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Ley Mordaza a la chilena. Por Luis Nitrihual

Según entendemos en Historia y crítica de la Opinión Púbica de Jurgen Habermas, la existencia de la prensa es fundamental para las democracias modernas. La sola observación de que los medios de comunicación constituyeron desde la primera modernidad un espacio de discusión de la cosa pública, nos debe hacer reflexionar en la importancia de una prensa libre. Sin prensa libre no se entienden la revoluciones independendistas americanas. Sin prensa libre no hay vida pública como la conocemos.

El principio que subyace a todo esto es bastante sencillo, pero no por ello menos profundo: la posibilidad de conocer y discutir lo que los poderosos hacen. Sobre esto se ampara la propia posibilidad de una democracia representativa donde los ciudadanos eligen a sus representantes.

Las críticas son también evidentes. No seamos ingenuos. Si la prensa ha sido absorbida por el agujero negro del mercado, si la tendencia global de los sistemas mediáticos es la concentración de la propiedad, si la publicidad es un modo de financiamiento que asfixia a los pequeños medios, si la prensa es en realidad un arma política de las elites. Si somos conscientes de ello, entonces deberíamos tener claro que la existencia de un sistema de medios plural e independiente es fundamental para la vida política.

En algún aspecto podriamos decir que cada sociedad tiene el sistema de medios que merece. Una sociedad neoliberal tendrá un sistema de medios asolado por el mercado. Una sociedad comunista tendrá un sistema de medios fuertemente controlado por el partido. Pero más allá de esos lugares extremos, es necesario reafirmar la necesidad de un modelo de prensa equilibrado. Hay modelos posibles. Necesitamos una televisión pública con financiamiento estatal, por ejemplo. ¿Queremos más cultura? Pues entonces hay que invertir estatalmente y no dejar que compita un programa literario con un Reality Show. Los dos pueden existir, pero el Estado debe garantizar la existencia de la cultura en la televisión abierta.

Ignorar lo anterior es en verdad no entender que esto es parte de un proyecto que las elites neoliberales han desarrollado de manera silenciosa y paciente. Se trata de empobrecer la discusión pública. El camino del entretenimiento chabacano. De culpar al público por no consumir los pocos programas culturales que hay. Se trata de la mejor excusa para decir: “ven, si la gente no quiere ver (leer o escuchar) eso” La trampa ideológica aquí es nuevamente la supuesta libertad que tenemos para elegir, pero dentro de los marcos ya impuestos por el mercado.

El resultado de todo esto es lo que actualmente estamos viendo. El desparpajo con que el Gobierno quiere poner en funcionamiento, ante la vista de los honorables, una versión chilensis de la Ley Mordaza. El Gobierno tiene problemas con la prensa. Hace unos meses amenazó con elegir a los periodistas que cubren actividades presidenciales. Ahora pone en funcionamiento estrategias para evitar el rol que los medios deben cumplir en el develamiento de las tropelías de la casta. Vamos por un mal camino. Un olor autoritario brota de la moneda y del congreso.

Hay que cambiar el modelo neoliberal para cambiar el sistema de medios de comunicación que tenemos. Pero junto con ello hay que defender lo poco de prensa libre que tenemos. Es tarea de todxs. No de los académicxs, no de los investigadorxs. Es tarea de la ciudadanía.

Luis Nitrihual Valdebenito
Centro de Investigación Comunicación, Discurso y Poder
www.nitrihual.com
www.comunicacionypoder.cl

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