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12 de febrero ¿Cómo fue la fundación de Santiago? Por Álvaro Vogel Vallespir

Santiago cumple hoy 483 años, acercándonos aceleradamente al quinto centenario, según nos señalan las fuentes, manuales y variados libros de historia. Suena como una oda al centralismo, pero es parte de la herencia española y de la idiosincrasia nacional, “Chile se fundó al centro del país”, ni siquiera al lado del mar. La ciudad original era un damero como un típico campamento Romano en torno a la plaza de armas, mientras más cerca del centro mayor jerarquía e importancia, si nos alejamos es más humilde y en la periferia estaban los asentamientos indígenas. El objetivo de este artículo es escarbar un poco en los documentos históricos para tratar de analizar cómo fue realmente la fundación de la ciudad, procurando contextualizar lo que pasó en esos días tomando siempre como referencia nuestro presente.

Indudablemente, nunca sabremos con exactitud lo que en realidad ocurrió, al fin y al cabo, el acta oficial de la fundación se quemó el 11 de septiembre de 1541, cuando los indígenas del valle central castigaron duramente la osadía española de quedarse en estas tierras. La naciente aldea fue borrada hasta los cimientos y las actas del cabildo escritas en cueros se perdieron para siempre.

Estas actas fueron recapituladas con mucho esfuerzo tres años después de forma oral y subjetiva. La subjetividad es siempre una constante de la historia y no estará ausente en nuestro relato nacional. Lo que importa hoy es tratar de respondernos como sociedad algunas preguntas, ¿Cómo es Santiago tras 483 años?, ¿hay memoria colectiva sobre nuestros orígenes? Estas y otras preguntas pueden parecer lejanas para algunos, pero son hoy un derrotero para la historia.

Diego de Almagro trató con poco éxito de adueñarse de Chile y pasar a la posterioridad como un gran gobernador. Si bien su nombre se menciona en los libros, es recordado principalmente por su estrepitoso fracaso. ¿Podemos cargarle culpas? No tantas, era fiel reflejo al español promedio de la época que salía por mar de uno de los países más atrasados de Europa. Fue más ingenuo de lo que cuentan los cronistas, además de analfabeto y de escapar de España por un crimen homicida, fue embaucado por los indígenas quienes lo mandaron directo al infierno de la cordillera de los Andes en la cual perdieron la vida el grueso de sus huestes. Los pocos sobrevivientes -Almagro entre ellos- se devolvieron derrotados y una vez en Perú no fueron perdonados. Don Diego fue ajusticiado por medio del garrote y el torniquete lo que le provocó la muerte por asfixia. Los hermanos Pizarro no concedían indultos a las torpezas de los primeros adelantados.

Pedro de Valdivia tuvo relación directa con el Rey Carlos V de España, luchó a su lado en algunas batallas y tenía un matrimonio consolidado, no obstante, cruzo el océano para buscar aún más fama, gloria y dinero, a pesar de ello, nunca más regresó a la madre patria. A la edad de 37 años ya estaba muy unido a los hermanos Pizarro en el Virreinato de Perú y la propuesta de venir a Chile no era muy seductora para ellos en vista de lo que paso con Almagro, con todo, Valdivia sabía que había en el valle central – luego Santiago – un importante asentamiento inca y muchos indígenas establecidos, esto lo hizo pensar que era el lugar adecuado y próspero para labrar un nuevo capítulo de la conquista y sin pedir mucho viajo a Chile apoyado de palabra por Gonzalo Pizarro.

Tras 11 meses cabalgando por lo que hoy es la ruta 5 Norte –el camino ideal– Valdivia, llegó al valle central en específico al neurálgico río Mapocho. Ese año de cabalgatas no fue miel sobre hojuelas, debió sortear el calor del desierto, la actitud hostil de los indígenas del norte (atacameños y diaguitas) y la muerte de algunos de sus compañeros que no eran muy abundantes, en general el viaje entre Copiapó y Santiago debió ser un infierno principalmente por las batallas con los indígenas y en algunos momentos de inflexión bien pudo perder su empresa y correr la misma suerte de Almagro.

En las alforjas de su caballo, Valdivia, traía una figura de la Virgen María “La señora del bulto”, la virgen que solía cargar fue instalada en un estrado cerca del cerro Huelen y luego otra vez más fue expuesta el 11 de septiembre de 1541 para pedir por la salvación de la joven ciudad en aquel fatídico día, con el paso del tiempo, fue depositada en una ermita bajo un castaño frondoso en lo que hoy vendría siendo la salida del metro Santa Lucía, además pasó a llamarse la Virgen del perpetuo socorro. Esta imagen de ebanistería policromada aún sigue ahí en un altar dentro del templo de la orden Franciscana en plena Alameda donde en aquellos años el segundo brazo del río Mapocho era muy torrentoso, tanta agua llevaba que el abuelo de la Quintrala hizo un funcional puente para poder cruzarlo porque a veces algunos caballos y personas morían ahogados. Con el devenir de la historia ese cauce lo fueron secando y llegó a ser reemplazado por un gran basural que ocasionó graves problemas para los vecinos.

En el comienzo del documento más antiguo de Chile (el libro Becerro) leemos textual: “los cabildos que se han hecho en esta ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, y los acuerdos a que los señores justicia y regimiento de ella han hecho desde doce días del mes de febrero del año de mil quinientos y cuarenta y un años, que se fundó esta ciudad” Escueto y simple, es la única referencia del momento de la fundación. Luego en el mismo escrito, Luis de Cartagena el escribano señala que estas actas comenzaron a partir de 1544, se entiende que desde la inicial acta del 12 de febrero de 1541 hasta las de 1544. Todo se llevó de forma oral debido a la pérdida del texto original ya antes mencionado.

