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Un homenaje a los héroes olvidados: Raúl Pellegrin. Por Enrique Villanueva

En un par de días mas se celebran elecciones municipales en Chile, por lo que hablar de “cosas del pasado” puede resultar un tema poco atractivo, las preocupaciones y los discursos están dirigidos a la lucha electoral desplegando ( los candidatos) grandes esfuerzos por ganarse la simpatía de la gente, unos buscando alargar los periodos en las instancias del poder del estado y otros preocupados por derrotar a los adversarios. Es la hora de las promesas de los bonos económicos y de las buenas palabras, se expresan en menor grado ( en esta oportunidad ) las propuestas y los programas políticos, en fin es una situación ante lo cual los chilenos nos corresponde expresar nuestras preferencias, acuerdos y diferencias.

Coincide con estos días un hecho que es imposible de pasar por alto, una fecha que nos trae a la memoria olvidadiza, a todos aquellos quienes en el pasado lucharon y entregaron sus vidas por alcanzar esta democracia que hoy vivimos y disfrutamos. Ellos y ellas se merecen nuestro recuerdo y que compartamos con nuestros hijos, amigos o al menos en el silencio de nuestras reflexiones, un homenaje a su valentía y consecuencia.

El 28 de Octubre de 1988 murió asesinado, junto a Cecilia Magni, Raúl Pellegrin el Comandante José Miguel Jefe del FPMR, catorce años antes, cayo combatiendo Miguel Henríquez, el 5 de Octubre de 1974 y recién en el mes de Septiembre pasado, después de 36 años fueron sepultados tres dirigentes comunistas asesinados y desaparecidos por la dictadura de Augusto Pinochet.

En Raúl quiero personificar este homenaje recordándole, como a todas las victimas de la dictadura, el es uno de esos revolucionarios que como muchos otros representó en su pensamiento y en su hacer, el sueño de una democracia distinta, que fuera la base de construcción de un chile libre, mas justo, dueño de sus riquezas y su destino. Luchando día a día en contra del terrorismo de estado, soñamos con una democracia distinta a la que opera para beneficio de los dueños del poder económico y de políticos alejados de los intereses de las mayorías.

El 21 de Octubre de 1988 Raúl tomo la decisión de ir a una misión que le costo la vida, porque estuvo convencido que en ese momento histórico era necesario hacer sentir una posición distinta, interpretando el sentir de una parte importante del pueblo chileno de no claudicar ante el tirano, un contexto en el cual las cosas no estaban claras y la opción mas probable era el fraude electoral. El sabia que en esos momentos se iniciaba en nuestro país un camino peligroso, que era ajeno a la cultura de lucha de los chilenos, el de los acuerdos entre cuatro paredes, que desde ese entonces dejó de lado al principal actor de la lucha política y social, al pueblo.

Ni la discusión que pretendía impedir que el en persona asumiera ese riesgo ni la certeza de su papel determinante al frente de la organización impidió su partida, en sus palabras y en sus actitudes no había una sola duda de lo que haría, convencido y consecuente con su forma de pensar. Fue un momento impresionante, en sus ojos leía su decisión e intenciones mientras explicaba, mirando hacia el futuro, que estábamos frente al inicio de un proceso de negociaciones politicas que iba a retardar todo y que haría las cosas mas difíciles a los chilenos.

Allí dijo unas palabras que con el paso de los años cobran más y mas validez, con la tranquilidad que le caracterizó siempre ; “Lo que nunca debemos olvidar es nuestro compromiso con Chile, aunque nos cueste la vida. Nacimos en los años de una lucha generalizada por la libertad de nuestro pueblo, hemos sido testigos de algo inolvidable, que en las protestas, en la pelea callejera, con los apagones, peleándole de frente al tirano ya se empezó a construir la democracia”.

Y asi fue como, consecuente con sus palabras encabezó la incursión a los Queñes, con el objetivo de dejar en alto y no arriar las banderas de la reserva moral de la cual fuimos parte, dejando la huella que hoy, expresada de forma distinta, se refleja en la rebeldía de una juventud que no se resigna a vivir en un país de dos caras, uno de los mas desiguales e injustos del mundo.

Con sus errores y virtudes, Raúl fue un hombre grande, su ejemplo es parte de la herencia de nuestra izquierda, representa lo que nos diferencia de la derecha y de los que no vivieron y no viven las realidades de nuestro pueblo. De los que dictan pautas desde una burbuja alejada de la realidad. consagrando con su actitud la mayor explotación de las personas en los últimos siglos y la mayor destrucción de nuestra capacidad como país. Pero una lucha en contra de una dictadura como la de Pinochet, obligaba a cuidarnos, a cuidar a nuestros combatientes y dirigentes, porque en el lado opositor había un enemigo que actuaba con todo el poder material y político del estado, intentando golpearnos a diario, tratando también de permear de manera permanente la moral y a las personas. Los enemigos y adversarios siempre temerosos de quienes crecen ganando fuerza y prestigio en las masas populares, desplegaban todo su potencial para intentar destruirnos y en ese intento, lograron que uno de los nuestros cometiera una de las acciones humanas de mayor miseria, la traición que es la más ruin de las actitudes de una persona.

