Redes de protección y complicidades criminales

El procesamiento como cómplice de quince crímenes ocurridos en octubre de 1973 y el breve arresto en un regimiento de Santiago del ex jefe del Ejército, general retirado Juan Emilio Cheyre, es uno de los hechos más significativos de la justicia chilena reciente, que de alguna manera va en sentido contrario de los intentos políticos y castrenses por cerrar estos asuntos pendientes y afianzar el estado de impunidad que cubre a la mayoría de los crímenes y a criminales de la dictadura cívico-militar.

La acumulación de pruebas de la participación de Cheyre en los asesinatos ocurridos en el regimiento “Arica” de La Serena cuando pasó por apenas tres horas la llamada Caravana de la muerte comandada por el fallecido general Sergio Arellano Stark, es abrumadora y decisiva para el juez que lo procesó y puso bajo arresto por algunos días. Cheyre estaba en el lugar de los crímenes, supo de ellos cuando se estaban ejecutando, era el ayudante del jefe del regimiento y, además, era el encargado interino del Servicio de Inteligencia Militar de esa unidad, en ese momento. Era imposible que no supiera de los asesinatos. Hay testigos que lo fijan a los lugares claves de la masacre y otros que incluso han declarado que leyó la lista de las víctimas para ser llevadas al paredón.