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Sociedad chilena: Zombis en el Mall. Por Mauricio González

El 27 de septiembre del 2014, la Comisión del Trabajo de la cámara de Diputados de Chile, aprobó el proyecto de ley que busca cerrar el comercio los domingos a las 17 hrs. El diputado Gabriel Boric señaló estar de acuerdo con la iniciativa, mientras que personas ligadas a la derecha, representantes de Supermercados y otros sectores empresariales, señalaron esta medida como contraproducente si se quiere reactivar nuestra alicaída economía “Nos preocupa que se esté legislando en la dirección contraria al objetivo común de recuperar el dinamismo de nuestra economía”[1]

La economía es una disciplina que estudia la extracción, producción, intercambio, distribución, consumo de bienes y servicios. Según lo que se desprende del sistema democrático, la legislación son un conjunto de leyes que rigen la relaciones de la personas que viven en un Estado, según Hans Kelsen la legislación es "En sentido específico, legislación significa establecimiento de normas jurídicas generales, cualquiera que sea el órgano que lo realice". En Chile los legisladores son senadores y diputados, estos son elegidos de manera democrática, a través del sufragio. La idea fuerza de los legisladores es construir marcos normativos para defender a sus electores, por ende no debe responder a una ciencia como la economía o a grupos de presión. El problema es entregarle la potestad de la reactivación económica a los centros comerciales, no creo que influya mucho si un centro comercial que comúnmente cierra un domingo a las 22 horas, lo haga un domingo a las 17 horas, porque la gente comprará igual. El problema es la dependencia y lo necesario que se han convertido hoy los centros comerciales.

En 1978, en pleno periodo de Guerra Fría, auge de la música disco y consumo de cocaína George Romero estrenó “El amanecer de los muertos vivientes”. La película se basa en la figura de los zombi, provenientes del vudú. Un zombi es una persona muerta que vuelve a la vida con una urgente necesidad de consumir carne, pero no cualquier carne, sino carne humana. El apetito de un zombi es incombustible, por ende el consumo de carne sería innecesario objetivamente. El problema es que el zombi no lo sabe y solo se deja llevar por una necesidad, el zombi a muerto y ha sido revivido, pero sin la conciencia, alma o espíritu.

La cinta de Romero muestra a los protagonistas aterrizando sobre un centro comercial, que deciden convertir en su refugio, bloqueando las grandes puertas de cristal con camiones para mantener a los muertos afuera. Después de despejar el centro comercial de los zombis, los protagonistas se emplazan en el interior, cada uno cediendo a sus propias ambiciones materiales. El tiempo transcurre, los muertos se aglomeran en las entradas y la sociedad tras las puertas del centro comercial continúa derrumbándose. Cuando la novedad de su utopía materialista se desvanece, los personajes comienzan a darse cuenta de que su refugio se ha convertido en su prisión.

Más claro imposible, el sistema económico nos ha transformado en simples consumidores, ya no sólo de bines y servicios, sino también de ideas como la democracia, libertad, justicia y religión entre otras. Para Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo y ensayista polaco “Lo que diferencia a los miembros de la sociedad de consumo de sus antepasados es la emancipación del consumo de la antigua instrumentalidad que solía marcar sus límites: la desaparición de las normas y la nueva plasticidad de las necesidades que liberan al consumo de trabas funcionales y lo exoneran de la necesidad de justificarse en otros términos que su capacidad de reportar placer”[2]. Entregados a pulsiones básicas, búsqueda de la satisfacción inmediata con un cierto aire a pornografía.

El consumo corre libre por la sociedad capitalista. El consumo se basa en la explotación del deseo. Arthur Schopenhauer, describía al ser humano como una máquina de desear, por ende: La satisfacción del deseo es una ilusión, ya que la satisfacción, generará de manera inmediata un nuevo deseo. La perversión del modelo viene dada por la explotación del deseo. Sabemos que todos los seres humanos deseamos y que este deseo no podrá ser nunca satisfecho, por ende el ser humano se ve preso de un sistema autopoietico (Maturana). Así podemos asociar a los zombis de Romero como consumidores de carne, dotados de un apetito insaciable y generadores a través de su mordida de nuevos zombis como un sistema que crea y recrea de manera constante.

El proyecto de ley que busca cerrar el comercio los domingos a las 17 hrs, en mi opinión no afectaría en nada a nuestra economía, porque el consumo es señal de existencia “consumir es una operación cotidiana e imprescindible que está ligada a la reproducción material pero también espiritual (cognitiva, emocional y sensorial) de los individuos. Es un acto ordinario ligado al desarrollo vital y es el objetivo de ese intercambio incesante de los hombres con la naturaleza que llamamos trabajo”[3]. El debate que genero este proyecto de ley, no es más que otro de los simulacros (Baudrillard) democráticos de la posmodernidad. Cualquier idea de cambio morirá con el próximo clásico de fútbol, con un nuevo SALE o crédito de consumo.

[1] El Dínamo http://www.eldinamo.cl/2014/09/26/5-frases-que-explican-la-polemica-por-el-cierre-de-los-malls-a-las-17-horas/

[2] Bauman, Zigmunt. “La Sociedad sitiada”. Buenos Aires, Argentina. Editorial Fondo de Cultura Económica. 2008.

[3] Moulian Tomás. “El consumo me consume” Primera edición1998. Editorial LOM Santiago de Chile. Pág. 9

Mauricio González Seguel.
Periodista Universidad ARCIS Diplomado en comunicación interna U.Mayor
twitter:@gmauricio554.

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