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Un moderno Kuroi. Por Juan G. Ayala

Cuando se apague la flama de los Juegos Olímpicos, ésta regresará a Olimpia y estaremos otra vez en las Olimpiadas, momento de la cosa real. Tal como en la antigua Grecia, las ciudades-estado tornarán a sus disputas, el comercio sustentará talasocracias, con la diferencia que el dominio marítimo ahora es de la navegación digital. Durante las Olimpiadas quedará lo permanente, el arte, la ciencia, el hombre mismo, la búsqueda de la verdad.

Esa verdad es la que se muestra durante los días de Juegos, y en la Grecia clásica -como nos lo expone Gombrich- eran los jóvenes de las mejores familias las que se ponían a prueba, eran los príncipes, los aristos, quienes daban cuenta de lo que podían alcanzar, la gloria coronaba un proceso, una pauta de crecimiento. Era una metodología de vida, algo tan distinto al exitismo fácil de nuestros tiempos, dónde el engaño bancario y el fraude comercial es la fórmula del éxito.

En el siglo XXI el arte y la ciencia siguen siendo ocupación de príncipes, de kuroi, de hombres y mujeres conscientes de su capacidad y de su belleza, como forma, armonía y equilibrio. Aquellos artistas y poetas que escriben e imaginan la forma bella, también son kuroi, ellos son bellos, viven, sienten, proclaman el orden, la estructura, lo que se debe corregir, y señalan lo que es dañino e imperfecto para el hombre de la polis. Los científicos hacen exactamente lo mismo, inquieren desde lo conocido a lo desconocido, quieren develar el misterio de la humanidad, la saben corruptible y malsana, la quieren sana e incorrupta.

Y desde la estética, lo más bello de estos Juegos de Londres 2012 es la gimnasia, y no porque nuestro Kuroi, Tomás González compita con los otros príncipes, ella es bella en tanto transparenta una perfecta relación de método: ejecución conciente, vectores de fuerzas aplicados con pasión, claridad de construir una estructura que se debe sustentar, percepción holística, sensibidad del momento, y una importante proporción de azar. Cuando un gimnasta olímpico da inicio a su rutina, sabe como comienza, pero no tiene claridad alguna cómo terminará, he ahí lo de arte y ciencia que tiene, se visualiza pero nunca se VE todo. Algo divino siempre supera al atleta, quien se entrega a los dioses y ofrenda su futuro, y en la Grecia histórica era hasta la muerte. Hoy el triunfo olímpico debe ser ejemplo de vida para nuestros jóvenes. El éxito rápido permite ganar oro, el método del atleta admite ganar un Oro, y éste es para los kuroi, no para aquellos que corren empujando y dando codazos a sus adversarios. Un “emprendedor” debe ser un kuroi.

Juan G. Ayala, Profesor Departamento de Estudios Humanísticos, Universidad Técnica Federico Santa María

6 de agosto de 2012

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