Notas de un embajador de Stalin

Podemos imaginar la alegría del historiador Gabriel Gorodetsky, cuando pudo acceder a las 1500 páginas de notas manuscritas redactadas por Ivan Maisky, embajador de la Unión Soviética en Londres, de 1932 a 1943. Todo contribuía a la excepcionalidad del documento: la importancia de la misión diplomática de Maisky, que se inició cuando la probable llegada al poder de Hitler anunciaba la guerra en Europa; el contexto soviético, marcado por purgas que diezmarían el cuerpo de oficiales y diplomáticos; y finalmente, la figura del embajador: hombre de cultura y carácter, este militante revolucionario no dudaba en dedicar tiempo a redactar una obra en verso.

Al principio, en 1932, Moscú espera que Maisky se conduzca como “un diplomático más cabal y un comunista menos ferviente” que su predecesor. De hecho, jugará un rol protagónico en la tragedia que se está urdiendo en Europa, sugiriendo ideas y proyectos diplomáticos a sus interlocutores británicos, para poder luego atribuírselos, cuando los transmite a Moscú... Multiplicando sus contactos, que incluyen a la familia real y los círculos financieros, Maisky espera disipar la desconfianza entre ambas capitales, que sospechan mutuamente la intención de precipitar a la otra en un conflicto con Alemania. La escena referente a la “escandalosa” complicidad que se entabla el 16 de noviembre de 1937 entre Winston Churchill y el embajador de la U.R.S.S., recuerda bastante, por contraste, que la decisión del Establishment británico es entonces claramente favorable a Alemania. Al año siguiente, los acuerdos de Munich, adoptados en una conferencia europea a la que ni siquiera fue invitada la Unión Soviética, parecerán confirmar las sospechas de Moscú sobre este punto. De ahí que se produzca el cambio de rumbo estratégico de Moscú y el mazazo del pacto germano-soviético...