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Nosotros, la gente originaria, llevamos saberes en nuestro cuerpo… Faumelisa Manquepillán. Poeta, escultora y folclorista mapuche

“Un día me puse a conversar con un abuelo que tenía por allá por Antilhue. Él lamentaba haber perdido una piedra imantada que tenía ciertos poderes. Las machis la usaban para hacer las sanaciones con el kultrún, se usaba siempre como distintivo y todo eso, una piedra especial con cierta energía propia.

Yo en mi taller seguía trabajando con mis piedras y un día aparece una geóloga de la Universidad Austral, no recuerdo el nombre, vino a hacer una revisión a mis piedras porque le gustaron. Estaba ella sola en mi taller cuando de repente me preguntó si tenía un imán y me dijo - Faumelisa, parece que esta piedra se llama magnetita – En ese momento me di cuenta del inmenso rescate que estaba haciendo sin saber. Hay historia dentro de mi cuerpo, de tuwün (origen) y de Kupalme (linaje), que son herencias ancestrales mapuche de sangre y de tierra, desde ahí parte todo.

Con la poesía pasa lo mismo, ahí me doy cuenta que finalmente todo lo que hago con mi voz y mis manos es poesía, todo va creciendo con mi yo interior y mis antepasados, que son presente y futuro…”

Faumelisa Febe Manquepillán Calfuleo nació un 4 de julio de 1960 en Puquiñe, comuna de Lanco, donde creció y tuvo una infancia feliz junto a los suyos. No conoció discriminación alguna, ser mapuche era natural, simplemente vivía y se relacionaba con su medio tal cual lo habían hecho sus antepasados siglo tras siglo. Pertenece a un linaje de ñempin por el lado de su abuelo materno, Francisco Calfuleo, dueños del territorio del LOF kilche mapu en wuaidif. Para el pueblo mapuche el ñempin es quien que se encargan de unir el mundo terrenal con el mundo espiritual.

A los 13 años tiene que ir al colegio público en Lanco a séptimo básico, ahí conoció la discriminación por primera vez, cuando alguien le grita – india trompa chueca! – Debido a las secuelas de una parálisis sufrida a tempranos dos años de edad “Fue algo muy duro, es como un palo que te dan y ahí se me viene toda una historia encima, recuerdo a mi abuelo, a mi familia y me digo, pero si no es malo ser mapuche, porqué me lo dicen con tanto desprecio. Y ahí es cuando recojo fortaleza para que a mis hermanos no les pase lo mismo que a mí.

Mi nombre era súper complicado, Faumelisa, me pesaba... Cuando uno es niña le pesa su nombre, sus rasgos, su apellido. A mí como mapuche me pesó mucho, aunque hay otra gente que va orgullosa, depende de cada uno. Yo sufrí harta discriminación siendo adolescente, pero algo me decía que tenía que darle honor al nombre y al apellido, en vez de hacer objeto de curiosidad o burla de mi nombre, tenía que hacer que florezca con tintes brillantes.

Faumelisa es una mezcla, viene de dos viejas locas. Una era mi abuela que se llamaba Fernanda Pucci Peña y tenía una amiga media alemana que le llamaban Faumelisa, pero yo no sé si le llamaba frau Melisa (Sra. Melisa en alemán) o Faumelisa, el caso es que me pusieron así por ella, pero yo creo que le llamaban la frau Melisa, por eso digo que mi abuela era media loca.”

A los 23 años se fue a vivir a Santiago, a trabajar de nana, con la pena de dejar un hijo solo, a su familia, su campo y árboles, sus piedras y animales. En la capital la discriminación aumenta, una sociedad desconocida para ella, competitiva, voraz de humo y cemento, carreras y caminos laberínticos tan antagónica al verde sur que la cobijaba.

Paseo Ahumada (extracto)

Era una mujer que cada semana
Iba del trabajo al paseo ahumada
Buscaba un sombrero entre las miradas
Para cobijarse porque se asustaba

En el barrio alto se le encontraba
Con un delantal vestida de nana
Con un niño rubio
Que a veces besaba

En el paseo ahumada
Siempre cabizbaja
Su mirada lejos se le observaba
Un ruego en la boca siempre entonaba
En el paseo Ahumada…

…Esta capital a veces contaba
En sus largas cartas que siempre enviaba
Entre fuego y humo me tienen atrapada
Ayúdenme a salir
Del paseo Ahumada

