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Sobre los dispositivos de reproducción económico y cultural en la nueva era de la esclavitud. Por Marco Silva Cornejo.

Desde ya antiguas lunas Marx nos invitaba a observar como los modos de producción determinan las formas de relación social en las sociedades nacidas bajo los albores del capitalismo industrial. Hace 167 años, desde la tribuna de la liga de los Justos, Marx y Engels nos dieron las señales primeras que nos permitieron comprender y explicar cómo el entramado histórico de la lucha de clases hacia prever que la deriva de la historia del hombre estaría determinada por los pulsos en las transformaciones económicas y la generación de los diferentes modos de producción. Todo ello en directa relación con el desarrollo de dos agentes complementarios de alta relevancia; conocimiento y tecnologías.

En términos marxistas, los modos de vida, determinados en el campo (Bourdieu, 2007) por los modos productivos, el conocimiento y acceso a las tecnología tecnologías. Configuran una matriz cultural en donde las mercancías y su flujo determinan en gran medida la actividad de hombre. Todo ello en un marco de lo valórico desdibujado por el hedonismo propio de las sociedad capitalistas modernas y el culto a la competencia como máxima de la medida del éxito de aquello que reconocemos como “humano”. El desarrollo del capitalismo y sus diferentes fases de implementación; industrialización y flexibilización (Sandoval 2003) han posibilitado un tránsito de desplazamiento de la hegemonía de lo político a la hegemonía de lo económico, gobernando desde este sistema (económico) todos los campos de la actividad humana.

La acción hegemónica de la economía en la era neoliberal se ve agudizada en el contexto de un mundo globalizado gracias al desarrollo de la tecnología y a los avances de los saberes disciplinares en las diferentes áreas de conocimiento humano. Se suma como condición de esto, el vértigo y la velocidad que la propia dinámica económica impone al flujo de mercancías, garantizando de esta manera la dinámica del consumo voraz e insaciable y la generación de dispositivos tecnológicos de servicio que se superan a si mismos de manera vertiginosa como el onírico relato de una tautología sin regulación, freno ni pausa.

El neoliberalismo ha logrado subordinar lo político a lo económico, ha logrado desplazar desde las tecnologías todos los dispositivos de comunicación, información e interacción social (redes sociales). La híper-especialización del conocimiento ha tenido un efecto de alienación de la ciencia construyendo en algunas áreas de las ciencias nano-saberes de alta especialización y complejidad los que de manera dialéctica, se disponen al servicio y utilización de las tecnologías, transformadas a estas alturas en mercancías reproductoras de realidad.

El neoliberalismo y su desarrollo, ha logrado hacer del saber tecnológico una subjetividad que se incrusta en la matriz cultural de nuestras sociedades, otorgándole de esta manera un valor ideológico, instituyente y hegemónico a los dispositivos propios en tanto mercancías que construyen la era del consumo y el endeudamiento. Subordinando de esta manera, las existencias a las formas de esclavitud descritas, todo ello en un marco de vigilancia y control permanente por parte de los sistemas informáticos y la masificación de las cámaras de vigilancia en los lugares abiertos y comunitarios

La nueva era de la esclavitud, está constituida por el campo que dibuja el endeudamiento con el sistema financiero como forma de vida, la dependencia al crédito y la vida pactada en cuotas incluso más allá de la propia existencia. La dependencia informacional y relacional a las tecnologías móviles y estáticas como la prolongación vigilada de una existencia y una alteridad virtualizada. El abandono del universalismo renacentista y el iluminismo vanguardita moderno por el desconcierto y la deconstrucción de las certezas, en oposición al sujeto moderno, el neoliberalismo apuesta por la construcción de un individuo – consumidor, desprovisto del tejido social de pertenencia, mediatizado y conectado desde los dispositivos tecnológicos de manera permanente a la matriz de desarrollo financiero que garantiza el flujo eterno de las mercancías promoviendo la promesa del bienestar a partir del consumo sin freno, en medio de un marco institucional y democrático que proyecta en el telón de fondo un espectáculo de falsa libertad.

Marco Silva Cornejo.
Mg. En ciencias Sociales Aplicadas UFRO
© Mg. Ps. Comunitaria UFRO.

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