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La era de la desconfianza. Por Roberto Castro Tapia

Las últimas declaraciones del ex contralor general de la República, Ramiro Mendoza, apuntando a que la corrupción en Chile había llegado para quedarse, agitaron aún más las inquietas aguas políticas e instalaron una incómoda sensación de que estaríamos casi ante un problema generalizado; pero lo cierto es que las consecuencias del clima imperante tienen su correlato en la percepción que los agentes tienen de la economía del país y hacen presagiar que aparentemente, lo que llegó para quedarse es la desconfianza. El fenómeno de la desconfianza no es solo de carácter nacional.

Estados Unidos se recupera tímidamente de la mano del consumo interno, la zona euro sigue siendo tremendamente inestable, China ya ajustó su nivel de crecimiento por debajo de lo que el resto del mundo desearía y nuestros vecinos de Brasil se enfrentan a los peligros de una recesión marcada por los fuertes cuestionamientos a la Presidenta Dilma Rousseff. La confianza está resentida y ya parece un hecho de la causa que cuando el corazón desconfía, la billetera se estanca.

En Chile, la última encuesta Adimark respecto del Índice de Percepción de la Economía (Ipec), arrojó que la confianza de los consumidores chilenos ha caído a niveles solo superados en la crisis financiera de 2009. ¿Las razones? Desastres naturales, alzas de precios y la desconfianza a nivel político y económico.

Por ejemplo, respecto de febrero, según la encuesta, la percepción relativa a la situación actual del país cae de un 46, 3% en febrero a un 40,9% en marzo. En relación con las expectativas económicas para los próximos 12 meses, un 50,8% tenía una opinión favorable en febrero, mientras que en el tercer mes del año, bajó a un 45,8%. En relación con el desempleo la percepción cae de 43,1 a 37,7 puntos y, consecuentemente, la intención de compra de artículos para el hogar descendió de un 35% a un 27%.

Leer estas cifras como la manifestación de la desconfianza, puede tener a lo menos tres consecuencias: la primera, que producto de la incertidumbre aumente el riesgo y por lo tanto la banca aumente las restricciones para los créditos o, sencillamente, eleve las tasas de interés de los créditos. Por lo tanto, no es de esperarse un mayor estímulo al consumo.

La segunda, es que el comercio tendrá que implementar sus propias estrategias para reactivar el consumo interno, así es que no sería raro encontrarnos con liquidaciones permanentes; y la tercera, que es evidente que la confianza del consumidor depende de su percepción del empleo y los ingresos, pero también influye, y mucho, la idea de país que tiene, lo que vive, lo que se le muestra y donde se desarrolla, porque si seguimos oyendo que la corrupción llegó para quedarse, lo único que se quedará es la desconfianza y en momentos como este, necesitamos todo lo contrario.

No hay dudas en la necesidad de investigar para esclarecer todos los casos de corrupción y avanzar a paso firme en transparentar la incompatibilidad entre los negocios y la política, así como que la autoridad encargada de controlar se mantenga al margen del plano político; en ambos casos hay que ser responsables para restablecer la confianza y así atraer mayor inversión y fomentar el crecimiento del país.

Roberto Castro Tapia
Decano Facultad de Economía y Administración Universidad Central

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