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Religiosidad popular: Identidad y tesoro del pueblo sencillo. Por Juan Pablo Espinosa

1.0 Preliminares

Esta semana que estamos comenzando como Iglesia Católica chilena daremos comienzo a la tradicional celebración del Mes de María (08/11-08/12). Ésta celebración es una de las más arraigadas en la llamada religiosidad popular, experiencia de fe propia del pueblo sencillo. El propósito de estas líneas es acercarnos conceptual y vivencialmente a lo que constituye la religiosidad popular desde dos parámetros de comprensión, a saber, la identidad y el que ésta constituya un tesoro que cuida y celebra el pueblo sencillo.

2.0 ¿Qué es la Religiosidad Popular?

El lugar desde el cual realizamos nuestra reflexión es el contexto latinoamericano, el cual posee como nota constitutiva una experiencia de fe nacida de las luchas cotidianas por medio de las cuales pueden leer el Evangelio en clave popular. Será la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) reunida el año 1979 en México la que definirá conceptualmente esto de ‘religión del pueblo’, ‘religiosidad popular’ o ‘piedad popular’. Ellas “son el conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes básicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan. Se trata de la forma o de la existencia cultural que la religión adopta en un pueblo determinado. La religión del pueblo latinoamericano, en su forma cultural más característica es expresión de la fe católica. Es un catolicismo popular” (Documento de Puebla n°444).

La experiencia de la religiosidad popular es vivida preferentemente por los pobres y sencillos, pero de igual manera abarca todos los sectores sociales. Es una vivencia de fe que asume mucho lo corporal, de los sentimientos, de la sabiduría cotidiana. Se manifiesta en devociones, idas a santuarios y templos, asumir la peregrinación como símbolo del caminar humano, mandas, cantos y celebraciones comunitarias. Junto con ello presenta algunos desafíos, como por ejemplo el purificarla de manifestaciones que van por caminos distintos al Evangelio o la tradición de la Iglesia, el sentido de la formación de esos mismos cristianos, entre otras. Entre una de éstas manifestaciones populares se encuentra el Mes de María.

3.0 El lugar del Mes de María en la Religiosidad Popular

La celebración de un Mes dedicado a María en Chile tiene como origen aparente en el siglo XIX en Santiago, específicamente en el Seminario Pontificio Mayor cuando el sacerdote José Joaquín Larraín Gandarillas invitaba a los seminaristas a repetir ésta tradición venida de Europa. El propósito fue prepararse espiritualmente para la celebración del anuncio del Dogma de la Inmaculada Concepción de María del año 1854, específicamente el día 08 de Diciembre. Ese es el por qué del ‘mes’.

Algunas de las expresiones más clásicas de este Mes son los cantos populares, como el “Venid y vamos todos con flores a María que Madre nuestra es”, que tradicionalmente se canta al inicio de las celebraciones comunitarias del Mes o al final de las Eucaristías durante éstos treinta días. Los cantos evocan el sentido de la Historia de la Salvación en la cual María es partícipe además de solicitar la compañía de la Madre en el caminar del Pueblo de Dios, la Iglesia. Tenemos oraciones tradicionales como la de Inicio y Final del Mes de María, el Rosario que con razón es llamado “la oración de los sencillos”, ya que es una oración de fácil meditación ya que se basa en Padre Nuestro, Ave Marías y Glorias. Además es una bella síntesis de los principales acontecimientos tanto de Jesús como de aquellos en los cuales María está presente junto a Jesús y la Iglesia.

4.0 Desafío de la identidad

La identidad ha sido un concepto muy estudiado en las últimas décadas. Ella expresa una experiencia colectiva que permite que un determinado grupo humano se pueda diferenciar de otros y buscar en la identidad una carta de ciudadanía. Carolina Merino sostiene que la Religiosidad Popular como búsqueda de identidad y de tesoro propio del pueblo sencillo, posee seis características que queremos presentar sintéticamente:

a) Sentido comunitario, es decir, favorece el encuentro entre la familia, la comunidad parroquial, la capilla de población, la comunidad educativa o universitaria, los presos en las cárceles, los enfermos de los hospitales, etc. Nos reunimos cada Mes de María a una hora determinada y en un lugar convenido para orar, cantar y leer nuestra vida desde la vida y la fe de la Madre de Dios.

b) Lazo con la tradición y la patria, ya que son determinados lugares de devoción que históricamente han recibido a los peregrinos que buscan ese favor especial por esa necesidad que ofrecen a Dios por medio de María. La música chilena campesina y de otras manifestaciones del folclore siempre ha estado presente junto a la comida y la fiesta.

c) Identificación con el lugar, lo cual expresa que determinada imagen o advocación mariana (nombre que recibe la Virgen por el lugar dónde se apareció o por el misterio de fe que representa) es propia de la constitución del lugar y pertenece a la identidad del pueblo.

d) Sentido festivo, el cual nos dice que una de las características propias de la fe latinoamericana es el paso obligado de la Mesa Eucarística y litúrgica a la mesa de la comida familiar. En la mesa común se recrea aquellas tradiciones constituyentes de lo que somos. e) Reencuentro familiar, muy ligado a lo anterior. Se actualiza la vida en el encuentro con otros y en ellos con Dios y María.

f) La manda, es quizás el signo más propio de la celebración del Mes de María. Los peregrinos llegan a los santuarios y lugares de culto por aquella promesa que hicieron a la “mamita Virgen”. Es necesario ir purificando ésta y las demás características.

5.0 Primavera en la Iglesia

El Mes de María coincide con el tiempo de primavera en Chile, y los cantos y oraciones se encargan de imaginar la fe como flores que florecen como signos de la fe, la esperanza o el amor. María nos invita justamente a vivir una verdadera primavera eclesial, una renovación tanto interior como de la vivencia en comunidad. El pueblo sencillo con sus formas propias de creencias tienen mucho que enseñarnos. Con esto la Religiosidad Popular es así llamada la “teología de los pobres”.

Referencias

CELAM, “Documento de Puebla”, en Episcopado Latinoamericano Conferencias Generales, San Pablo, Chile, 1993.

MERINO CAROLINA, “Religiosidad popular en la región del Maule: Un soporte de nuestra identidad”, en Revista UC Maule, Diciembre 2007, n°27, pp. 29-35.

Juan Pablo Espinosa Arce
Licenciado en Educación (UC del Maule) Profesor de Religión y Filosofía @juanpirancagua Rancagua, sábado 01 de Noviembre 2014

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