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Útiles y subversivos. Las necesidades del pueblo y la izquierda seis meses después por José Ignacio Ponce

Claramente, en seis meses Chile cambió. Este cambió no vino de la mano de las organizaciones políticas tradicionales del país, sino que fueron la emanación de las necesidades materiales y subjetivas de las grandes mayorías del país. Mediado por los estudiantes, el descontento en torno a determinados aspectos del sistema neoliberal –el enriquecimiento en torno a derechos considerados como elementales y el desprestigio de la cultura política transaccional-, demostraron el hastío de los sectores populares y medios progresivamente empobrecidos sobre el privilegio de los intereses del Gran Empresariado por sobre los del “bien común” del país. Con esto, el sentido común de la sociedad chilena se trisó. En efecto, si bien se cuestionaron algunos elementos que han generado puntos de escape y una ampliación de la masa crítica al sistema, siguen permaneciendo en gran parte de la ciudadanía los principales elementos de la ideología funcional al Capitalismo en su fase neoliberal, vale decir, individualismo, conformismo, lucro, etc.

No obstante, los estudiantes han desarrollado una serie de cuestiones que no se pueden dejar pasar para la izquierda que aún cree en transformar a la sociedad desde sus cimientos, vale decir, en sus relaciones sociales de dominación y producción. El movimiento estudiantil ha tenido grandes aciertos y a la vez grandes falencias, pero que deben entenderse en el marco actual del conflicto de clases en Chile.

1) El contexto de la lucha de clases.

Nuestro país estaba en medio de una derrota histórica de los sectores populares del cual no había podido sobreponerse por más de 20 años. El movimiento sindical chileno se encuentra en una enorme crisis de organización y representación. Por su parte los partidos políticos que se declaran, al menos, en contra del sistema capitalista se encuentran en una marginalidad política, con una mínima inserción de masas, una pequeña votación electoral y peleada entre ella, en fin, en una gigantezca atomización y en algunos casos subordinándose electoral y políticamente a organizaciones leales al Gran Capital Nacional y Transnacional. Esto nos tenía en un panorama de aplastante hegemonía del Gran Empresariado y sus aliados políticos y sociales que mantenía el sistema social sin el más mínimo roce.

2) Los Grandes aciertos estudiantiles.

El mayor acierto de los universitarios y secundarios ha sido generar un sistema profundamente democrático en su organización. Sin descontar la apatía política que existe en toda nuestra sociedad, los estudiantes han podido ir bregando desde hace bastantes años en transformar sus Federaciones Universitarias en espacios progresivamente participativos y dotarlas de mayor capacidad amplia de decisión colectiva. Paradojalmente para el pensamiento tradicional de la izquierda, esto no ha sido mediante una hegemonización absoluta de un sector político, a la inversa se ha dado en medio de una re-estructuración de las nuevas tendencias críticas en su interior y con un debate permanente, acompañado de una fuerte competencia político-electoral en sus distintos niveles.

Pero del mismo modo, esta enorme heterogeneidad y debate (incluso, insolubles) ha sido canalizada por medio de un respeto a las decisiones de las “bases”. Así, el mayor control de las dirigencias ha venido desde las asambleas y estructuras básicas de organización estudiantil. Esto es lo que posibilitado la radicalización del movimiento por la Educación Pública y la mantención a raya de sus máximos voceros, no sin profundos debates internos. Pero lo más importante, es que esto permitió una potente unidad de acción en torno a los objetivos, no obstante que las formas de expresarlo hayan sido creadoramente diversas, lo que obviamente generó contradicciones internas. De este modo, se dio una dirección política colectiva, profundamente democrática en todas las dimensiones, que rescató las apreciaciones de los estudiantes de Arica a Magallanes, sin privilegios centralistas ni nada. Esta es la principal fuerza del movimiento, lo que ha forjado como el acero la convicción de universitarios y secundarios, pero también de otros sectores de la ciudadanía.

3) Las complicaciones

Si bien no podemos pedirles a los estudiantes que conduzcan un golpe central al sistema capitalista, puesto que desde nuestra matriz analítica, ellos dentro de su proceso formativo en el que se encuentran no juegan un rol vital en el sistema, sino que lo jugarán en un futuro como engranajes de la producción capitalista, no se deben dejar de lado algunas falencias en determinadas coyunturas que de operan en sentido inverso a los aciertos que hemos esbozado.

En su momento de mayor algidez no logró consolidar una posición única sobre cómo generar un camino que los pusiera en mejor pie para triunfar. Esto se reflejó que una de las medidas que ponía en jaque el sistema institucional -realizar un plebiscito nacional sobre sus demandas-, cuestión ante la cual no se pudo tomar una postura única para actuar. Hacemos hincapié en ella, puesto que creemos radicalizaba profundamente la lucha estudiantil, tenía la potencialidad de interpelar a más actores sociales y generar un contexto mayor de movilización social, todo lo cual habría puesto en mejor posición a los estudiantes para lograr sus objetivos. Sin embargo, que aquellos que lo propusieron inicialmente después recularon y quienes dudaron sobre ella en un inicio, lo buscaron reinstalar en un momento donde la dinámica del conflicto había pasado a otra etapa. Esto fue manifestación de las siempre presentes dudas sobre los intereses tras las propuestas de la “otra izquierda”, en fin, volvió a dominar en ése momento central el sectarismo de TODA la izquierda en vez de un debate claro y crítico sobre el camino a seguir.

