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Oíd, Te Deum laudamus por Juan G. Ayala

Diego de Silva y Velázquez retiene en un gran óleo la rendición de la ciudad de Breda, los católicos españoles vencen a los protestantes en 1625, la llegada de la noticia a Madrid es motivo para que en todas las iglesias de la capital se cante el Te Deum. Ese canto litúrgico de acción de gracias, fue en aquella oportunidad un hecho político, la misma condición que ha tenido en nuestro país, desde hace 200 años.

Durante la dictadura militar fue caja de resonancia y altoparlante, tiempo cuando “la Iglesia hablaba por los sin voz”. También fue espacio de unión y vitrina de la gestión del Estado, como cuando el presidente Allende solicitara al cardenal Siva Henríquez que el oficio fuera ecuménico. El presidente Pinochet no se quedó en zaga, y estrenó el Te Deum evangélico. Relevantes fueron los que presidió el cardenal Francisco Fresno, cuando en pleno periodo de protestas, con resultado de muerte de pobladores y soldados, apelara a Pinochet; haciendo una pausa de silencio y mirándolo a los ojos le dijera, “hago un llamado a tí hermano presidente”. El mismo purpurado había sentado frente a la Junta de Gobierno a los líderes de la Alianza por la Democracia. Eran los conflictivos ochenta.

Hoy en 2012 de no escucharse los llamamientos episcopales, estos pueden convertirse en peligrosos clamores ahogados, o en arengas de líderes populistas, o en llantos de impotencia popular. Los epíscopes evangélicos y católicos, solo recogen desde la sensibilidad social el ruido urbano. Ayer fueron las protestas, hoy llevan a la gente de la calle al templo, quieren que los líderes escuchen, ejercen la función de padres e hijos. Recordemos que las madres nos enseñan a hablar, nosotros debemos aprender a escuchar, y para ello es imprescindible aprender a callar, y eso es lo que más cuesta al político. Adiestrado en el manejo del discurso, a dirigir multitudes, se escucha a si mismo, ello lo comprobamos otra vez cuando protocolarmente aceptan de buena manera el llamado episcopal, pero en el intertexto se lee que no han oído nada. ¿Habrá una reacción verdaderamente correctiva ante la sentencia de monseñor Ezzati?: “hablar de justicia y equidad cuando se exaltan sin límites las ganancias, hablar de gratuidad cuando se entroniza el lucro y la usura, parecen frases ingenuas y utópicas”; solo cuando se adecuen deseo y realidad TODOS podremos entonar tedeum laudamus.

Juan G. Ayala. Profesor Departamento de Estudios Humanísticos, Universidad Técnica Federico Santa María

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