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¿TARKOVSKI EN CHERNÓBIL? por Ricardo A. Figueroa F.

Fue una grata sorpresa leer en un diario del 10 de marzo de 2012 un breve artículo sobre Zona, el libro que había venido leyendo en mi viaje a Santiago, Chile. En él, Geoff Dyer describe, explica y pondera el filme El Stalker (1) , de Andrés Tarkovski.

Edmundo Paz Soldán, a su vez, habla sobre Zona en su artículo, y de lo que para él es un “estupendo ensayo-crónica”, describiendo con gusto la obra de Dyer (que saliera a luz en Londres este 2012), a quien llama “cronista-ensayista genial”.

Por mi parte, hasta podría glosar sus palabras; pero estas líneas tienen por objeto llamar la atención hacia un error que no es de la responsabilidad de Dyer, pero que al repetirlo en su libro –como otros antes que él- viene a avalar una antigua afirmación errónea, dándole una vez más un viso de verdad. Esto perjudica a Tarkovski. Se trata de un error que pudiera pasar por insignificante; pero es en verdad grave si se miden sus consecuencias, como pasaré a señalarlo aquí.

Otro tanto se puede decir de esa otra aseveración que se ha venido aceptando sin mayor análisis: Entre los conceptos laudatorios que Dyer prodiga a Tarkovski, y que Paz Soldán hace suyos, místico y profeta merecen comentario adicional. Pues, lo ’místico’ que ellos ven en su filme El Stalker (2) -y/o en sus películas- no es algo que podamos achacar a la mentalidad de Tarkovski sino a la psique humana, que es de donde brotan los asuntos que dan forma a las películas de este cineasta; y de donde brotan también las imágenes fílmicas que tanto encantan a Dyer y que, de paso, estimulan su propia vena creativa en un libro que, como creación artística, ha sido con justa razón el deleite de Paz Soldán.

Aquello de reconocerle don de profeta a Tarkovski pudiera tener alguna justificación –teórica en todo caso- si se le otorgara ese valor a su convicción de que la Civilización iría encauzada por un “camino equivocado”; y que su “progreso unilateral”, que sólo privilegia lo material, podría empujarla hacia una catástrofe que sería el producto lógico de su carencia de valores éticos reales y de no estar guiada por un sentido humanista. Porque el cineasta ve que nuestra Civilización se basa en la guerra como su principio dinámico de avance, de suerte que, como resultado final, no sólo nos acecharía el peligro de nuestra completa deshumanización, sino también el de una letal guerra nuclear.

Si se tiene en cuenta este punto de vista, resulta dudosa –y hasta muy equivocada– la idea de relacionar el arte de Tarkovski con el accidente de Chernóbil ocurrido en la ex URSS en 1986, en el sentido de que este cineasta lo habría ‘pronosticado’ –como afirma Dyer- al describir como inhóspito y no apto para la vida el ambiente que el filme El Stalker le atribuye a La Zona, el lugar en donde tres personajes llevan a cabo su búsqueda de algo tan portentoso que sólo sería comparable a la búsqueda del grial de la vieja leyenda, siendo la razón de que el filme haga alusiones al poema de T.S. Eliot, La tierra baldía, y a otras obras de arte.

Es algo que debe ser señalado porque hay aquí una doble equivocación, a saber: decir que Tarkovski habría “creado” La Zona descrita en su filme y que el carácter de esta Zona hubiese sido el mismo que resultara del accidente nuclear de Chernóbil.

En los hechos, Tarkovski no creó La Zona de su filme, sólo utilizó la fábula de una que ya existía y que había sido creada por dos novelistas. Tampoco conservó en su filme el carácter de la que ya existía, sino que confirió a la suya uno alegórico con el objeto de que coadyuvara a darle su verdadero sentido al real contenido de un filme que, por razones equivocadas, ha sido descrito como ciencia-ficción.

Además, aceptar como verdad la supuesta “profecía” de Tarkovski despoja a los hermanos Arkadi y Borís Strugatski de su mérito como creadores, pues son ellos quienes, en su libro de ciencia-ficción Picnic a la vera del camino, traducido al inglés como Roadside Picnic, crean esa mítica Zona. Tarkovski –que inicialmente se basó en la fábula de este libro - se limitó finalmente a tomar sólo algunos motivos de dicha fuente, como el de los stalkers, el de La Zona, y el de la búsqueda de un grial: la mítica estancia (la kómnata) que según se decía hacía realidad los deseos más sentidos de quienes entraban en ella.

El libro de los hermanos Strugatski es ciencia-ficción, pero el filme de Tarkovski es una “parábola filosófica”, según la describe su propio autor.

La confusión surge porque fue ese asunto de la novela de ciencia-ficción el que le sugirió a Tarkovski el de un filme, porque en su caso, si su proyecto era entendido como uno de ciencia-ficción sí que podría ser aprobado por GOSKINÓ. Fue así como los mismos hermanos Strugatski escribieron el guión para un filme que se iba a llamar La máquina de los deseos. Pero éste, al malograrse sufrió una metamorfosis de la que surgió finalmente El Stalker. Esta metamorfosis nos indica que el guión del filme El Stalker realizado por Tarkovski es diferente del guión inicial aprobado por Goskinó para La máquina de los deseos, lo que a su vez explica el cambio de género: de ciencia-ficción a parábola filosófica.

