Es una vieja disputa. Aquella de que va primero en la tarea de generar espacios de equilibrio en las relaciones de trabajo en sociedades capitalistas marcadas a fuego por el sello opuesto: una profunda desigualdad social y económica.
Para algunos, el avance en su protección proviene de la propia fuerza de los trabajadores mediante su acción colectiva. Es que solo a través de la vigorosa acción sindical dirigida a constituirse como actor político, los trabajadores lograrían el pretendido equilibrio entre capital y trabajo. Para otros, en cambio, la intervención estatal mediante la ley -el derecho- explica la mayor de las veces, los avances -y también los retrocesos- en la protección de los trabajadores, particularmente en contextos, como suele ser los latinoamericanos, donde estos carecen de poder social.
En Chile de hoy hay ejemplos que parecerían darla la razón a todos. Los funcionarios públicos llevan años negociando por rama y ejerciendo un robusto derecho a huelga de espaldas al derecho, que declara todo lo anterior ilegal. Todo se sustenta en la fuerza colectiva de los trabajadores públicos por décadas...
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