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Ochenta años para volver al útero del pueblo. Por Marco Silva Cornejo

Llueve por las tardes colores de utopías, amanece mas rojo que siempre el latido de nuestro canto, la memoria de los nombres y los rostros transita en la deriva que acumula la fuerza y la mirada proyectada al tiempo, enraizada en la historia, magma inagotable de tradición obrera y proletaria.

Transita en los causes de los 80 años de historia una fonética militante y miliciana en los orígenes con el sabor seco de las minerales gestas. Volcada al trabajo de masas y al combate electoral en los años posteriores. Aglutinada en la correlación de fuerzas para ser gobierno en los 70 cuando septiembre se bautizo de Allende.

Los años posteriores representaron fracturas y tensiones, brutales desaciertos, la dignidad de un puñado de valientes en la zona sur de Santiago se vistió de Comandantes y los compas se volvieron milicos en la población de mi infancia, con la gallarda valentía de la resistencia en lo que se llamaba Milicia Popular Allendista. Asi convergía agitación y propaganda armada con recuperos y autodefensa del perímetro y el pasaje.

Al finalizar los 80 Arrate viro a la derecha junto a Núñez y otros tantos, se reunificaron los sentidos, los almejas federados dejaron el PAIS y las tradición del Movimiento Democrático Popular, para iniciar la pactada y tutelada transición.

La crisis estalla, se multiplica el desconcierto, la renovación se expande como un virus de inusitada prevalencia, el poder se transforma en un suero, Marx y Lenin al guarda ropa del abuelo, la mesa socialista se transforma en otro gourmet del neoliberalismo, la utopía se abandona, para instalar en su defecto el argumento de que todo se hace: en la medida de lo posible.

80 años para sostener con más fuerza nunca que reivindicamos el socialismo como única forma de organización social, política y económica. 80 años y volver a mirar a los nuestros, esos que extraviamos en la administración de un sueño ajeno. 80 años para que nuevamente estudiantes y pobladores organizados nos hagan estallar lo evidente que dejamos de ver en la comodidad complaciente que nos dejo el despacho de palacio.

Así estamos pues, con la necesidad de avanzar caminando para atrás, volver al origen, volver al útero del pueblo, desempolvar con la convicción intacta la defensa de la patria socialista y popular. Con la necesidad urgente de escuchar e interpretar el descontento de una masa que ha dicho basta.

La contingencia reclama alimentada por la porfiada memoria el regreso de los sabores primeros, el retorno de las proletarias melodías, la reconversión de tanto funcionario en militante fresco y dispuesto. La contingencia reclama un Partido Socialista con memoria histórica, con trinchera definida, con vocación real de socialismo.

Marco Silva Cornejo Mg. Ciencias Sociales Aplicadas UFRO

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