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La alianza público-privada: la burbuja de la elite. Por Ángel Saldomando

La solución mágica planteada por el gobierno al crecimiento más lento de la economía es “la alianza público privada” En otras palabras, tal como esta alianza está descrita, es que el Estado pone nuestra plata (de los impuestos) para proyectos de inversión con los cuales las empresas podrán beneficiarse al mantener su actividad con ellos. Se espera en retorno que se mantenga el empleo y el consumo. Una conocida receta contra cíclica en los manuales keynesianos.

Pero detrás de esta ecuación hay otras realidades. La naturaleza de esta alianza publico privada es expresiva de una centralidad desigual a favor del capital donde el trabajo y los trabajadores no existen o muy poco. Una de las grandes adaptaciones, presentada como “modernización”, de la socialdemocracia y de la “renovación” de la izquierda fue precisamente esa, reconocer la centralidad del mercado y el capital, en detrimento del trabajo y los trabajadores, a ello se sumó la revisión del Estado de bienestar y del papel del Estado en la regulación del mercado y la defensa del sector público.

Esto fue consecuencia de un largo periodo de hegemonía del neoliberalismo a nivel internacional, en nuestro caso golpe de estado de por medio, y de la caída del modelo socialista en cualquiera de sus versiones. Tal es así que ahora ser de izquierda es ser anti neoliberal. Pero hay mas, los partidos otrora representantes o defensores de los trabajadores pasaron a ser clase medieros o populares en el sentido de navegar sobre todo tipo de expectativas, incluidas las conservadoras. Pero una cosa es reconocer el mercado y otra capitular frente a los grupos económicos. Otra es valorizar el emprendimiento productivo y otra idealizar a la empresa sin mencionar las condiciones en que operan y el papel del trabajo y de los trabajadores.

Sin duda que esta situación es representativa de un cambio sociológico profundo, las elites han cooptado a las capas medias identificadas con la izquierda y otrora reformistas. Hacen parte de la misma burbuja de valores, de transversalidades políticas y económicas. De allí que, aunque renieguen de ello, se han trasformado en social liberales. Es decir neoliberales con preocupaciones sociales, pero carecen de propuestas para los problemas de sociedad cuando estos revelan problemas sistémicos. No es raro que en Chile y en otras partes se esté intentado recuperar o defender conquistas del siglo pasado.

La alianza público privada, 500 millones de dólares de por medio como incentivo, es sin duda, y todos lo saben, cortoplacista, en espera que el modelo tome un segundo aire. Pero, la economía no es solo actividad empresarial y Estado facilitador, hay cuestiones sistémicas de peso. Matriz productiva, distribución, consumo y sus eventuales impactos laborales, sociales, territoriales por citar algunos. Como el modelo es primario, rentista y altamente concentrado en grupos económicos, de lo cual se derivan todas sus consecuencias laborales, sociales y territoriales, de eso no se quiere hablar. Es decir desigualdad, empleo precario, precariedad social, sobre explotación del territorio.

La desaceleración de la que tanto se habla tiene su razón de ser por un lado en que el modelo primario depende de las exportaciones al exterior y esta se ha reducido, es la parte conocida.

Pero, por otro lado, es el modelo primario el que se está agotando y eso es interno. Los grupos económicos chilenos y externos lo roerán hasta el hueso pero el país no saldrá del problema, mas bien se agravará. De paso impiden una discusión abierta y sistémica sobre el modelo económico, se benefician de las facilidades públicas y bloquean toda exploración hacia un nuevo modelo económico. La contradicción entre “perilleros” económicos dentro del modelo (del tipo Lagos, Velazco y el actual gobierno) y “sistémicos” que desean abrir el debate está congelada en favor de los primeros. Es la razón por lo que las medidas reformistas son tan ambiguas y tan conservadoras a la vez. Detrás no hay una sola idea de cómo avanzar hacia un modelo de sociedad más equilibrado y sostenible. No se trata de utopías, sino que del inventario que arroja los datos duros sobre lo que no va más o se descompone.

La cartera de inversión, las prioridades presupuestarias, las licitaciones, los planes de desarrollo de las regiones y el fomento y la planificación del estado, debieran dar cuenta de ello, si existieran al menos las ideas.

La relación publico privada en el viejo imaginario socialdemócrata (con el que se desarrolló Europa en la posguerra por lo demás), suponía una relación en que ganaba el desarrollo del país con un pacto social progresista a lo menos. Los neo y social liberales por su lado, solo consideran los intereses de las empresas, además generalmente grandes y concentradas. Confundieron empresas y ganancias con desarrollo de un país, es decir neoliberales puros.

Si se examina el nivel de concentración social, económico y territorial del modelo económico chileno es evidente que no hablar de estas cuestiones es perpetuar lo existente. Puede que el esperado crecimiento vuelva el 2015, en dependencia del mercado internacional pero la tendencia no cambia, un país más agotado, un modelo primario extractivista cada vez menos viable y una sociedad enferma pagando cada vez costos mas altos. La discusión sobre el nivel de crecimiento económico no incluye nada más que eso, la calidad de este y el modelo de sociedad que condiciona están ausentes. Que Chile esté entre los países con las tasas más altas de niños vulnerables en centros públicos, de violencia infantil, suicidio adolescente, de encarcelamiento, depresión, educación mala y excluyente, consumo de fármacos y cuestionables mediciones sobre la reducción de la pobreza, no entra en el cálculo.

El debate político, académico y público rara vez aborda estas cuestiones de modo sistemático, salvo cuando hay un escándalo o una catástrofe. Y no es casual, el éxito medido por la tasa de crecimiento es la única imagen que tapa el resto, es la única aceptada y protegida por la élite.

Desde dentro de la burbuja sólo se ve el país autocomplaciente de quienes habitan en ella.

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