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La paz se construye con justicia social. Por Sonia Brito, Lorena Basualto y Andrea Berríos

Paz, tan esquiva en estos días de convulsión social. Paz amiga de la justicia, directamente proporcional a la justicia social y a la equidad. Justicia sinónimo de acciones y no sólo de palabras. En estas semanas, a partir del 18 de octubre, hemos sido testigo de un país que se manifiesta en las calles; familias con niñas, niños, adultos mayores, hombres y mujeres indignados por la espera eterna del tan anhelado chorreo del capitalismo, pero también esperanzados que las situaciones cambien para tener un respiro al sobreendeudamiento. Pareciera que como un solo cerebro y corazón, se irradiaran los anhelos sincronizados a impulsar un grito fuerte de no más, creando una cadena interminable de personas que se organizan, que se pronuncian y que van despertando de ese sueño eterno de resignación que se ha incrustado en el alma de los compatriotas. Muchos, cabizbajos y desesperanzados se levantan de madrugada a hacer filas para una atención médica o por un cupo en una escuela; personas que fallecen de tanto esperar una cirugía, indignación acumulada por las injusticias que se observan a través de los medios de comunicación. Hastío de mirar por la TV la opulencia y los pagos millonarios de pseudo animadorxs o pseudo influencer que se jactan de vacaciones y excesos en celebraciones que rebasan con creces el sueldo anual de una familia. Esas prácticas se habían enquistado en los cuerpos de un pueblo que adormecido y con resignación, aceptaba como un predestinado designio las desigualdades escandalosas. No podemos olvidar los 17 años de dictadura, donde se violaron los derechos fundamentales de todos aquellos que pensaban distinto, dejando en nuestro país un memorial de detenidos desaparecidos, ejecutados, torturados y exiliados. Sin lugar a duda, la dictadura, forjó una gran cicatriz en la confianza de nuestra sociedad, cuestión que aun no se reconcilia, pues continúan las heridas abiertas del pasado y, cuando algo no se cicatriza, vuelve a sangrar. Es así, como algunos fragmentos del pasado quedaron encapsulados y detenidos en una memoria colectiva: canciones, eslogan y petitorios. Hoy compartimos con nuestros hijas e hijos aquellos himnos que acompañaron nuestro tránsito por la adolescencia y juventud, aquella lucha que cambia el nombre de algunos, pero que lidia por los mismos ideales. Ya que, se logra recobrar la democracia con la convicción de un nunca más, sin embargo, los 30 años de los gobiernos democráticos han dejado una gran desesperanza y el magno slogan de la alegría ya viene, no llega. Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet, Piñera tuvieron la responsabilidad y misión histórica de acercar las brechas de inequidades e instaurar la justicia social, para de esta manera, instar a concertar las oportunidades de sectores sociales que nunca se rozan y que permanecen con desventajas comparativas radicales. Es escandaloso como estos presidentes abonaron el país, concesionaron las carreteras, quitaron los pulmones verdes de la ciudad, privatizaron los servicios básicos, segregaron los territorios, no advirtieron por ceguera y por conveniencia lo importante de cambiar la constitución de Chile, que por temas éticos debería estar en desuso; en definitiva, actuaron a espaldas de la ciudadanía provocando la pobreza real, aunque los datos de la pobreza media o de datos PIB indican éxito y cuentas alegres, hoy somos más pobres, pero no esa pobreza de la zapatilla rota o de la televisión en blanco y negro, somos pobres en educación, en seguridad social, en salud, en igualdad de oportunidades… En nuestro Chile, hay responsables con nombres y apellidos: los políticos, quienes han faltado gravemente a sus deberes, agazapándose en sus pequeñeces, han demostrado ser personas sin preparación, ignorantes y ciegas. En la mal llamada clase política ha circulado el poder, y la historia ha comprobado que no tienen la estatura moral, ni el alcance teórico- técnico para liderar un país que ha tenido paciencia de esperar que las políticas públicas estén a la altura de las necesidades de las personas. Nuevamente se han caído los paradigmas y es urgente que este nuevo Chile lo pensemos entre todas y todos para responder situadamente al imperativo de los cambios, Chile no puede esperar. Esta construcción de democracia requiere que la clase política actúe con altura de miras, de organización, de acuerdos, de nuevos pactos y no desde las trincheras de las mezquindades, es un imperativo que cumplan con su función social. El mensaje de la ciudadanía es: señoras y señores, deben