011

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