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NOS ESTÁN EDUCANDO por Dra. Clara Olmedo Reynoso

Muchos son los análisis que se hacen en torno al actual movimiento estudiantil chileno. Medios de prensa nacional e internacional no dejan pasar la oportunidad para brindarnos reflexiones de las más variadas tendencias: unos para entusiasmarnos con la idea de “otro Chile es posible”; otros para alertarnos sobre el “peligro de intereses oscuros” que se esconden detrás del movimiento estudiantil. Un movimiento que rápidamente ha ido saltando las murallas de escuelas y universidades para contagiar con una refrescante y esperanzadora alegría a diversos sectores sociales que parecían o padecían en el letargo exitista-consumista-individualista, naturalizado por un modelo [neoliberal] de sociedad donde la mercantilización de la vida toda se nos presenta casi como un destino fatal e inmutable.

Entre las reflexiones que nos invitan al entusiasmo o al temor, sin dudarlo yo adhiero a la primera, pero con la certeza de estar asistiendo a un interesante proceso en el cual las y los estudiantes están educando a nuestra sociedad. Ellas y ellos lo hacen con su decisión y capacidad de mirar por encima de la inmediatez de una realidad que agobia a sus familias y vincular la educación con grandes temas como la renacionalización del cobre, una reforma tributaria que re-equilibre el vergonzoso status de ser una de las quince naciones más desiguales del planeta(1). En suma, cuestionar los valores y pilares fundamentales sobre los que Chile se constituyó en el primer laboratorio mundial del neoliberalismo(2). Es así que, en mi carácter de profesora, mi entusiasmo radica en constatar en la práctica que el proceso educativo es horizontal, permanente y se concreta dentro y fuera de la sala de clases. Hoy, las y los estudiantes tienen mucho para enseñarnos.

No hay dudas que Chile ya no será igual después de que estos y éstas estudiantes decidieron decir basta! Y no será igual porque ellas y ellos nos están educando; están haciendo de las calles de este país una gran escuela donde se dictan cátedras de una olvidada o maltratada educación cívica-democrática. Porque ellas y ellas son verdaderos pedagogos, nos hablan con un lenguaje sencillo al que todas las generaciones entendemos: EDUCACIÓN PÚBLICA y DE CALIDAD! Y nos lo dicen de distintas formas: con maravillosas expresiones artísticas, con un debate brillante en la Comisión de Educación del Senado, con reportajes en la prensa y, sobre todo, con una confianza en sus convicciones que deja perplejo a más de un dirigente político. ¡QUE LECCIÓN!

Me encanta su lenguaje simple y reivindico aquí el SENTIDO COMÚN, ese al que muchos intelectuales se esfuerzan por distinguir del sentido científico. ¿Por qué lo reivindico? Porque mucho sentido científico nos ha hecho perder el sentido común de la vida: vivir dignamente, trabajar decentemente, tener las mismas oportunidades de estudiar, de divertirnos, de proteger nuestra salud, de acceder a una vivienda sin ser presa de la voracidad de la banca privada, de gozar de un medioambiente sano y bello sin que ello requiera vivir en los barrios altos y exclusivos de este país. Tanto es así, que mucho sentido científico, en este caso económico, nos dice que ya somos un país desarrollado, pues la tendencia y estabilidad de los indicadores macroeconómicos nos permitieron ingresar al exclusivo club de sociedades del primer mundo, me refiero a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Y es precisamente a ese lenguaje científico, el de las cifras duras, comprobables y respaldadas por el prestigio intelectual de sus “hacedores” al que se apega una élite política que hace mucho ha perdido el sentido común y no es capaz de entender el lenguaje de esos nuevos y jóvenes educadores que hoy llenan las calles y plazas de Chile.

Asistimos a un desencuentro de dos lenguajes, uno asentado en un enfoque economicista, alejado de las mayorías sociales y supuestamente a-político; el otro nutrido de una visión genuinamente social y política. Y este desencuentro o desentendimiento entre lenguajes y sentidos se deja ver en distintos medios donde se califica de político-ideologizante, violentista, antisocial o terrorista a toda persona o grupo que esté en desacuerdo y siga señalando que pertenecer la OCDE no ha cambiado su condición de exclusión o marginación de los beneficios de tan exclusivo club. Sin duda, el lenguaje-sentido común del movimiento estudiantil es abismalmente diferente al de los actores políticos que hoy todavía se vanaglorian del modelo neoliberal y llaman a “cuidar Chile”. ¿Cuidarlo de qué? ¿De las conciencias frescas del movimiento estudiantil que va contagiando de esperanzas a toda la sociedad chilena?

Es indispensable que la clase política descienda del pedestal en que se ha encumbrado durante estas últimas tres décadas, desde donde ha trabajado con ahínco para consolidar un proyecto de país que favoreció a una inescrupulosa minoría, menospreciando las demandas de amplios sectores sociales y despreciando las diversidad de clase, edades, género, etnia, ideologías, entre tantas otras diferencias. Pero lamentablemente, hasta el momento, la clase política se resiste a bajar, a recuperar el sentido común y comprender el lenguaje con que nos hablan las y los jóvenes estudiantes. Parecen negarse a ser educados en un lenguaje que, como lo demuestran las populosas movilizaciones, va haciéndose parte de las mayorías. Y digo “va haciéndose” pues muchos de nosotros y nosotras estábamos casi en estado de “resignación” en el cual la lucha por cambiar el actual sistema (de educación, de salud, laboral, etc.) nos parecía una utopía, cosa de jóvenes…

Aún más, de manera casi natural consideramos que las y los jóvenes deben ser educados por las generaciones mayores, pero la realidad nacional e internacional hoy nos dice otra cosa, ESTAMOS SIENDO EDUCADOS POR ESTOS JÓVENES. Ellos y ellas nos están permitiendo soñar nuevamente, nos están diciendo que dejemos de lado los miedos con que nos marcaron las dictaduras militares, que nos animemos a cuestionar nuestro estatus de “endeudados/as”, “precarizados/as laborales”, “contaminados/as por causas del crecimiento económico” o “resignadas a un sistema patriarcal donde lo masculino es superior a lo femenino”. En mi condición de ciudadana y profesora celebro estar siendo educada por este movimiento estudiantil e invito a todas y todos a aceptar y aprender de SUS LECCIONES!!

NOTAS:

1) PNUD: Informe regional sobre desarrollo humano para América Latina y el Caribe 2010.

2) Klein, N. (2008), The Shock Doctrine: The Rise of Disaster Capitalism. New York: Metropolitan Books.

Dra. Clara Olmedo Reynoso. Académica, Universidad Austral de Chile-Valdivia. E-mail: clarisa62@yahoo.com

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