Ello explica que, aparte de La Zona, Tarkovski sólo utilizara algo del capítulo 4 del libro de los Strugatski, pero no para avalar la ciencia-ficción sino para dar voz a los valores éticos de su modelo. Pues, Tarkovski nunca pensó seriamente en la ciencia-ficción como asunto, porque ésta no es arte. Sólo pensó en adaptarla a sus propios fines éticos. Hay, pues, un doble error en esto: afirmar que habría equivalencia entre La Zona del filme y el campo arrasado por la radiación procedente del accidente nuclear en la planta de Chernóbil; y en asumir con ello que el filme de Tarkovski sería uno de ciencia-ficción. No hay ciencia-ficción en Tarkovski, mucho menos en El Stalker; ni tampoco creó él La Zona de su filme. O si la creó –o recreó-, ésta tuvo otro carácter: uno que la presenta como el reverso de la ciencia-ficción.

El error no es de Dyer, pues él se limitó a consignar lo que varios autores habían repetido: una afirmación aparecida en 1994 en el libro The Films of Andrey Tarkovsky. A Visual Fuge, de Johnson y Petrie, quienes vieran como profecía el hecho de que La Zona del filme El Stalker se pareciera al efecto producido por el accidente nuclear ocurrido en la central atómica de Chernóbil en la ex URSS, en 1986, siete años después de estrenado el filme. El nombre -La Zona- que describe el libro es el mismo del que es utilizado en el filme; pero el carácter de esta Zona es diametralmente opuesto al de la ciencia-ficción de la novela.

El problema es que la repetición de tal alusión termina por avalar como presunta verdad otro error más, a saber, que el filme de Tarkovski sería uno de ficción científica, ignorando que La Zona de El Stalker, es un lugar alegórico que designa los contenidos espirituales, o mejor, los contenidos de la psique humana y sus valores éticos en el desarrollo evolutivo de la Humanidad, a diferencia de los de la vida material de la Civilización.

Es evidente que Dyer juzgó innecesario esclarecer que El Stalker es un filme que nació como ciencia-ficción, pero que terminó siendo una parábola filosófica, aun cuando el mismo Dyer, en la página 149 de su Zona menciona a Rerberg and Tarkovsky. The Reverse Side of Stalker (“Rerberg y Tarkovski. El reverso de El Stalker”), documental del director ruso Ígor Mayboroda. Este documental deja en claro que Rerberg fue el director de fotografía que filmó el guión original, que sí era de ciencia-ficción; pero que su nombre no aparece en los créditos de El Stalker. La razón es que Rerberg filmó La máquina de los deseos. Es en este filme que debiera aparecer su nombre; pero tal filme no existe: se perdió. Tarkovski estrenó El Stalker, que es otro filme, la película que él “siempre había querido hacer”. Y en efecto, la consideró su mejor obra.

Como se ve, hasta un escritor tan bien informado como Geoff Dyer respecto de la obra de Tarkovski y sus motivos fílmicos –que él parece entender en profundidad- puede llegar a formular algunas ideas que si bien armonizan con el sentido de su propia creación como es Zona, en último término, no hacen plena justicia, en el caso aquí comentado, a los motivos y temas del arte de Tarkovski.

Entender bien el sentido de La Zona del filme El Stalker como un lugar alegórico, es la clave que conduce a justipreciar el sentido sociológico que ese filme hace llegar al espectador, aunque envuelto en una alegoría, pero en el marco de importantes referencias culturales. En la obra encuentran cabida los más altos valores éticos para nuestra civilización y la relación que como parte de un gran todo une tanto al quehacer de la ciencia como al del arte en la cultura del siglo XX.

Notas:

1) STALKER: El nombre está tomado del libro de ciencia-ficción пикник на абочиние [píknik na abóchinie] (“Picnic a la vera del camino”) En él, la palabra inglesa designa a un delincuente cuya especialidad es incursionar en un sitio prohibido por ley, llamado La Zona, de la cual los stalkers que extraen tecnologías y materias portentosas que en su comercialización ilegal reportan pingües ganancias. En su filme, Tarkovski transforma al stalker en un pobre diablo, incapaz de delinquir, pero ferviente creyente, acólito de La Zona; y que sólo se ocupa de guiar a desdichados, como él mismo, a dicha Zona en donde se dice que hay una estancia en la que se harían realidad los deseos más fervientes.

2) Un filme en el que se busca la felicidad, la que sería alcanzable gracias al grado de fe, respeto, obediencia, amén de veneración a una Zona con poderes insondables en la que se encuentra una Kómnata (estancia, pieza, cuarto) en la que se materializan los deseos más fervientes de la persona. Nada de lo que ocurre en la Zona es familiar a la gente, excepto que ella castiga severa y terriblemente, pero también premia. Tres personas se aventuran en ella: un escritor y un científico, y el Stalker que los guía. Éste hace gala de su fe y esperanza en que la gente que él guía hasta la Kómnata encuentre la felicidad. Etc.

*Ricardo A. Figueroa. Doctorado por la Universidad de Glasgow, Escocia. Ex profesor de Literatura inglesa en la Sede Ñuble de la Universidad de Chile. Reside en Inglaterra.

E-mail: ricardo_a_figueroa@yahoo.co.uk

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