“Toda mi familia tiene su toque artístico, cuando estudiaba en Lanco mis hermanos participaban en los conjuntos folclóricos, unos cantaban otros tocaban la guitarra. Un día un profesor en Lanco me dice: -Ya Faumelisa, ven a tocar la guitarra- y yo le respondo, –No se tocar profesor– él se enojó tanto conmigo – Todos tus hermanos saben tocar la guitarra y tú no ¡¡qué te pasa que no sabes tocar la guitarra!!– (risas) me pasaba cada cosa… Yo en verdad no sé tocar la guitarra, la hago sonar con tres o cuatro notas y con eso hasta compongo canciones… pero eso lo aprendí de grande, cuando saqué canciones con el kultrún, ahí me vi obligada a hacerlo para complementar la poesía”

El trabajo artístico de Faumelisa ha estado en ella siempre. La inquietud por crear es intrínseca a su persona, en los buenos tiempos como en los malos la poesía brota de sus manos y boca. En el mundo tan particular de un artista es difícil establecer un comienzo formal de su trabajo, quizás el punto de inflexión lo marca la primera vez que el artista se expone al escrutinio de un público. Para la poeta este momento llegó en febrero de 1996, cuando participa de la Exposición de Artesanía y Creación de Literatura en la Tercera Muestra Cultural Mapuche de Lanco, con sus muñecas mapuche. Su representación de la mujer rápidamente se convirtió en una de las obras más requeridas por los asistentes lo que corroboró aquello que siempre supo, cultivar su arte y concretar su inspiración en obras era el sentido que debía tener todo su esfuerzo y energía.

“Comienzo ahí en Lumaco a hacer mi poesía, y cuando termino de recitar sentí que todos los árboles danzan alrededor mío y sentí muchos aplausos… y ahí comienza mi recorrido y no paré nunca más.

Después que probé la piedra comencé a trabajar la madera. La madera simplemente llega a la casa, por ejemplo, hubo una que un tío sacó del río y la trajo arrastrando con bueyes. Yo la limpié y la tuve como 5 meses, pensando que hacer con ella. Un día me decidí y me puse a limpiarla, mi papá me dijo que era un temo, cuando yo la trabajaba me dejaba las manos moraditas, ahí esculpí un tue tue, la cabeza con alas”

Con el paso del tiempo Faumelisa se ha consolidado como artista mapuche. Poeta, escultora, folclorista y dirigente, no sólo el Estado de Chile y la nación mapuche la reconocen como tal, sino en varias ocasiones a expuesto su trabajo en el país y el extranjero.

En octubre del 2001 viaja a participar de una exhibición de Artesanía y Cultura Mapuche, a Washington Estados Unidos, invitada por la Fundación Chol-Chol, Universidad de La Frontera y la Embajada de Chile.

En marzo del 2002 es premiada por la Municipalidad de Lanco, como “Mujer del Año” en el ámbito Indígena, en el marco de la ceremonia de conmemoración del día Internacional de la Mujer.

El año 2008 viaja invitada por la presidenta Michelle Bachelet Jeria, como parte de la comitiva a participar del 63º periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, realizada en Nueva York.

En julio del 2011 es invitada por la Revista Prometeo al XXI festival de Poesía en Medellín Colombia.

Posteriormente, en agosto del 2014 vuelve a ser invitada a Colombia a participar al 2° encuentro de poesía “Viaje al país de las nubes” en la ruta del café. A lo anterior se suman múltiples exposiciones y talleres interculturales que dan consecuencia a su discurso.

“Fui a Colombia a fines de agosto y comienzos de septiembre. Llevé mi plata para comprar café era lo que más quería. Cuando llegué a Bogotá cambié poca plata pensando que como está la cosa tan globalizada podía cambiar más en Cali. Cuando Llegue a Cali y no había plata así que me tuve que ir así no más. Tomé un taxi del aeropuerto a la ciudad y me salió cerca de 20 mil pesos (chilenos), así se me fue acabando la plata en puros pasajes y no podía comprar café.

La cosa es que llevé una pipa y varias piedras colgantes, entonces no hallaba que hacer. De pronto me puse a hacer un masaje a una mujer que andaba con dolor y le conté que mi piedra era así y asá, que sacaba el dolor que tenía energía y así terminé de hacerle el masaje. Cuando termino, al rato me dijo – Faumelisa véndeme cuatro piedras, se me pasó todo el dolor –va y le cuenta a otra, y esa otra que también andaba con dolores me dice,- Faumelisa me dijeron que tú me podías hacer un masaje, por favor hazme un masaje que lo necesito y véndeme una piedra – al rato volvió y me compró otra piedra… así fui haciendo masaje por masaje, vendiendo hartas piedras, junté mi plata y compré harto café (risas).

Lo más lindo es que cuando me voy yendo de Armenia, me despiden y me dicen, la poeta sanadora, así que me vine con otro oficio…

Así se me van dando las cosas a mí, de forma natural. Donde tiene que nacer, nace"

Por Juan A. Parra
Apoyo Profesional UPO, Los Ríos
Consejo Regional de Cultura y las Artes

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