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Piñera y su xenofobia disfrazada. Por Humberto Palma

El ex Presidente Piñera se ha vuelto personaje representativo del político desprolijo en sus dichos y en sus actos, incluso figura verborreica y jocosa. En este sentido podemos perdonarle que confunda a Adán con Abel, y que luego “les pida perdón" a través de los medios; que piense que en Juan Fernández haya vivido Robinson Crusoe, como personaje histórico; que diese por muerto a Nicanor Parra; o que usase el “papelito de los 33” hasta el hartazgo, provocando con ello vergüenza ajena no solo en quienes fuimos testigo de esa política ficción, sino hasta en su propia mujer. Todo ello forma parte de lo que la prensa más irreverente y menos ortodoxa ha dado en llamar “Piñericosas”, calificativo que de suyo otorga a Don Sebastián un sitial de privilegio en el escenario de la bufonería política. Pero lo que no podemos celebrar, ni pasar por alto como una piñericosa más, son sus últimos dichos sobre el reciente fenómeno de migración en Chile. Y explicamos por qué.

Sabido es que relacionar palabras o conceptos con situaciones negativas o socialmente estigmatizadas, provoca que esas palabras en cuestión se tiñan de una negatividad semántica que de suyo no tienen. Es el mecanismo más recurrido para levantar un tabú o demonizar una realidad. Y funciona muy bien, porque la relación la establecemos a nivel de las emociones más básicas del ser humano, tales como: miedo, vergüenza, rechazo, odio, protección, supervivencia o apego.

Es lo que en su momento pasó, por ejemplo con las palabras sexo o sida. Por siglos, sexo y sexualidad fueron asumidos como sinónimos de impureza y pecado; y en un pasado más reciente, el sida como la enfermedad de los homosexuales.

Ahora bien, cuando los conceptos ya cargados de un sentido negativo pasan a las personas, nos encontramos ante lo que Zigmunt Bauman llama “asesinato categorial”. El asesinato categorial consiste en encasillar a un grupo de personas bajo una categoría, que ha sido previamente demonizada gracias al trabajo de asociación de conceptos y emociones negativas. Bastará entonces decir que tal sujeto o determinas personas pertenece a esa categoría, para que ya estén condenadas a llevar “la letra escarlata”, es decir, a ser socialmente estigmatizadas.

Es lo que está haciendo el ex Presidente Piñera al manejar nuestros miedos al narcotráfico, a la delincuencia y robos, entre otros, para asociarlos al concepto “migrante”. Hecha la asociación, las personas que le presten oído van entendiendo que los migrantes son peligrosos, porque traen con ellos todos estos males sociales. Pero ¿qué migrantes? Aquí viene ahora el asesinato categorial. El mismo Piñera ha dejado en claro que no se trata de las colonias de alemanes, italianos, españoles, ingleses…, en su listado llegó hasta los peruanos. Esos no. Los migrantes son los otros: haitianos, colombianos, dominicanos, venezolanos, mexicanos. Y entre ellos principalmente los afrodescendientes. Estos caben bajo esa sospechosa categoría de “migrantes”. Son quienes han llegado en los movimientos migratorios de última hora, y ante ellos Piñera quiere legislar.

Pero lo que en realidad anhela no es mejorar nuestra precaria ley de migraciones, sino, al igual que Trump, defender al país de esta oleada de gente peligrosa para nuestra institucionalidad, y de este modo aparecer como el héroe salvador de su pueblo. Las intenciones pueden ser muy buenas, pero lo que aquí hay es una xenofobia disfrazada de civismo, en un sujeto que pretende manejar los miedos de la población para hacer ver como razonable algo que la propia razón contradice en los hechos y en los datos.

Si Piñera se diese el tiempo para indagar en los datos del Ministerio del Interior y de la Policía de Investigaciones, así como también para saber de la experiencia de quienes trabajamos con los extranjeros llegados a nuestro país, sabría que lo que está haciendo con sus dichos sobre los migrantes no es si no otra de sus “piñericosas”, claro que esta vez de pésimo gusto porque alienta los rancios nacionalismos, que hoy parecen estar de vuelta en la escena mundial.

En realidad dudo que Piñera haga una tal indagación e introspección, pues sostener un tabú o estigma social exige cultivar e intentar difundir la ignorancia en que se fundamenta, y esto sí que lo hace bien el ex Presidente, sin disfraces y con total prolijidad.

P. Humberto Palma Orellana
Asesor Diocesano Pastoral Migrantes

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