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La defensa de la filosofía como lucha por una democratización epistemológica de los saberes: más de una década de disputas. Por Braulio Rojas Castro*

Las tensiones disciplinares entre la enseñanza de la filosofía y la estructura institucional de la educación, tramada hoy en día entre el Estado y el Mercado, han sido un lugar de conflicto, en el cual se excede lo propiamente filosófico, instalándose como una lucha por una democratización de los saberes en el currículum escolar en el país. Estas disputas adquieren notoriedad en la escena pública a partir del año 2001, cuando el Ministerio de Educación (MINEDUC), a través del Decreto Nº 220 del mes de junio de 1998 redistribuye los tiempos semanales, anuales y totales vinculados a la Formación General y Formación diferenciada del currículum escolar, lo que se traduce en la disminución de las horas de dedicación a la asignatura de filosofía en el currículum obligatorio de formación científico humanista y su eliminación del currículum Técnico Profesional. Esta situación movilizó la organización de estudiantes, profesores y académicos por la defensa de la enseñanza de la filosofía en el país. La Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, coordinada por Cristian Cox (1997-2006), que revisaría las modificaciones al decreto, tuvo como tarea elaborar una propuesta que fuese concordada entre los distintos actores, para resolver los problemas que bloqueaban la implementación de la reforma en la asignatura. En esta comisión no se pudo acordar una posición consensuada entre sus miembros acerca de lo temas en conflicto, a saber: 1) La ausencia de coherencia entre los contenidos de los programas de tercer y cuarto año medio de filosofía en el currículum de formación general científico-humanista. 2) La omisión de la asignatura de filosofía en el Programa de formación General del área técnico profesional. La comisión cerró sus puertas al diálogo, obligando a la movilización de las y los profesores de filosofía, logrando revertir un Decreto ministerial, consiguiendo mantener la asignatura en la formación Científico Humanista, pero se perdió del currículo Técnico Profesional y su condición optativa para la Educación para Adultos.

En el informe que remite el Ministerio de Educación a la Comisión de Educación del Senado sobre la situación de la filosofía en el currículum escolar el año 2004, se visibilizan dos perspectivas en la manera de abordar la cuestión de la filosofía. Desde una primera perspectiva, se declara que “la filosofía es un cuerpo de conocimientos constituido por obras e ideas filosóficas, que son un gran legado cultural-histórico”,[2] lo que significa asumir que hay temas propiamente filosóficos, y autores canónicos que deben estar presentes, y autores que carecen de ese estatus, lo que implica una decisión política y epistemológica de lo que es y no es filosóficamente relevante. Una segunda perspectiva establece que “la filosofía se concibe más bien como un actuar o estar en el mundo de modo esencialmente indagatorio y explorador”[3], lo que reduce a la filosofía a una serie de competencias, actitudes y capacidades, que se transversalizan en el currículum, por lo tanto, no son relevantes como una disciplina por sí misma, asumiendo que cualquier profesor/a de cualquier área podría instalarlas en su asignatura específica, lo que hace irrelevante la presencia de la Filosofía en el aula. Ambas miradas construidas en ausencia y por la espalda de las y los profesores de las aulas escolares y de las universidades formadoras de profesores.

En agosto del 2016, estando una nueva reforma curricular en curso, nos enteramos de que estábamos excluidos del Plan Común, lo que motivo que la REPROFICH se rearticulase, generando un movimiento que consigue que el MINEDUC mantenga el compromiso de incluir filosofía en las Bases Curriculares, siendo el Consejo Nacional de Educación (CNED) quien rechazó en tres ocasiones las propuestas curriculares surgidas desde la Unidad de Currículum del Ministerio. Es esta entidad, que situándose como un poder fáctico, que se sobrepone a las discusiones, decisiones y acuerdos logrados por los actores relevantes vinculados al sistema educacional chileno, a saber: profesores, académicos, MINEDUC. El actuar del CNED, tal como lo fue en su momento y en otro contexto, el Consejo de Seguridad Nacional (COSENA) y aún hoy el Tribunal Constitucional, se devela como una instancia de decisión antidemocrática, por lo que es necesario revisar su rol, su composición y sus atribuciones, más allá de este caso. No sólo la Filosofía está en peligro de ser minorizada en su rol formativo integral, lo mismo ha sucedido con las asignaturas de Arte, Ciencias, Orientación, Historia, Música, atentando contra la democratización de los saberes, y el derecho de todos y todas las y los niños y jóvenes de acceder a una formación escolar integral. Una vez más, las Ciencias Sociales, las Artes y las Humanidades, son despreciadas por la tecnocracia educacional, extendiéndose a las ciencias en general. De ahí que nuestra molestia y demanda no sea una “pelea chica”[4], como la cualifica Silvia Eyzaguirre, sino que es por una democratización del currículum, más allá de decisiones economicista y derechamente ideológicas, se trata de eliminar los sesgos de clase en las decisiones curriculares y de potenciar la educación pública en Chile.