Aunque investigamos los hechos e incluso recorrimos los lugares por donde paso Raúl y los combatientes, en busca de la casa de descanso, nunca pudimos establecer las razones por las cuales uno de los jefes de su confianza lo había traicionado. El informe de la comisión de la Direccion Nacional que formamos para ese evento y los análisis posteriores que hicimos, nos llevaron a la conclusión que las fuerzas policiales a cargo del operativo, sabían a quien andaban buscando, a Raúl Pellegrin y Cecilia Magni y el lugar exacto donde estarían.

A todos nos dolió la muerte de Raúl, fue un golpe moral fuerte y ( en mi opinión) un hecho que marcó un punto determinante en el fin de la organización, simplemente porque no habíamos alcanzado a madurar como tal, por eso creo además que lo asesinaron. Si algo habíamos aprendido en el camino recorrido por la revolución chilena en sus derrotas y triunfos, por la revolución triunfante en Nicaragua y Centro América, fue que los hombres son importantes para describir la realidad pero son determinantes, como era su caso, por su decisión de transformarla.

Las circunstancias de su muerte, en rigor un asesinato cobarde, nos recuerda que las aspiraciones por la libertad y la democracia despierta siempre y en toda época, el odio de quienes tienen el poder. Es decir luchar por la democracia y la justicia social, es una lucha irreconciliable contra el poder, la miseria, la desigualdad y la explotación, lo que se repite en todos los conflictos políticos que nos afectan y vivimos en estos momentos.

Varios de los documentos en los cuales participo Raúl, en su elaboración, llevaban en si la integración crítica de lo mejor del pensamiento de nuestro país y fundamentalmente, su capacidad de síntesis cualitativa para crear algo nuevo. Pero a la vez una visión integradora de las aportaciones valiosas previas y de nuestra historia, analizadas críticamente como aportes al proceso creativo.

Esta visión del mundo y de nuestro país es algo que estamos presenciando con la emergencia del movimiento estudiantil en nuestros días, con la participación de jóvenes lideres que nos hacen constatar el ejemplo más brillante de la emergencia de algo nuevo, a partir de la acumulación de experiencias y aprendizajes vividos o conocidos. Por eso es un movimiento que representa una clara renuncia a métodos de componenda que le son ajenos y a su tremendo espíritu de lucha.

Raúl como lo fueron también otros, son líderes que no solo se dedicaron a la teorización de diversos problemas, fueron ante todo revolucionarios activos y consecuentes con lo que teorizaron, producto precisamente de su contacto con la realidad en la que vivíamos los chilenos bajo la dictadura y de una historia rica de lucha del movimiento popular, la que es necesario rescatar y poner en letras mayúsculas.

Tal cual inicié estas líneas lo que quiero es recalcar, que estos hombres y mujeres escribieron una obra de revolucionarios activos, comprometidos con la práctica cotidiana en la sociedad. Raúl Pellegrin no fue un político de gabinete, por ello sufrió la persecución brutal del Estado terrorista y que al final lo asesinaron.

Tal cual lo dijo Marx hace ya varios siglos atrás ( en sus "Tesis sobre Feuerbach ) la tarea de los filósofos no es solo la de interpretar el mundo, sino la de transformarlo, lo que explica que solo es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y poderío, la terrenalidad de su pensamiento. A través de la actividad política y coincidente con lo anterior, Raúl educó y denunció el papel regresivo de un método de hacer política a espaldas del pueblo, un método para conveniencia de políticos que sobreviven a los largo de los años navegando en sus intereses.

El de Allende, Raúl, de Miguel, de Gregorio ( Iván Figueroa), son ejemplos que señalan que las ideas de cambio y por un país mas justo no han fracasado, por el contrario hoy han adquirido mayor fuerza y vigencia. Es la realidad la que confirma su validez histórica. Creo que durante su corta vida Raúl Pellegrin personificó una forma de compromiso político basado en el desinterés personal, el honor, la consecuencia y el latinomericanismo, por lo que su recuerdo y su ejemplo son válidos y más necesarios que nunca.

Algunos estarán pensando en que con estos recuerdos y en estas elecciones, teniendo como antesala la movilización social, se pueda “despertar al esclavo.. porque a lo mejor este soñando que es libre……..”

Enrique Villanueva Molina. Ex Dirigente Rodriguista Vice presidente CEEFA-73 Centro Estudios Exonerados Fuerza Aérea

25 de octubre de 2012

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