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¡NO A LOS CANTOS DE SIRENA! por Jaime Massardo

«Es vergonzoso consolarse con el engaño cuando el rostro severo de la verdad te ha mirado a los ojos»
(Iván Turguéniev) (1)

La lucha que en vienen protagonizando los estudiantes en las principales ciudades de nuestro país tiene todavía varios capítulos por recorrer y sería prematuro, improcedente y hasta de mal gusto intentar un balance global de ella. Sin embargo se puede percibir -y mostrar- que, como consecuencia de esta misma lucha, desde mediados de mayo a la fecha, nuestro escenario político ha venido cambiando y seguramente las cosas no tienen la intención de volver atrás.

Junto con la defensa de la Educación Pública, durante estos dos meses se han reactivado demandas populares que se habían venido arrastrando durante largos años y terminan hoy por explotar, mostrando un gran malestar nacional: el destino de los excedentes generados por los trabajadores del cobre, la obligación de preservar el equilibrio ecológico, la necesidad impostergable de repensar los servicios de la salud, la acumulación de problemas de vivienda que muestran las carencias, imprevisiones y fraudes puestos al descubierto por el último terremoto, (2) la irracionalidad del mercado, la descomposición de la ética colectiva que encuentra su manifestación más evidente en la ramplonería y vulgaridad de los medios de comunicación, son manifestaciones que han vuelto a poner en el tapete de la discusión el costo humano, social, cultural y político que nos entregan los años de la dictadura y de los administradores pospinochetistas…

Este gran malestar nacional se traduce en manifestaciones muy concretas: Diversas fuerzas sociales que, tradicionalmente, han manifestado su presencia en nuestra historia, se preparan para salir a la calle a defender sus derechos y su propia existencia: la Federación de Trabajadores del Cobre, preocupados por la eventual privatización de los minerales y por la eventual pérdida de 2.600 puestos de trabajo, llaman a un paro de 24 horas el próximo 11 de julio. Los trabajadores del puerto de Valparaíso se proponen, tres días después, el 14 del mismo mes, generar un nuevo «puertazo», ahora denominado «porteñazo», paralizando actividades y saliendo a la calle para manifestar contra una inminente ola de privatizaciones que buscan desnacionalizar abiertamente sus fuentes de trabajo. La Central Unitaria de Trabajadores (CUT), tocada en estas últimas horas por el rechazo del Parlamento al salario mínimo que venía solicitando anuncia, por su lado, un movimiento para el mes de agosto. La CUT demandaba un aumento de 12%, pero las autoridades sólo ofrecieron un 4,7% que, luego de largas negociaciones, elevaron sólo al 5,8%... (3) Sin lugar a duda en la sociedad chilena se ha creado una nueva subjetividad.

Se están produciendo entonces las condiciones que nos permitan presenciar un gran movimiento de dimensión nacional capaz de articular las diferentes expresiones sociales y políticas que, al mismo tiempo que defienden sus derechos, tienen por objetivo común una nueva sociedad. Un programa común de estas expresiones no está hecho todavía, pero su intuición es segura y la claridad de sus reivindicaciones precisa. Y eso es lo que más importa…

El otro cambio importante en el escenario político proviene de las propias élites. Aparentemente, en desorden y de manera más bien apresurada, surgen desde ellas, diversas tentativas que buscan hacer abortar el movimiento antes que éste haya concluido su ciclo «natural». Tanto la cúpula gobernante (el reciente discurso del Presidente) como fuerzas parlamentarias supuestamente «de oposición» (senadores socialistas y demócrata cristianos, por ejemplo), orientan su discurso a la generación de un espacio de negociación que, nolens volens, debilite las fuerzas en lucha y saque de la calle el movimiento social, logrando encapsular sus problemas en diálogos cupulares, en conversaciones de pasillos y en interminables «mesas redondas» para hacerlo morir o volverlo inofensivo… En estos últimos dos meses, la calle, el espacio público, el lugar donde la gente se expresa colectivamente, ha desplazado al mercado y se ha llenado de la fuerza y la vitalidad que impregna el movimiento. No es de ninguna manera el momento de abandonarlo. Para las élites y para el sistema en su conjunto este es un punto importante: la dictadura y el pospinochetismo fueron desplazando el espacio público popular hacia la televisión...

Junto con la estrecha relación entre espacio privado y mercado, más de algún conocido prócer o ex-prócer de la clase política clama por un «acuerdo nacional» para solucionar el problema de la Educación, y algunos otros –¡Dios nos libre!- tienen aún el desparpajo de invitar a la juventud a inscribirse en los Registros electorales, esperando una vez más sacar las castañas del fuego con las manos del gato…

Con todo, aparentemente las maniobras diversionistas de las élites no disponen de mucho ingenio y su capacidad de invención parece más bien limitada, lo que puede percibirse bien en su propuesta de un Gran Acuerdo Nacional por la Educación (en el que, a juicio de un irónico observador, no deja de reflejarse una predisposición inconsciente de su alta valoración por el lucro: el Acuerdo GANE). La propuesta, sin embargo –y esto es lo fundamental-, no apunta a una reforma estructural de la Educación superior en nuestro país, por lo tanto debemos rechazarla.

La experiencia acumulada por el movimiento estudiantil y por las fuerzas que se vienen sumando a esta lucha dispone de la capacidad y de las energías necesarias para no dejarse atrapar por estos cantos de sirena y deben sin duda inspirarse en el comportamiento del héroe de Homero. Los cambios en el escenario político local pueden y deben ser aprovechados para ir apuntando a la construcción para nuestra nueva sociedad. Hoy como ayer, el presente es de lucha y el futuro es nuestro…

Notas:

1) Iván Turguéniev, «Fausto. Relato de nueve cartas», in Relatos fantásticos, Selección y traducción de Luisa Borovsky, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2010, p. 320.

2) Cfr., El terremoto social del Bicentenario, Silvia Aguilera, editora, Santiago de Chile, Lom ediciones, 2010.

3) Cfr., El Universal, Caracas, 6 de julio 2011.

*Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso, invierno 2011, correo electrónico: jaime.massardo@uv.cl

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