El Cacique Vitacura cumplió un papel clave en la fundación, este representante de los Incas fue quien le sugirió a Pedro de Valdivia establecer un alto en el valle del Mapocho y asentarse. Nada fuera de la realidad de esos días donde venían cansados y exhaustos y en palabras del propio Pedro de Valdivia,” la fertilidad y sanos aires deste valle (de este) que es los mejores de las indias y aún de toda la christiandad (cristiandad) y remata “dar traza e fundar una ciudad lo más breve que pudiese”. Los españoles sabían que los Incas dominaban, por ende, ya tenían una forma de relacionarse con ellos y conocían los mecanismos para negociar y alcanzar sus objetivos.

El dueño del valle, Michimalonco, no fue un pasivo espectador, tampoco estaba para juegos, observo desde sus fortalezas el ajetreo de los españoles y sin miramientos mandó a matar a Vitacura por traidor y por ser el consejero de Pedro de Valdivia. Esto me hace pensar que Valdivia no hizo las cosas de forma fortuita, planificó sus movimientos, además él ya sabía que algunos indígenas sobre todo los Yanaconas vendían sus secretos y cobraban por prestar ayuda, actitudes como estas agilizaron el proceso de conquista.

La crónica de Carvallo y Goyeneche vas más allá de la historia oficial, si bien sus relatos permanecieron 80 años sin ser publicados, es una fuente secundaria atractiva. El autor se atreve a mencionar que antes de la fundación de Santiago Pedro de Valdivia logro alcanzar acuerdos iniciales con varios caciques para explicarles a que venía a Chile, las reuniones fueron mediante regalos y dádivas para la ocasión. De ser cierto este primer “parlamento”, se derrumba en parte la consigna avanzar sin claudicar que tenían los españoles. No tengo la certeza ni he podido comprobar la exactitud de esta información, pero no deja de ser interesante.

Lo que sí es real, es que los indígenas del valle central no fueron meros espectadores y vendieron cara su derrota, por consiguiente, de los parlamentos sugeridos por Goyeneche pasaron a las luchas fratricidas. Los españoles que eran católicos apostaron en parte el resultado de su empresa al Apóstol Santiago que a la postre le daría el nombre a nuestra capital. Los gritos de los soldados rezaban “Santiago españoles”, la presencia de Inés de Suárez contribuía otro tanto a levantar la moral. En definitiva, la balanza se inclinó para el lado español hasta tomar el control del Mapocho, esto fue popularmente relacionado como un milagro del Apóstol Santiago a tal punto que varios soldados afirmaron que vieron al rubio Apóstol luchando a la par con ellos. Luego de ganar las batallas, la ciudad fue establecida como tal.

El sábado 12 de febrero se fundó Santiago, lo podemos leer en cientos de libros y reseñas de internet, no obstante, los propios cronistas coloniales y otros republicanos lo ponen en duda no como una mera conjetura, pues fue el propio Valdivia quien pone un manto de misterio al usar otra fecha para la fundación de la capital, esto lo advertimos en dos cartas. Pedro de Valdivia afirmó que la fundación fue el 24 de febrero, las misivas fueron para el Rey Carlos V y para Gonzalo Pizarro, ambos no eran personajes secundarios. En definitiva, Don Pedro encontró en Santiago lo que pretendía: un río principal, un cerro – Santa Lucía- sin muchos árboles para poder observar los movimientos, mucho espacio para el cultivo e indígenas que más tarde pasarían a ser la mano de obra compulsiva en las encomiendas.

¿Qué diferencia hay si la fundación fue el 24 y no el 12? Más allá de dar la razón a Pedro de Valdivia quien decía que fue el 24 de febrero en sus documentos oficiales o al escribano Luis de Cartagena quien puso como fecha el 12 en el acta del cabildo, las intenciones de ambos eran las mismas: fundar en nombre del Rey, incrementar el territorio español y no transar con el lema implícito de la conquista, “Dios en el cielo, el Rey en España y nosotros acá”. Luis Thayer Ojeda de forma pragmática señaló que el 12 se decretó la fundación y el 24 se concretó.

Al margen de las discrepancias lo que realmente importa es como se estableció el uso del suelo de Santiago y porque se eligió un lugar tan céntrico. Resulta lógico que los extremos de Chile son menos aptos para instalar a un grupo humano numeroso de personas en un territorio nuevo, además el clima del sector central es ideal. Ya el mismo Valdivia desmitifica la cantidad de oro que había y le dice al Rey que en realidad el valor está en la tierra, en la fertilidad, en los ríos y en las marcadas estaciones del año.

Hoy tenemos una ciudad donde el centro de Santiago ya no es tan concurrido como lo era antes, pero se siguen respetando las tradiciones, por ejemplo, el funeral de Estado del expresidente Piñera recorrió las instalaciones elementales: El antiguo Congreso, la Catedral y el palacio de la Moneda, es decir el damero original. Estos edificios mencionados siguen siendo hitos de la capital, son la viva imagen del centralismo que aún no renunciamos a perder. Aunque Santiago no es Chile, al final todo pasa por Santiago.

Álvaro Vogel Vallespir, Historiador.

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