En Loncoche se construye la esperanza de la mano de la recomposición del tejido social y de la resignificación de la comunidad como eje de sentido del quehacer público. Volver a la comunidad como articulador del espacio que llamamos social, político e institucional, no solo es una tarea política del presente periodo, sino que también reviste un imperativo ético fundamental frente a la desidia y el extractivismo voraz del capital contra todo espacio de generación de mercancías y por tanto de lucro. El deterioro de nuestros espacios de convivencia, de nuestra calidad de vida y de nuestros entornos naturales requiere respuestas urgentes de los liderazgos que se levantan para concretar anhelos y pretensiones electorales para el 2020.
Se hace urgente que el retorno a los espacios de desarrollo comunitario y la reconstrucción de sus tejidos se impulse desde una matriz ética en donde la alteridad y el sentido compartido en la tarea del futuro, sean los vectores de transito de las nuevas formas de construir políticas locales. Pensar ese Otro Loncoche Posible; para esto se debe avanzar de manera dialógica junto a la comunidad en esta coyuntura, esto implica necesariamente el desborde del campo de la institucionalidad política que conocemos hasta ahora, para así poder reconstruir el sujeto social, fragmentado luego de más de treinta años de anestesiamiento neoliberalizante.
La esperanza del futuro tiene sentido de reconstrucción de comunidades, un dialogo en el que todos y todas están convocados pues tiene que ver con la acción de volver a resituar que en el trabajo colectivo reside la deriva de nuestro futuro como comuna y el de nuestra especie. Loncoche ha iniciado un camino en esta perspectiva, de cara a las municipales 2020 comprendemos que la tarea electoral se subordina a un proceso programático en donde el eje de sentido es y será la comunidad como fin último.
Marco Silva Cornejo
RUT: 98387420
Académico Psicología Comunitaria
