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EL REDESCUBRIMIENTO DE LA POLÍTICA ¿Qué está ocurriendo en Aysén ahora? por Gabriel Salinas Álvarez

Las cámaras de la televisión ya no miran con avidez hacia la Patagonia, y los titulares de la prensa nacional no aluden, sino tangencialmente, a las consecuencias del movimiento social aysenino; se diría, que con el término de las ocupaciones de puentes, calles y caminos y con el cese (hasta nueva orden, nunca se sabe…) de las incursiones de las Fuerzas Especiales de Carabineros, habría concluido lo más importante del conflicto patagón. Pues no, la movilización social de la Patagonia continúa, y ha entrado en una fase menos espectacular, pero no por ello menos importante, cuyos efectos pueden prolongarse bastante más lejos de cuanto pudiesen imaginar muchos de nuestros conciudadanos.

Resulta necesario destacar algunas cosas fundamentales de la actualidad aysenina; se trata de evidencias cuya fuerza y nitidez no alcanzan a estimular las retinas sobresaturadas de los televidentes capitalinos.

Vamos a ver:

Lo primero a no subestimar, es que el movimiento social de la región triunfó plenamente en su enfrentamiento con el gobierno central y sus representantes locales. Buena parte de las reivindicaciones levantadas por la ciudadanía, fue satisfecha. Quedaron varias demandas sin respuesta, sobre las cuales habrá que volver a negociar en condiciones más favorables, pero ello es lo que debe ocurrir, y por lo demás siempre ocurre, en toda negociación, por lo tanto, se trata de una victoria ejemplar.

Tampoco se puede subestimar el que, cuando, como en Aysén, el éxito corona la lucha de un movimiento masivo, transversal e ideológicamente pluralista, la sociedad se transforma liberando energías insospechadas, suprimiendo barreras y desconfianzas entre los individuos. Los habitantes descubren, gracias a la acción colectiva, que existe, aquí, en el barrio, en la ciudad, en los lugares habituales, el espacio para otro género de vida en el que la solidaridad, la ayuda mutua, la cooperación y la disciplina cívica, reemplazan con inequívoca superioridad, las reglas, y los hábitos secretados por el consumismo y la oferta y demanda de servicios, bienes, males y otras chapucerías de esta mercadólatra modernidad.

Debe tenerse presente, en fin, que nuestros conciudadanos de la Patagonia, han vivido la experiencia más exaltante y decisiva a la que se puede aspirar en la sociedad chilena de hoy, a saber: dejar de ser objetos pasivos y resignados de un sistema económico aberrante y de un gobierno arbitrario e ineficiente, para transformarse mediante la acción colectiva en sujetos conscientes de sus derechos y deberes; en ciudadanos portadores de valores republicanos que tienen que ver con la fraternidad, la libertad y la resistencia ciudadana a los excesos de la Razón de Estado.

¿Y el Gobierno?

En realidad, no hay mucho que agregar a todo cuanto vio y escuchó la ciudadanía de nuestro país, y la de otros países (particularmente de nuestros “socios” de la OCDE), durante esas largas semanas del conflicto.

Las impresentables palinodias del Presidente; los torpes remedos de maquiavelismo y las bravuconadas autoritarias de Ministros y asesores, hablan claramente de la incapacidad terminal de las autoridades gubernamentales para diferenciar lo que debe ser el gobierno de una República de la dirección y gestión de una empresa, o más bien, de un grupo, más o menos informal de inversionistas.

Confusión de órdenes, error de querer obtener por un medio, lo que sólo se puede obtener por otro. Entre muchísimas otras fulgurantes páginas de sus Pensamientos, Blaise Pascal escribió: “La tiranía consiste en el deseo de dominar universalmente, y fuera de su orden”. Y el filósofo añade: “El tirano no es aquel que quiere mandar, sino aquel que quiere mandar por todas partes y en todos los órdenes, lo que supone que los confunde; la tiranía es el ridículo en el poder” (Pascal, Pensamientos).

Gabriel Salinas Álvarez.

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