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Una política exterior progresista para el Chile del siglo XXI. Por Jaime Ensignia

Contexto

2018, al igual que el pasado año 2017, nos encontramos ante un escenario internacional incierto. Esto se debe a que ya no existe un orden político definido al proteccionismo comercial, a la crisis económica, al terrorismo, a la xenofobia, a la emergencia de ultra nacionalismos agresivos, las migraciones, al cambio climático –entre otros- desafíos que requieren dotar al sistema internacional de una gobernanza sólida, sustentable y, con organismos internacionales respetados por todas las naciones de nuestro planeta.

En América Latina y en particular América del Sur experimenta cambios políticos, económicos, sociales y culturales de envergadura. Estamos frente a un giro a la derecha en el continente y, esto parece indicar un nuevo ciclo caracterizado por una política conservadora – restauradora. Así, lo están viviendo países como Argentina, Brasil, Perú, Paraguay y, recientemente Chile con el triunfo del candidato conservador de la Coalición Chile Vamos, el ex presidente Sebastián Piñera. En este escenario, los tiempos de los gobiernos progresistas estarían llegando a su fin. Son pocos los países de la región que aún mantienen gobiernos que podríamos llamar progresistas o de izquierda, entre ellos, Bolivia, Ecuador y Venezuela, este último con todos sus bemoles y acciones autoritarias por parte del gobierno de Nicolás Maduro.

Una política exterior progresista

Chile es un país inserto en la Globalización. Su política exterior en el ámbito económico-comercial ha estado orientada en estas dos décadas y media a concursar con sus productos en el mercado internacional estableciendo una significativa cantidad de Tratados de Libre Comercio (TLC) y es promotor principal del Acuerdo de Asociación Trans Pacífico de Libre Comercio, TPP 11, denominado de este modo, debido al retiro de los EEUU del TPP quedando por tanto, 11 naciones dispuestas a firmar este tratado.

Los cambios que observamos en el escenario internacional, y particularmente regional, ameritan que nuestro país y su política exterior se adecúen a estos nuevos paradigmas de una realidad diferente a la que estábamos habituados hasta hace algunos años. En este marco, requerimos de una política exterior que le dé una importancia real e innovadora a la integración latinoamericana, que sea coherente con nuestro modelo de sociedad, y especialmente a las transformaciones que están en curso y a aquellas que aspiraremos en el futuro. En este sentido, se hace imprescindible realizar una constructiva evaluación de la política exterior llevada a cabo por el gobierno de la presidenta Bachelet (2014-2018), gobierno, el cual está a punto de expirar, y ver qué es lo que se preserva y, lo que sería necesario explorar en política de relaciones exteriores (1).

En este nuevo contexto mundial, cuáles serían los ejes centrales de una política de relaciones exteriores para el próximo período que se inicia el próximo 11 de marzo del 2018, desde la perspectiva del pensamiento del progresismo y de la centro izquierda, entendiendo que el reelecto Presidente Piñera, tendrá toda la facultad de definir sus propios ejes en política exterior.

Las propuestas

Para el espectro progresista del país, este decálogo de propuestas podría ser parte integrante de una política exterior de cara a siglo XXI: (2)

1-. La política exterior es una política pública, por lo que su formulación requiere de la participación del conjunto de la sociedad chilena, mediante un ejercicio más vigoroso de su derecho a ser consultada, sobre todo porque la tradición constitucional del país concentra casi exclusivamente en el presidente de la república la capacidad de tomar decisiones. Por eso, es necesario ampliar las funciones y competencias de los gobiernos regionales y locales, del Congreso Nacional y de las organizaciones sociales.

2-. Una política orientada hacia los grandes poderes políticos económicos: China; EEUU, la Unión Europea y los organismos internacionales (NU, OMC, UNESCO). En este eje, el objetivo central es el fortalecimiento de las relaciones político económicas con China en primer lugar, la Unión Europea, una política de buena amistad con los EUU y la participación activa de nuestro país en los organismos internacionales mencionados.

3-. Una política hacia América Latina y el Caribe. Estrechar aún más los lazos y las relaciones políticas con los países neurálgicos de Las Américas, con México, con Brasil, Argentina, Colombia, Perú. De igual modo destinar esfuerzos gravitantes en las organizaciones internacionales regionales (OEA, CELAC, UNASUR, MERCOSUR).

4-. Una política de buena vecindad con nuestros países limítrofes, pese a las dificultades que hemos tenido en el último tiempo con algunos de ellos. Sin embargo, se hace necesario reestablecer lazos con Bolivia y fortalecerlos con Perú. Con Argentina, las relaciones pasan por un muy buen estado, pero, es necesario concretizar mucho más aun lo que se acordado mutuamente, sobre todo en los temas de conectividad. Nuestro país reconoce a América Latina como espacio privilegiado para su proyección externa, pues a pesar de las dificultades la región ofrece condiciones que viabilizan un liderazgo conceptual que nos permita ser protagonistas en la construcción de proyectos comunes y en el reimpulso de una agenda integradora, que favorezca la consolidación a largo plazo de un actor colectivo en la región.

