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¿Y AHORA QUÉ? por Ángel Saldomando

Uno puede escuchar los engranajes crujiendo, el cálculo cocinándose, la respuestas fraguándose de primera, segunda y tercera eventualidad; si pasa esto, si pasa lo otro. Si hay desborde las fuerzas armadas grita uno, ya como está la cosa hay que negociar sugiere otro, hay que agendar un proceso de reformas viable dice aquel mientras lo empujan para que se aparte. Queremos garantías de cambio real dicen los indignados y movilizados en torno al cambio de modelo de educación. Y en general se escucha el rumor, en diferente tono, de que esto no da para más y se viene el paro nacional. ¿Y ahora qué? Es la hora de asumir la realidad y eso es lo que va a costar en medio del entramado de intereses, esta vez sin posibilidad de ocultarse. Realidades

La evidencia es clara, sistema político deslegitimado, saturación y demanda de cambios mayoritaria a comenzar por la educación, movilización trasversal y repolitización de la sociedad chilena. Cifras, o datos más o menos, eso no lo contesta nadie. Los tímidos intentos oficiales de contra argumentar son patéticos y en cualquier debate equilibrado y pluralista, o en otro país, sus argumentos pasarían por simple ignorancia o limitación mental. De allí el recurso discursivo y audiovisual a la mayoría silenciosa que desea orden, la descalificación de la contestación por supuesto descontrol de la violencia y la supuesta imposibilidad de hacer reformas limitadas, simplemente no convencen.

La realidad de fondo inocultable también es clara, el modelo necesita ser cambiado, hay un sector de poder que lo sabe pero que no quiere, otro que lo entiende y le cuesta por ser beneficiario de el y que buscar como canalizarlo en algo digerible. Por otro lado, un bloque social y político con sus particularidades y diferencias que se está configurando en torno al cambio. La tendencia está clara y solo podrá ir en crescendo.

La cuestión es ¿Qué más se necesita para comenzar un proceso político de cambio al menor costo ¿O vamos un proceso más costoso y jalonado de crisis para lograrlo? ¿Cuántos lucidos hay, cuantos con alturas de miras, cuantos capaces de hacerlo? ¿Cuántos capaces de usar otra vez todos los medios para impedirlo?

La historia no es determinismo y si no somos capaces de encontrar nuevos caminos es que no aprendimos nada. En una sociedad tan desigual como la chilena de hoy y de antes, la crispación sobre los intereses, privilegios y posiciones adquiridas, que atraviesan a la clase política, los empresarios, las fuerzas armadas, la iglesia, han hecho de este país un violento santuario para pocos, pero no un país para todos.

¿Y ahora qué hacemos? ¿Nos vamos a las trompadas de nuevo? ¿O podremos encontrar los recursos en la política y en los diversos actores para emprender el camino de un país más democrático, más equilibrado, más justo, con mas esperanza para el ciudadano de a pie y quizá más feliz? Las cartas están sobre la mesa. El cambio de modelo en la educación es la primera. Abramos un proceso de negociación sobre principios claros y las soluciones técnicas vendrán, incluido el dinero.

Los principios son claros; educación pública de calidad y gratuita. Elaboremos un calendario para los resultados y un instrumento de verificación amplio e independiente de quienes elaboren los resultados. En 6 meses este elaboraría una evaluación independiente, que podría incluso contar con apoyo de la unesco. Esto sería vinculante e inicio del proceso de cambio.

La segunda carta es que el binominal no da para más pero quienes quieran negociarlo a través del conflicto de la educación se equivocan. Separemos las cosas, necesitamos un sistema electoral plural, proporcional, voluntario y abierto a todos. Simple.

La tercera carta es la constitución actual que no asegura estándares democráticos e igualitarios, su cambio no depende de ella, depende de una mayoría política que lo decida y de una elección para una constituyente. En ninguna parte los cambios a las constituciones se hacen con recursos técnicos salidos de la que muere, salvo si son cambios parciales, nace de un nuevo acuerdo político en la sociedad, de una nueva mayoría. O de un poder, como lo fue la dictadura en Chile, el solo problema es que ese no es democrático.

El desafío más grande de toda sociedad es el cambio, una vez que este se convierte en una exigencia socialmente activa. Se puede hacer en el estruendo y la confusión o se puede organizar, a pesar de los conflictos, que son propios de una democracia deliberativa. Depende de la voluntad política y de las fuerzas que la apoyen.

Y la cuestión ahí duele. ¿Podrá mas el tramado de intereses forjados en todos estos años o una nueva mayoría se abrirá camino? Esta no puede salir de un lugar inexistente, inevitablemente se hará tanto con fuerzas nuevas, como con aquellos que entienden la necesidad del cambio y cambian de posición y con interlocutores capaces de negociar. Si queremos salir del atolladero: entre un país de vitrina, desigual y cada vez mas violento o un país real en búsqueda de mas democracia e igualdad, canalizando el cambio.

Enfrentar el cambio es el problema, pero no se puede ocultar o negar ahora con fantasmas del pasado, la nueva generación lo necesita, todos los chilenos lo necesitan. Estamos en el momento en que podemos anticiparlo.

Malas señales sin embargo vienen de funcionarios de gobierno, grupos de poder y políticos. Argumentos añejos, técnicamente indefendibles, valores caducos en el siglo actual, arrogancia nacida del poder y de la impunidad para ejercer históricamente la violencia, los hacen aparecer como una rémora del pasado, un grupo que tiene al país de rehén, capturado. Si no se canaliza el cambio la frustración será enorme y la impotencia con la rabia son una mezcla explosiva.

Estarán en ese momento quizá felices y seguros de defender el buen orden, “su orden” Si lo imponen, el país habrá fracasado una vez más y sus sueños nuevamente se volverán pesadilla.

Hemos contando con hitos históricos, para una nueva historia, el inicio del gobierno de Frei padre y de Allende, las protestas de los ochenta y luego el plebiscito. ¿Ahora qué? Ahora no estamos jugando otra vez la posibilidad de un nuevo comienzo, como proceso, democrático, con acuerdos y negociaciones. Pero la dirección de ellas y el contenido es lo que debe cambiar y la presencia de la sociedad que comienza a emerger.

Ángel Saldomando

Agosto 2011

Publicado por la edición chilena de Le Monde Diplomatique

http://www.lemondediplomatique.cl

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