Quienes trabajamos en el campo de la Filosofía, tanto en el nivel escolar, como el nivel universitario, tanto en docencia como en investigación, tenemos la convicción de la relevancia de su presencia en el currículum escolar, toda vez que aquello que posibilita la enseñanza filosófica, más allá de contenidos y autores específicos, es una mirada cuestionadora, crítica y analítica del entorno social en el cuál un individuo vive y habita, permitiendo la construcción de una sociedad más democrática, que sobrepase los marcos de esta democracia tutelada por el autoritarismo económico imperante. Lo que defendemos está en concordancia con las recomendaciones del Informe General de la UNESCO de febrero de 2005, en relación al valor que se le asigna a la enseñanza y promoción de la filosofía:

“La filosofía es una ‘escuela de libertad’ ya que no sólo elabora instrumentos intelectuales que permiten analizar y comprender conceptos fundamentales como la justicia, la dignidad y la libertad, sino que además crea capacidades para pensar y emitir juicios con independencia, incrementa la capacidad crítica para entender y cuestionar el mundo y sus problemas y fomenta la reflexión sobre los valores y los principios”[5]

Este principio fue enunciado por primera vez en la Comisión Preparatoria de la primera Conferencia General de la Naciones Unidas (1946), luego en la Conferencia General de 1950, y ratificado en la Declaración de París en favor de la filosofía (1995)[6]. En este último documento es posible constatar a lo menos tres formas para abordar la enseñanza de la filosofía. La primera de ellas vinculada a la comprensión y análisis de conceptos, la segunda vinculada a la adquisición de capacidades para pensar y emitir juicios, y una tercera en la que se indica con claridad que la culminación de este procesos considera entender y cuestionar el mundo y sus problemas. Estas tres funciones esenciales para una convivencia democrática, no son ni promovidas ni enseñadas en la enseñanza Técnico Profesional, no lo será en la Artística, ni lo está siendo en las etapas formativas más temprana del currículum escolar.

Estas declaraciones internacionales acerca del rol de la enseñanza de la filosofía en el sistema escolar nos permiten indicar que la negativa del MINEDUC en su momento, del CNED ahora, por discutir los problemas teóricos y metodológicos tras la disminución de la enseñanza de la filosofía en el curriculum escolar del país, invisibiliza a lo menos dos grandes dimensiones que debe considerar toda construcción curricular: la primera de ellas, de orden epistemológico, que en este caso considera dilucidar en qué consiste el ejercicio filosófico distinguiendo entre lo teórico, actitudinal y procedimental que desarrolla, y que hace de su ejercicio una acción propia, no sustituible por otro saber; y una segunda dimensión de orden político, que cuestiona el «valor» que el propio MINEDUC y el CNED atribuyen a la filosofía en el currículum escolar, y en la formación de los ciudadanos del país.

Las decisiones curriculares son siempre una cuestión eminentemente política, toda vez que el currículum hace referencia a aquellos saberes que una sociedad o cultura determinada consideran dignos de ser trasmitidos y preservados de una generación a otra, por lo cual, lo que queda fuera del currículum puede ser considerado como un tipo de saber que no tiene un estatuto tal que se considere necesario para ser resguardado. Por ello, es necesario situar la defensa de la Filosofía más allá una mera defensa corporativa. Se trata de resguardar la necesaria democratización epistemológica en la difusión, enseñanza y acceso igualitario a todos los saberes. Se trata de promover una sociedad democrática, no sólo desde lo formal, sino que en aquellas instancias en las que se expresa la libertad a acceder de manera igualitaria al saber para los niños y niñas de Chile.

*Este texto es una versión resumida y modificada del artículo "La filosofía que tenemos, la filosofía que necesitamos: acerca de la expresión democrática de los saberes en el currículum escolar chileno”, publicado en Cuadernos del Pensamiento Latinoamericano, n° 23, 2017, http://www.cuadernoscepla.cl/?p=509

[2] Informe del Ministerio de Educación a la Comisión de Educación del Senado sobre la Situación de Filosofía en el curriculum nacional al Senado, “Filosofía en la educación Escolar Chilena”, abril 2004, p. 4.

[3] Idem.

[4] http://impresa.lasegunda.com/2018/02/27/A/7J3B8VOS/all#6L3B903N

[5] Informe del Director General UNESCO relativo a una estrategia intersectorial sobre la filosofía, 2005. http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001386/138673s.pdf

[6]http://institucional.us.es/revistas/Araucaria/A%C3%B1o%201_n%C2%BA1/Declaraci%C3%B3n%20de%20Paris.pdf

Braulio Rojas Castro
Dr. en Filosofía
CEA-UPLA

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