5-. Tal disposición favorece la transformación de Chile en un País Puente entre ambos océanos, que ponga a disposición servicios y vías de comunicación de alto estándar para acceder a los mercados del Asia Pacífico, al mismo tiempo que configure un rol de bisagra política que sirva para superar divergencias y reforzar coincidencias en el espacio latinoamericano.

6-. Una política exterior planteada de esta manera debe ser orientada por las principales transformaciones que se están produciendo tanto en nuestro modelo de desarrollo como en el resto del planeta, puesto que perfeccionar la inserción del país en la economía global requiere agregar valor a nuestras exportaciones, sin desconocer al resto de las dimensiones del quehacer internacional. Por ello insistimos en el respeto al derecho y en la defensa de bienes públicos universales que garanticen una vida mejor, el reparto equitativo de la riqueza, la cooperación, la democracia, los derechos humanos y la convivencia pacífica entre las naciones.

7-. La política exterior de Chile reitera como principios constituyentes el respeto a los tratados y al derecho internacional, la contribución a la paz y al desarme, la defensa y respeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de las controversias, la integración latinoamericana, la cooperación, la adhesión a la democracia y la defensa de los derechos fundamentales de las personas.

8-. La política exterior debe ser concebida como un instrumento al servicio del desarrollo, bajo parámetros de soberanía, sustentabilidad, complementariedad, respeto mutuo, integración y apego irrestricto a los derechos humanos en todas sus dimensiones. Al mismo tiempo, debe estar alineada con los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 (ONU), y ser garante de una interacción armoniosa entre el sector público y privado.

9-. Es necesario, que la migración sea administrada valorándola como un aporte de las diversas culturas que se han incorporado a Chile. Los elementos educacionales y culturales que poseen los ciudadanos de Perú, Colombia, República Dominicana, Bolivia, Ecuador, Argentina y España, entre otros, adecuadamente acogidos, se pueden transformar en una significativa contribución al progreso integral de nuestro país. Barreras a este proceso, no son un camino viable ni inteligente. Asimismo, se requiere trabajar en la profundización de los vínculos con la comunidad de chilenos en el exterior, la que debe ir más allá de la implementación del voto para las elecciones presidenciales, primarias y plebiscitos, acercándose más eficientemente al país, aprovechando para eso la densa red consular existente.

10-. La cooperación internacional y la cultura son componentes esenciales para el cumplimiento de los objetivos de nuestra política exterior, motivo por el cual es imprescindible formular una política cultural y dotar a la Agencia de Cooperación Internacional (AGCI) de nuevos estándares (3).

Epílogo

En este escenario descrito, Chile requiere fundar una diplomacia de articulación, con énfasis en las relaciones intrarregionales y con otras zonas del mundo, adecuando nuestro aparato público para ello, dándole la prioridad política que merece y disponiendo de los recursos suficientes para a alcanzar el horizonte estratégico que proponemos. De aquí debe surgir una nueva Cancillería, dotada de una normativa legal que la ponga en armonía con las exigencias de un mundo globalizado cada vez más complejo e incierto, con una cultura organizacional moderna y con prácticas laborales que estimulen un trabajo acorde con la acelerada dinámica de los procesos mundiales y la inserción internacional que pretendemos lograr. Esta estructura ministerial coordinada y orientada por objetivos centrales, debe contemplar la articulación de la labor que los distintos Ministerios y Servicios Públicos desarrollan en el campo internacional e incorporar las iniciativas de la sociedad civil en general, en el marco de un Sistema Integrado de Política Exterior.

Notas-.

1-. Ver: Documento Bases Programáticas Guillier 2018-2022, pág. 102-103, Santiago, junio de 2017. Documento presentado por el candidato presidencial en al Acto del Teatro Caupolicán, el 11 de junio de 2017. Esta parte de política internacional fue elaborada entre otros por Dr. en Ciencias Políticas, Mladen Yopo y Jaime Ensignia, ambos integrantes de la Comisión de RREE del Comando de Guillier

2-. Partes de estas propuestas fueron discutidas en conjunto con el experto en política internacional, Cristián Fuentes, miembro redactor del documento de política internacional de la Comisión de Relaciones Exteriores del Comando Presidencial del Senador Alejandro Guillier, octubre 2017.

3-. Ver: Documento Programa de Gobierno, Guillier 2018-2022, programa dado a conocer en el Teatro Coliseo, el 7 de noviembre de 2017, pág. 130-132.

Santiago, febrero 2018.

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