ir a trabajar al igual de lo hacemos todxs, actúen éticamente, bájense el sueldo, es escandaloso la distancia de los que más ganan y de los que menos ganan…es deshonesto. En este sentido, es necesario reflexionar la canción de Violeta Parra, cuando canta las coplas: “Yo no sé por qué mi Dios le regala con largueza sombrero con tanta cinta a quien no tiene cabeza”. Ahora bien, es un hecho que las demandas ciudadanas están siendo aprovechadas por muchedumbres vandálicas, donde el mensaje se disipa en medio de la violencia y el caos, puesto que estamos atentado contra nosotros mismos. Es triste y desolador ser testigos de la destrucción de nuestro país, robos, saqueos, incendios a nuestros compatriotas y miedo de nuestros hijos de ir al colegio. Es verdad que el pueblo ha reaccionado, se entiende el mensaje. ¡Por favor no sigan destruyendo nuestro patrimonio! El negocio de la esquina es sacrificio de tantas familias…reaccionen, ya no están saqueando a los grandes capitalistas, están saqueando a las y los vecinos. Nuestro país se está cayendo a pedazos, por favor, señores políticos es urgente recuperar la paz social. Las marchas como expresiones propias de la democracia, legitimas, elocuentes y necesarias, se transforman en escenarios propicios de violencias, donde balines y perdigones pasan a ser los protagonistas de compatriotas heridos, no queremos a carabineros atentando contra las personas, su misión es protegernos. ESCUCHEN NO MÁS BALINES, NI PERDIGONES. Ciertamente, la contienda es desigual, sin embargo, es preocupante como la violencia cruzada ocurre en escalada. Deténganse, ya no queremos más violencia, ni la fìsica ni la simbólica, pues obligar a otros a protestar o impedir que las personas realicen sus actividades de costumbre, también es violencia, respetemos las diversas formas de expresión y las diversas formas de manifestarnos. Los chilenos no podemos actuar en contra de nosotros mismos de manera irracional, hace falta ejercer empatía y alteridades que permitan construir certidumbres. Tenemos esperanzas, pero también tenemos miedo y no podemos temer y desconfiar de aquellos que piensan distinto, puesto que la sociedad se construye con esas diversidades y ejerciendo la tolerancia activa, recuperemos el aliento, abriendo los sentidos, escuchando con cordura e inteligencia. No más muertes, no más desaparecidos, no más torturas, no más saqueos, no más violencia… La paz es una construcción que debe sustentarse en el respeto y armonía, sin embargo, debe darse en un contexto de responsabilidad y consideración al prójimo. En este sentido, se están dando pasos como los levantamientos de cabildos en los territorios, en las universidades, en las escuelas; se activaron las organizaciones sociales. Necesitamos urgente pronunciarse claramente respecto de la asamblea constituyente, además se debe construir una agenda de compromisos a corto y a mediano plazo. En este proceso, la ciudadanía no puede hacer siempre lo mismo, organizar marcha tras marcha entregando espacios caóticos de impunidad a los antisociales, es necesario transitar nuevos caminos, donde el pueblo sea conciente que empoderó una serie de demandas que están movilizando al poder ejecutivo y al legislativo. Creemos que se ha pasado a otra etapa, donde es importante saber acompasar los tiempos, sin embargo, se requieren señales elocuentes, se debe actuar con adultez política y nunca dejar el propósito del derecho de vivir en paz, con seguridad, con vivienda, con empleos, con sueldos justos, con seguridad social, con salud digna y con una constitución a la altura de una sociedad que se hace cada vez más consciente que, todas estas transformaciones sociales es tarea de todas y de todos. Esta parte de la historia ya no se puede silenciar; los olvidados, los excluidos y los explotados demandan de una transformación radical que despedaza los antiguos cánones, no como un evento o desviación en la ruta, sino como un proceso ineludible que impulsa el levantamiento de otros lenguajes y otras relaciones laborales, sociales y éticas. Max Neef (1984), en su propuesta de la economía descalza señala que, Como disciplina, la economía se ha convertido repentinamente en una de las materias más importantes de la actualidad. No habría nada de malo en ello si la importancia dada a la ciencia económica correspondiera realmente a su capacidad de interpretar y resolver los problemas que afectan a la Humanidad (p. 40).

Referencias bibliográficas Max Neef, M. (1984). Economía descalza, señales de un mundo invisible. Montevideo: Nordan.

Dra. Sonia Brito Rodríguez
Mg. Lorena Basualto Porra
Lic. Andrea Berríos Brito

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