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SENAME: Cuando la vulneración de derechos queda subordinada a la lógica de licitaciones y los niños y niñas terminan constituyendo un mercado. Por Marco Silva Cornejo

Ana Rodriguez bondad educadora y transformadora hacia la Infancia.

La crónica de los días y las horas parece solo agregar tragedias al monocorde relato del Servicio Nacional de Menores. Desde los años 90 los gobiernos transicionales en su afán de profundizar las promesas de bienestar del neoliberalismo, reprodujeron las lógicas de la economía al campo de la acción psicosocial en un conjunto de áreas de alta sensibilidad. Uno de ellos fue el SENAME, organismo que contrajo su capacidad real y externalizó bajo un sistema de licitaciones más de dos tercios de su quehacer.

Los riesgos explícitos de asumir problemáticas psicosociales como dinámicas de mercado están cobrando una de sus consecuencias más dramáticas. El SENAME ha visto reducido su campo de acción directa desde la jibarización de sus procesos y su planta histórica, la que además ha visto precarizado su trabajo tanto en formas contractuales como remuneracionales. Tercerizando a organismos colaboradores externos que compiten en lo que puede constituirse como un mercado psicosocial las diferentes líneas de intervención tanto en las áreas de Protección de Derechos como de Justicia Juvenil. La decisión de externalizar las diferentes problemáticas de la infancia tiene un efecto directo sobre la comprensión y sentidos más profundos desde donde se construye el significado social de infancia para quienes trabajan en este campo temático, pues la determina como mercancía en tanto es objeto de un mercado de licitaciones para su abordaje y tratamiento.

La herencia de los gobiernos transicionales se resquebraja como su promesa de democracia en la medida de lo posible. Una institución que licita las problemáticas de niños y niñas y que precariza sistemáticamente las condiciones der quienes trabajan en ella, no puede esperar otra cosa a que el efecto a largo plazo sea el que observamos: trabajadores descontentos, instituciones que lucran e invisibilizan a los niños y niñas, pero lo más dramático es que los protagonistas quedan desplazados del sentido fundante de la política de derechos y terminan siendo cosificados como la capitación en tanto mercancía de un mercado en pugna por grandes instituciones colaboradoras que se han venido transformando buenos centros de comercio y empleabilidad.

Se requiere avanzar con urgencia en la reposición del protagonismo, responsabilidad y dependencia del estado de estas formas de protección y garantía social para nuestra infancia. No es posible que los mercados regulen el bienestar de nuestros niños y niñas. Se debe de manera complementaria reencantar a una comunidad de trabajadores y trabajadoras altamente desgastados e institucionalizados en la precarización permanente, siendo portadores estos de procesos de frustración y desesperanza, por lo que hace urgente invertir no solo en infraestructura y condiciones objetivas para el bienestar de nuestros niños y niñas, sino que resulta urgente canalizar recursos en para el reencantamiento y la dignificación del personal de trato directo y de los diferentes estamentos profesionales y no profesionales de esta institucionalidad.

Los desafíos de las próximas administraciones estará determinado por la dualidad decisional de asumir la condición de la infancia como mercado y continuar con esta lógica de licitaciones que tanto dolor, desencanto y vulneraciones nos ha dejado como herencia de la transicional promesa de la concertación. O avanzar en la lógica de entender que los derechos son inalienables y por tanto el estado debe asumir y garantizar no importando el costo asociado al fenómeno.

La dimensión histórica, ética y de futuro desde la que nos interpela la mirada de la infancia vulnerada no puede pasar inadvertida. Es tiempo de seguir avanzando en una matriz de política pública transformacional, que relegue al mercado a los nichos propios de la economía y lo exilie para siempre de la vida de los niños y niñas pues la infancia jamás será condición de mercancía.

Marco Silva Cornejo
Mg. En Ciencias Sociales Aplicadas.

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