Esta imposibilidad de dinamizar la maniobra política a los estudiantes, produjo una eternización del conflicto en el marco de la rutinización de sus formas tradicionales de lucha. De tal manera, el movimiento estudiantil terminó manteniéndose gracias a las marchas, a los aciertos discursivos de su dirigencia y a la sumatoria por goteo de otros actores sociales. Esto provocó que no pudiera seguir desbordando, como lo había hecho por medio de la acción creativa de las masas, las estrategias gubernamentales, el cual llegó a un momento en que le agarró el hilo a las acciones estudiantiles, las cercó y trató de avasallarlo, aunque sin poder lograrlo totalmente. Esto es lo que pone al movimiento en un punto estático, sin depender de sí mismo o de alguno de quienes debieran ser sus aliados para lograr su objetivo estratégico: la Educación Pública Gratuita, Democrática y de Calidad.

4) El nuevo contexto y la necesidad de una izquierda útil y Subversiva

Los estudiantes han hecho lo suyo, instalar una serie de demandas, que incluso desbordan las gremiales, que cuestionan las políticas neoliberales de la actual fase del sistema capitalista. Ahora falta que el resto del pueblo tome conciencia de que dichas demandas son sus necesidades objetivas para resolver sus problemáticas de la vida cotidiana. Pero para avanzar en esto, los sujetos sociales que componen el campo popular deben organizarse y dar saltos cualitativos en espacios democratizados, tomando como ejemplo lo que han logrado los estudiantes e, incluso, mejorarlos. El gran problema es que esto no se hará por espontaneidad, sino que dichas organizaciones hoy día están copadas por agrupaciones políticas de izquierda con grandes recelos y desconfianzas entre sí. El cómo terminar con este círculo vicioso que ha llevado al actual estado de cosas en la izquierda chilena es el que debe resolver la propia izquierda si se entiende como una fuerza transformadora y no como un obstáculo para el pueblo.

He aquí que se deben rescatar los siguientes puntos. Desde el enfoque que construimos este análisis, es que se plantea la necesidad indispensable de construir una izquierda revolucionaria, que se pretenda una nueva sociedad que supere las relaciones sociales de producción capitalista y generé una comunidad de sujetos relacionados democráticamente tanto en la producción social, como en sus dimensiones políticas y culturales. Esta franja política se puede levantar por medio de una convergencia de aquellos que buscan tener una inserción social de masas, para dotarlas de poder y responder ante ellas, pero también transformar el sistema y pasar a momentos superiores de lucha. Ahora bien, el reconocimiento del conjunto del campo popular solo lo irá logrando mediante la capacidad de reconocer los campos de luchas por el poder social, es decir, que asimile la noción de que tendrá que combatir al poder del Gran Empresariado, del Imperialismo y sus alíados desde todos los frentes que amparan la dominación de estos. Sea por medio de la movilización, por la auto-organización o utilizando los espacios políticos que ha generado la clase dominante, pero que deben concebirse como instnacias de acumulación de fuerza para catalizar la lucha popular contra el sistema.

A la par de constituirse internamente por medio de una proceso de unificación y/o convergencia esta izquierda, no puede soslayar que en la realidad chilena existe una izquierda de tradición gradualista e institucional que tiene inserción en las masas, la cual no puede pretender destruir y/o aplastar, puesto que el enemigo no son las posturas enemigas del campo popular, sino que las acciones de las clases dominante. No obstante, no debe dejar de marcar sus diferencias ideológicas, pero también debe superar las formas sectarias de relacionarse hasta ahora. Esto es vital, puesto que hoy una de las tareas centrales para la izquierda es construir la organización del campo popular y ahí se topará con la izquierda tradicional. Ante esto, creemos que se debe aprender de los aciertos del movimiento estudiantil y la dirección colectiva que se dio en la organización social, donde el espacio en disputa de las colectividades políticas se da en las base social y la comunidad estudiantil activa son quienes definen los caminos a seguir, lo cual posibilita el mayor y profundo debate político en el seno de una organización. Es decir, la alianza política de la izquierda tanto nueva como tradicional se debe plantear en el marco de los frentes sociales y teniendo como objetivo estratégico que se logren las necesidades de la comunidad a la cual dicen representar y reconstruir el tejido social, que permita mantener en el largo plazo la organización para pasar a momentos superiores de la lucha social.

Es de este modo, que el movimiento estudiantil plantea la maduración de una izquierda que se precie como revolucionaria que irrumpa en el escenario político para luchar desde adentro, afuera pero siempre en contra y a pesar del sistema y sus instituciones políticas. Que converja en torno a una serie de planteamientos programáticos cuanto antes, para seguir ampliando la trizadura del sentido común que lograron los estudiantes y lograr la construcción de una nueva concepción de la sociedad democrática y popular. Pero que se plantee cómo relacionarse con la izquierda tradicional, en alianzas tácticas y/o estratégicas, que a pesar de lo que se quiera sigue teniendo inserción e incidencia en las posiciones del campo popular. Sólo el debate en el seno del pueblo develará el camino a seguir, puesto que siempre han sido las masas el elemento decisivo en una lucha social y cuando las organizaciones revolucionarias han entendido que sólo catalizando el estado de ánimo de ellas hacia momentos superiores de lucha es cuando han triunfado. Es la hora de que la izquierda que se concibe como revolucionaria madure y se transforme en alternativa para debatir en todos los frentes con y para el pueblo. Pero para esto, hay que ser enormemente audaces y no dar ni un paso atrás, por el contrario, es el momento de dar saltos cualitativos hacia adelante y pensar con mentalidad del 2012 y no del 2010. Sólo así seremos inútiles y cancerígenos para el Gran Empresariado y CIA., pero lo más importante, útiles y subversivos para el pueblo.

José Ignacio Ponce. Integrante del Taller de Historia Política. Miembro del Colectivo Estudiantes Movilizados U.V. Participante de la Coordinadora por la Lucha de los Pueblos.

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