Cuando los Latinos se encontraron con los magrebinos, durante el Foro Social Mundial de las Migraciones, una corriente telúrica corrió por el encuentro. En efecto, la frontera México-EE.UU. y el Mediterráneo constituyen dos verdaderas "placas tectónicas" de los movimientos migratorios en el mundo actual. Por cierto, los flujos migratorios son complejos y existen desde el alba de la humanidad.
Actualmente las migraciones al interior de África y de China representan desplazamientos de millones de humanos, principalmente jóvenes y mujeres. Hay migraciones sur-sur, sur-norte, este-oeste. Lo que las caracteriza, de una u otra forma, es la búsqueda, por múltiples razones, y a menudo con peligro de muerte, de una vida un poco más digna y en paz.
Ya existen variados y fecundos análisis económicos, jurídicos, demográficos de estos diversos flujos migratorios. Lo que estamos enfatizando es que la frontera México-EE.UU. y el Mediterráneo concentran en una distancia geográfica reducida enormes distancias económicas y demográficas.
Pero más allá, o más acá, de estas dimensiones materiales, los flujos migratorios están transformando profundamente los imaginarios culturales y políticos. Los migrantes constituyen nuevos movimientos sociales que están provocando nuevas concepciones y prácticas de la ciudadanía desde lo local a lo mundial...
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